4 de julio de 2018 – TO – Miércoles de la XIII Semana
¿Qué
quieres de nosotros, Hijo de Dios?
Lectura de la profecía de
Amós 5, 14-15. 21-24
Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida,
y así el Señor, Dios de los ejércitos, estará con ustedes, como ustedes dicen.
Aborrezcan el mal, amen el bien, y hagan triunfar el derecho en la Puerta: tal
vez el Señor, Dios de los ejércitos, tenga piedad del resto de José.
Yo aborrezco, desprecio sus fiestas, y me repugnan
sus asambleas. Cuando ustedes me ofrecen holocaustos, no me complazco en sus
ofrendas ni miro sus sacrificios de terneros cebados.
Aleja de mí el bullicio de tus cantos, no quiero
oír el sonido de tus arpas. Que el derecho corra como el agua, y la justicia
como un torrente inagotable.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 49, 7. 8-9. 10-11.
12-13. 16b-17 (R.: 23b)
R. Al que va por el buen
camino, le haré gustar la salvación de Dios.
Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:
yo soy el Señor, tu Dios. R.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!
Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales. R.
Porque son mías todas las fieras de la selva,
y también el ganado de las montañas más altas.
Yo conozco los pájaros de los montes
y tengo ante mí todos los animales del campo. R.
Si tuviera hambre, no te lo diría,
porque es mío el mundo y todo lo que hay en él.
¿Acaso voy a comer la carne de los toros
o a beber la sangre de los cabritos? R.
¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras? R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 8, 28-34
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de
los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los
sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron
a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para
atormentarnos antes de tiempo?»
A cierta distancia había una gran piara de cerdos
paciendo. Los demonios suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a
esa piara.» El les dijo: «Vayan.» Ellos salieron y entraron en los cerdos:
estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para
llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la
ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su
territorio.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Al final del reinado de Jeroboan II, el Reino del
Norte vive en la prosperidad; se acumulan los éxitos militares, las actividades
comerciales fructuosas traen riqueza y lujo. El pueblo interpreta esto como las
ventajas de la Alianza, que llevan una especie de particular predilección
divina. Amós denuncia esta falsificación de la Alianza y de pretendido
privilegio.
Una de las características más destacadas del
profetismo bíblico es la concepción de que religión y ética son inseparables.
Una muestra es la denuncia del culto idolátrico, que evita el encuentro con un
Dios que interpela el comportamiento del creyente, respecto a los demás
hombres.
Amós aclara la religiosidad de los fieles del Reino
del Norte. Buscar a Dios sólo en el culto y los santuarios e ignorarlo en la
vida ética constituye la más abominable de las idolatrías. Dios ama a los
hombres, no la letra ni el sacrificio ni, mucho menos todavía, el sacrificio
humano.
Si el pueblo elegido persiste en prescindir de las
exigencias éticas de la alianza, y continúa degradándose en las prácticas
idolátricas, en la injusticia y violencia contra los débiles, el pueblo enemigo
y el exilio pondrán fin a todo para restablecer los derechos de Dios y de los
pobres.
En Amós el juicio es descrito como el “día de
Yahvé”. En la mentalidad popular evocaba una extraordinaria manifestación de
Yahvé a favor de su pueblo y contra sus enemigos. Para Amós será verdaderamente
el «día de Yahvé», el momento en que Dios manifestará su victoria, que no
significa la de Israel. Este «día» Israel, tendrá que dar cuenta a Dios de
haber desaprovechado tantas ocasiones y haberle cerrado el paso. Amós relata
con perspicacia, el comportamiento irresponsable y criminal de los gobernantes
de Israel y de Judá, entregados a los placeres más refinados y lujuriosos.
***
Jesús llega a la ciudad helenística de Gadara que
se encontraba cerca del mar de Galilea. Atraídos por su presencia, van a su
encuentro dos hombres endemoniados, poseídos por un espíritu inmundo. Los
poseídos acuden a Jesús desde el cementerio; salen de los sepulcros, lugar de
la muerte, para acercarse a Él; desean ver en Jesús una posibilidad de vida
nueva.
