2 de agosto de 2018 – TO – JUEVES DE LA XVII SEMANA
Recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve
Lectura del libro del profeta Jeremías 18,
1-6
Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en
estos términos: «Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír
mis palabras.»
Yo bajé al taller del alfarero, mientras él
trabajaba en el torno. Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal,
como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra,
según le parecía mejor.
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos
términos: « ¿No puedo yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero?
-oráculo del Señor-. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están
ustedes en mi mano, casa de Israel.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 145, 1b-2. 3-4.
5-6b (R.: 5a)
R. Feliz el que se apoya en
el Dios de Jacob.
¡Alaba al Señor, alma mía!
Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, cantaré al Señor. R.
No confíen en los poderosos,
en simples mortales, que no pueden salvar:
cuando expiran, vuelven al polvo,
y entonces se esfuman sus proyectos. R.
Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 47-53
Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos
se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen
lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo:
vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para
arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?»
«Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido en
discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus
reservas lo nuevo y lo viejo.»
Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de
allí.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Después del cinturón de lino ahora Jeremías expresa
su mensaje al pueblo con el relato de su visita al taller de un alfarero.
El alfarero, al moldear una vasija con barro, si no
le sale como quería, vuelve a utilizar el mismo barro para otra que le salga
mejor.
Con esta imagen Dios está diciendo a Israel que no
juegue con Él, porque podría elegir otro pueblo que le sea fiel, y también se
está acentuando que Dios tiene paciencia, como el alfarero, y si no le sale lo
que quiere, vuelve a intentar con la misma arcilla.
Hay aquí una advertencia por parte de Dios. Así
como el artesano puede destruir su obra y comenzar otra, de igual modo, si
Israel, no se deja modelar según el proyecto de Dios, Dios realizará su
proyecto de todos modos pero con otros pueblos.
***
En la orilla del mar, en la barca, con las redes
encuentra Jesús el paisaje para su enseñanza; que en el final de esta sección
de parábolas, pone su insistencia en el juicio definitivo de Dios.
Jesús ha proclamado el reino y cada hombre ahora es
llamado a situarse en una opción con respecto a Él; es invitado no sólo a
prestar atención a sus palabras, sino a comprometerse en una actitud de
confianza obediencial a la buena Noticia Revelada.
Los peces son separados por sus cualidades, por lo
que son. Mateo invita a reflexionar con esta serie de comparaciones en la
radicalidad del juicio de Dios.
No podemos quedarnos dormidos. La presencia de
Jesús marca el tiempo de la opción, el tiempo de buscar a Dios y el bien, con
todas nuestras fuerzas, sin consentir ni dar lugar al mal y a la injusticia. O
estamos con Cristo o estamos contra Él.
Convertirse significa, en este caso, optar
totalmente por pertenecer al reino y llevar una vida digna de hijos. Sin
embargo, muchas veces tenemos en nuestro interior la experiencia del pecado:
vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos el mal.
Si queremos dar una verdadera unidad a nuestras
vidas, debemos reconocer que solos, no podemos hacer mucho. Necesitamos
ponernos en manos de Dios, para lograr una vida que ame, busque el bien y
camine en justicia y santidad.
Jesús termina invitándonos a ser como los escribas
del Reino y que nos sirvamos de lo antiguo y de lo nuevo, poniendo todo al
servicio de la vida. No debemos apegarnos a las grandes verdades del pasado, ni
a snobismos del presente. No debemos atarnos a lo que siempre hemos sido, ni
fantasear lo que nunca podremos ser. Vivir con sencillez y humildad la
realidad, pasando todo por el fuego purificador del evangelio, para descubrir
lo verdadero y bueno que hay en cada cosa.
«Por el hecho de no estar seguros del tiempo en que
vendrá nuestro Juez, debemos vivir cada jornada como si nos tuviera que juzgar
al día siguiente». San Jerónimo.
Para
discernir
¿Tengo juicio claro acerca de lo bueno y lo malo?
