20 de agosto de 2018 – TO – LUNES DE LA XX SEMANA
Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes
Lectura de la profecía de
Ezequiel 24, 15-24
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
Hijo de hombre, yo voy a arrebatarte de golpe la delicia de tus ojos, pero tú
no te lamentarás, ni llorarás, ni derramarás lágrimas. Suspira en silencio, no
hagas ninguna clase de duelo, cíñete el turbante, cálzate con sandalias, no te
cubras la barba ni comas pan de duelo.
Yo hablé al pueblo por la mañana, y por la tarde
murió mi esposa; y a la mañana siguiente hice lo que se me había ordenado.
La gente me dijo: «¿No vas a explicarnos qué
significa lo que haces?»
Yo les dije: La palabra del Señor me llegó en estos
términos: Di a la casa de Israel: Así habla el Señor: Yo voy a profanar mi
Santuario, el orgullo de su fuerza, la delicia de sus ojos y la esperanza de
sus vidas. Los hijos y las hijas que ustedes han dejado, caerán bajo la espada,
y ustedes harán lo mismo que yo: no se cubrirán la barba, no comerán el pan de duelo,
no se quitarán el turbante de la cabeza ni las sandalias de los pies, no se
lamentarán, ni llorarán, sino que se consumirán a causa de sus culpas y gemirán
unos con otros. Ezequiel habrá sido para ustedes un presagio: ustedes harán lo
mismo que él hizo, y cuando esto suceda sabrán que yo soy el Señor.
Palabra de Dios.
SALMO Deut 32, 18-19. 20. 21
(R.: cf. 18a)
R. Despreciaste a la Roca
que te engendró.
Así despreciaste a la Roca que te engendró,
olvidaste al Dios que te hizo nacer.
Al ver esto, el Señor se indignó
y desechó a sus hijos y a sus hijas. R.
Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro,
para ver en qué terminan.
Porque son una generación perversa,
hijos faltos de lealtad. R.
Provocaron mis celos con algo que no es Dios,
me irritaron con sus ídolos vanos;
yo provocaré sus celos con algo que no es un
pueblo,
los irritaré con una nación insensata. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 19, 16-22
Se le acercó un hombre y le preguntó: «Maestro,
¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?»
Jesús le dijo: « ¿Cómo me preguntas acerca de lo
que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple
los Mandamientos.»
«¿Cuáles?», preguntó el hombre. Jesús le respondió:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio,
honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.»
El joven dijo: «Todo esto lo he cumplido: ¿qué me
queda por hacer?» «Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús ve, vende todo lo que
tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme.»
Al oír estas palabras, el joven se retiró
entristecido, porque poseía muchos bienes.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
El profeta se mete de lleno en la historia y un
profeta es «señal para el pueblo». Algunas veces los hará por medio de palabras
y otras, con su propio modo de actuar.
Muchos de ellos, como Jeremías u Oseas han
convertido en signos de la voluntad de Dios para con su pueblo, acontecimientos
de su vida personal. Los profetas han aprovechado las experiencias humanas para
decirnos algo respecto a Dios y la experiencia conyugal es una de las más
utilizadas.
Ezequiel sufre la muerte de su mujer que era “para
encanto de sus ojos” en tierras de Babilonia. Es una señal para todo el pueblo.
Un gesto simbólico.
Muere el mismo día de la caída de Jerusalén; lo que
es para él, ocasión de vivir, de algún modo, el drama de Dios.
Así como el profeta ha perdido a la mujer que
amaba, el pueblo va a perder a Jerusalén y su Templo, Para Dios, Jerusalén
también era hermosa, una esposa a la que se había unido por amor, y que era “el
encanto de sus ojos”.
Dios le dice que no haga duelo por su esposa, que
no llore ni se aflija, ni se quite el turbante, ni se descalce ni se cubra la
cara. La grandeza y el sentido del gesto que se le pide se lo comprende a la
luz de las grandes manifestaciones de duelo, que se producen en Oriente cuando
muere alguien.
Ezequiel tendrá que explicar a la gente que el día
que caiga Jerusalén, los que allí vivan, no tendrán tiempo de llorar porque
tendrán que subir rápidamente a los carros y, los de Babilonia serán incapaces
de llorar porque su sorpresa será muy grande.
***
Jesús va camino de Jerusalén y es en este caminar
donde se dan las condiciones para cimentar las características del auténtico
discípulo. Un joven se acerca a Jesús, quiere conseguir la vida eterna y por
eso le pregunta qué debe hacer para lograrlo;
Jesús no ejerce violencia. La pedagogía que usa es
sumamente respetuosa y su respuesta se ajusta a la ley, que seguramente este
hombre conocía desde chico. Jesús no le exige que cumpla los seiscientos
veinticinco preceptos religiosos, sino que, lo invita a cumplir sólo aquellos
que permiten una sana convivencia, aquellos que tienen que ver con el cuidado
del otro, la solidaridad y el amor al prójimo.