En el mundo antiguo, judío y pagano, se atribuían
frecuentemente a los demonios los trastornos para los que acostumbradamente no
había explicación. Los endemoniados gritan y protestan porque creen descubrir
en Jesús, hostilidad hacia ellos, como la que habían encontrado en los demás.
Estos endemoniados se resisten a la acción de Jesús, como lo muestran sus
gritos, pero reconocen al mismo tiempo su condición divina. Es el “Hijo de
Dios”, el Mesías; el único liberador que puede sacarlos de la situación
miserable en que se encuentran.
Cerca del lugar había una piara de cerdos; se trata
evidentemente de país pagano. El cerdo es el animal más impuro; y por lo tanto
el lugar natural para los demonios. En la mentalidad judía, el cerdo no tenía
valor y nadie sufría por su pérdida. Los demonios le suplican a Jesús para que
los envíe a la piara de cerdos. Los demonios entraron en la piara y de
inmediato se precipitaron en el mar y murieron junto con los cerdos.
Los exorcismos demuestran cómo los demonios no tienen
realmente poder alguno y quedan sometidos instantáneamente a la palabra de
Jesús.
Hay un solo poder con el que los hombres deben
contar, y es el poder de Dios que vence cualquier otro poder.
Dios nos ama principalmente con un amor de Padre.
Sin embargo, su infinito poder llega hasta donde se lo permite nuestra
“poderosa” libertad. Los lugareños muestran la estrechez y mezquindad de las
que es capaz el corazón humano, cuando lo que se le presenta contradice sus
planes o intereses.
A Dios, no se le escapa el mundo de las manos. Dios
siempre “dispone todo para el bien de aquellos que ama”, a pesar de los
impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes
que nada, impedimentos para nosotros mismos. Dios sigue siendo Señor de la
historia. En eso apoyamos nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra fuerza para
seguir caminando.
Para
discernir
¿Qué cosas me han incomodado del paso de Dios por
mi vida?
¿Desconfío de las promesas de Dios?
¿Qué impedimentos pongo en la construcción del
reino?
Repitamos a
lo largo de este día
…Jesús confío en Ti…
Para la
lectura espiritual
…”La cuestión de saber qué es el cristianismo y
quién es Cristo para nosotros hoy, me preocupa constantemente. El tiempo en que
se podía decir todo a los hombres, por medio de palabras teológicas o piadosas,
ha pasado, lo mismo que el tiempo de la espiritualidad y de la conciencia, es
decir, el tiempo de la religión en general. Vamos al encuentro de una época
totalmente irreligiosa; los hombres, tal como son, simplemente ya no pueden
seguir siendo religiosos; incluso los que se declaran honestamente religiosos
no practican en modo alguno su religión; por consiguiente, es probable que
entiendan el término en un sentido completamente diferente.
Si la religión es sólo un vestido del cristianismo
-y este vestido ha asumido también aspectos muy distintos en diferentes
tiempos-, ¿qué será un cristianismo no religioso? ¿Qué significado tienen el
culto y la oración en la irreligiosidad? ¿Adquiere tal vez una nueva
importancia en este punto la disciplina del arcano o, bien, la distinción entre
penúltimo y último? Debemos restablecer una disciplina del arcano que proteja
de la profanación los misterios de la fe cristiana”…
Dietrich Bonhoeffer, Resistencia y sumisión, Sígueme, Salamanca 1983.
Para rezar
Gracias, Jesús
Tú eres el Hijo de Dios que te hiciste hermano y amigo nuestro.
Gracias, Jesús porque me quieres.
Tú viniste a enseñarnos el camino del cielo
Tú viniste a salvarnos del pecado y de la muerte.
Tú viniste a decirnos que Dios es un Padre que nos ama.
Tú viniste a enseñarnos a construir un mundo más digno del hombre.
Tú viniste a animarnos y hadarnos fuerza para ser mejores.’
Tú viniste a consolarnos en nuestras tristezas y a traer alegría a
nuestra vida.
Tú viniste a enseñarnos como amarnos y perdonarnos unos a otros.
Padre Dios, Tu nos amaste tanto que nos enviaste a Jesús, tu propio
Hijo, para salvarnos; ayúdanos a escuchar y cumplir siempre lo que El
nos dice.
Te lo pedimos por el mismo Cristo Jesús.
Amén.
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