¿La bondad o maldad de algo radica en el beneficio
que me brinda?
¿Valoro la experiencia y la confronto con las cosas
nuevas que se presentan?
Repitamos a
lo largo de este día
…Estoy en tus manos Señor, como arcilla en manos
del alfarero…
Para la
lectura espiritual
«El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el
que no crea en el Hijo, no verá la vida»
[Santa Catalina oyó que Dios decía:]…“En el
último día del juicio, cuando el Verbo, mi Hijo, revestido de mi majestad,
vendrá a juzgar al mundo con su poder divino, no vendrá como pobre y miserable
tal como se presentó cuando nació del seno de la Virgen, en un establo y en
medio de animales, o tal como murió, entre dos ladrones. Entonces, en él mi
poder estaba escondido; como hombre le dejé sufrir dolores y tormentos. No fue,
en absoluto, que mi naturaleza divina se separara de la naturaleza humana, sino
que le dejé sufrir como a hombre para expiar vuestras faltas. No, no es así que
vendrá en el momento supremo: vendrá con todo su poder y con todo el esplendor
de su propia persona…
A los justos les inspirará, al mismo tiempo que un
temor respetuoso, un gran júbilo. No es que su rostro cambie: su rostro, en
virtud de su naturaleza divina, es inmutable porque no es sino uno conmigo, y
en virtud de la naturaleza humana su rostro es igualmente inmutable porque
tiene asumida la gloria de la
resurrección. A los ojos de los réprobos, aparecerá terrible, porque le verán con ese ojo de espanto y turbación que los pecadores llevan dentro de sí mismos.
resurrección. A los ojos de los réprobos, aparecerá terrible, porque le verán con ese ojo de espanto y turbación que los pecadores llevan dentro de sí mismos.
¿No es lo mismo que ocurre con un ojo enfermo?
Cuando brilla el sol no ve más que tinieblas, mientras que el ojo sano ve la
luz. No es que la luz tenga algún defecto; no es que el sol cambie. El defecto
está en el ojo ciego. Es así como los réprobos verán a mi Hijo: en la tiniebla,
el odio y la confusión. Será por culpa de su propia enfermedad y no a causa de
la majestad divina con la que mi Hijo aparecerá para juzgar al mundo”…
Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria dominica,
doctora de la Iglesia, Copatrona de Europa – El Diálogo, Cap. 39
Para rezar
Guárdame Señor, de la insignificancia,
que seamos amplios en el pensamiento,
la palabra y el acto.
Que eliminemos la crítica y nos apartemos
del egoísmo.
Permítenos alejar toda ostentación y encontrarnos
con el otro cara a cara sin lástima ni prejuicios.
Que no juzguemos apresuradamente
y seamos siempre generosos.
Que nos tomemos tiempo para todas las cosas,
Permítenos crecer calmos, serenos, mansos.
Enséñanos a poner en acción nuestros mejores impulsos
y haznos honrados y no temerosos.
Concédenos comprender que son las pequeñas cosas
en la vida las que crean diferencias
porque en las grandes todos somos uno.
Y, oh Señor Dios, que no olvidemos ser amables,
que seamos amplios en el pensamiento,
la palabra y el acto.
Que eliminemos la crítica y nos apartemos
del egoísmo.
Permítenos alejar toda ostentación y encontrarnos
con el otro cara a cara sin lástima ni prejuicios.
Que no juzguemos apresuradamente
y seamos siempre generosos.
Que nos tomemos tiempo para todas las cosas,
Permítenos crecer calmos, serenos, mansos.
Enséñanos a poner en acción nuestros mejores impulsos
y haznos honrados y no temerosos.
Concédenos comprender que son las pequeñas cosas
en la vida las que crean diferencias
porque en las grandes todos somos uno.
Y, oh Señor Dios, que no olvidemos ser amables,
Amén.
María Estuardo, Reina de Escocia
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