Pero, el joven desea más seguridades, e intuye que
hay una conexión entre el bien y la plena realización del propio destino. El
Maestro no se queda en las cosas. Señala un horizonte de vida, quiere un
compromiso total para seguirlo. No basta con dar a los pobres; es la vida
entera la que entra en el compromiso. Apunta más alto: “Sean perfectos como el
Padre del cielo”.
Por eso Jesús le sugiere que dé su riqueza a los
pobres y que lo siga. De este modo tendrá las manos libres para recibir los
dones de Dios.
Él quería asegurar esta vida y la otra, y lo que le
propone Jesús es una invitación a romper con toda seguridad manejable para
abandonarse a la seguridad de Dios.
Al invitarlo a ser discípulo, Jesús le ofrece el
pleno desarrollo, imposible bajo el régimen de la ley. El joven debe deshacerse
de lo que tiene, sin esperanza de retorno; dejando la seguridad de la riqueza
encontrará otra seguridad superior. Jesús le propone la opción entre dos
señores, Dios y el dinero; lo llama a la nueva fidelidad, al amor a todo
hombre, como el Padre del cielo.
El joven no responde a la invitación. Se va triste,
incapaz de llegar a la madurez. Ha oído el mensaje, pero la seducción de las
riquezas lo ha ahogado. A Jesús no se le puede seguir con demasiado equipaje.
El joven se marchó triste: no logró vencer el apego al dinero.
La mentalidad actual se basa en las falsas
seguridades. Propone un ideal de amor que sólo tiene en cuenta el sexo y la
pasión. El ideal de vida sólo se refiere a un montón de posesiones que dan
posición social. Así se somete a la persona a una continua ilusión que la
conduce al fracaso afectivo, existencial y humano.
El discípulo debe descubrir su verdadero valor en
la absoluta libertad y en una actitud desprendida ante la vida.
Sólo en la capacidad de compartir los bienes, que
es un modo de amar, el discípulo se acerca a Aquel, que porque es Amor pleno,
lleva a plenitud su vida. Pero para eso se hace necesario pasar por la
inseguridad humana de abandonarnos totalmente en Dios.
Frente a esta perspectiva los discípulos
preguntarán “¿quién puede salvarse?”. El Reino es pura gracia y sólo es
accesible para los que vayan sin demasiado equipaje, con el corazón vacío;
todos los méritos, toda la ciencia, toda la piedad, no podrán abrir las puertas
del Reino. A todos se hace la propuesta de seguir a Cristo dejándolo todo. Esto
es ser discípulo.
Para
discernir
¿Cuáles son las riquezas que me impiden seguir a
Jesús?
¿Confío en que su amor no defrauda?
¿Experimento el llamado a una vida más plena?
Repitamos a
lo largo de este día
«No acumulen tesoros en esta tierra, sino en el
cielo» (cf. Mt 6,19).
Para la
lectura espiritual
…”La respuesta de Jesús es la que lo desenmascara.
Él nombra los mandamientos y, al nombrarlos, los confirma de nuevo como
mandamientos de Dios. El joven se siente atrapado de nuevo. Esperaba poder
desembocar en una conversación poco comprometedora sobre problemas eternos.
Esperaba que Jesús le ofreciese una solución a su conflicto ético. Pero Jesús
no se preocupa de su problema, sino de él mismo.
La única respuesta a la preocupación suscitada por
el conflicto ético es el mandamiento de Dios, que implica la exigencia de no
seguir discutiendo y obedecer por fin. Sólo el diablo ofrece una solución al
conflicto ético; continúa preguntando y no te verás obligado a obedecer. Jesús
no se fija en el problema del joven, sino en él mismo. No toma en serio el
conflicto ético que el joven se toma tan en serio. Lo único que le interesa es
que el joven termine escuchando el mandamiento y obedeciendo. Precisamente
donde el conflicto ético quiere ser tomado en serio, donde atormenta y
esclaviza al hombre, no dejándole llegar al acto de obediencia que le
tranquilizaría, es donde se revela toda su impiedad, y es también allí donde
conviene desenmascararlo en su ausencia impía de seriedad, como desobediencia
definitiva. Sólo es serio el acto de obediencia que pone fin al conflicto y lo
destruye, el que nos deja libres para llegar a ser hijos de Dios. Este es el
diagnóstico divino que se da al joven”…
D. Bonhoeffer, El precio de la gracia.
El seguimiento, Sígueme, Salamanca 51999, p. 39.
Para rezar
Tomad, Señor y recibid
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad,
Mi memoria, mi entendimiento,
Y toda mi voluntad:
Todo mi haber y poseer.
Vos me lo disteis; a Vos, Señor,
Lo torno. Todo es vuestro,
Disponed de mí,
Según vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia:
Que esto me baste.
San Ignacio de Loyola
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