3 de julio de 2018 - TO – Martes de la XIII semana
3 de Julio - SANTO TOMÁS, APÓSTOL (F)
¡Señor mío y Dios mío!
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Éfeso 2,
19-22
Hermanos:
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos
de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre
los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra
angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va
creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al
edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 116, 1. 2 (Cf. R.:
Mc. 16, 15)
R. Vayan por todo el mundo,
anuncien la Buena Noticia.
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos! R.
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo,
no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron:
«¡Hemos visto al Señor!»
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos
en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su
costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los
discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció
Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La
paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están
mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo,
sino hombre de fe.»
Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto.
¡Felices los que creen sin haber visto!»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de Santo Tomás:
“el incrédulo”. La experiencia de los apóstoles con Jesús había despertado
falsas expectativas, porque para muchos de ellos se limitaba a una restauración
social y política.
Los hechos del viernes santo produjeron miedo,
sentimiento de fracaso, la decepción, tanto en Tomás como en otros discípulos
del Señor. Uno de los elementos comunes de todas las apariciones de Jesús
descritas o citadas en los evangelios, es que se trata de encuentros
personales; para los destinatarios fueron una vivencia objetiva. En ella
pudieron experimentar que Jesús no era un espíritu. Era el crucificado, no
cabía duda: vieron la marca de la cruz en su cuerpo. Y, paradójicamente, era
distinto: su corporeidad no estaba sujeta a las limitaciones propias del tiempo
y del espacio. En cualquier caso, sólo se le puede reconocer si Él se da a
conocer.
El evangelista Juan, después de describir la
aparición de Jesús, el mismo domingo de resurrección; nos dice que el apóstol
Tomás no estaba allí, cuando los Apóstoles que habían visto al Señor, dieron
testimonio de lo que había sucedido. La frase de los discípulos: ¡Hemos visto
al Señor!, formula la experiencia que los ha transformado. Esta nueva realidad
muestra por sí sola que Jesús no es una figura del pasado, sino que está vivo y
activo entre los suyos.
Tomás experimenta dificultades para aceptar la
resurrección, y no acepta el testimonio de los discípulos. Exige pruebas
tangibles, lógicas, válidas. A pesar del aparente fracaso en que viven no ha
abandonado la comunidad de discípulos. Quizás por ese motivo a Tomás no le
bastan las palabras de los otros discípulos. Pasados ocho días, Jesús se
aparece otra vez y dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente».
Es necesaria la aparición de Jesús, que se presenta
en medio de ellos y le ofrece a Tomás las pruebas que había exigido y lo que es
más importante, lo invita a creer. Jesús, demostrándole su amor, toma la
iniciativa y lo invita a tocarlo. La resurrección no lo ha despojado de su
condición humana anterior: es la condición humana llevada a su cumbre que asume
toda su historia y su pasado. La delicadeza de la cercanía de Jesús provoca una
confesión personal cargada de afecto: “Señor mío y Dios mío”. Tomás manifiesta
no sólo su fe en la resurrección de Jesús, sino también en su divinidad porque
la consecuencia última de la resurrección del Mesías es el reconocimiento como
Hijo de Dios.
Sólo cuando todo es oscuro y se pierde toda
seguridad es posible experimentar la fuerza de la fe. Jesús resucitado invitará
de ahora en adelante a todos los hombres, a lanzarse con absoluta confianza al
aparente vacío del creer, sólo apoyados en el testimonio y la experiencia
eclesial que nos trasmite la fe.
La comunidad que se renueva desde la vivencia de la
Palabra y los sacramentos, que crece y vive en la experiencia del amor mutuo
que sana heridas, será la invitación a creer para los hombres de hoy, para los
nuevos Tomás que necesitan creer.
Para
discernir
¿Qué necesito ver para creer?
¿Qué lugar ocupa la comunidad en mi experiencia de
fe?
¿Qué signos doy de la presencia del Resucitado en
mi vida?
Repitamos a
lo largo de este día
…Señor mío, y Dios mío…
Para la
lectura espiritual
…”Santo Tomás quiere seguir a Cristo donde sea que vaya y comprender
todo lo que dice…
Cuando Jesús, en un momento crítico de su vida,
decidió ir a Betania para resucitar a Lázaro, acercándose de esta manera,
peligrosamente, de Jerusalén (cf Mc 10,32), Tomás dijo a sus condiscípulos:
«Vayamos, nosotros también, a morir con él» (Jn 11,16). Su determinación de
seguir al Maestro es verdaderamente ejemplar y nos da una preciosa enseñanza:
revela su total disponibilidad de adherirse a Jesús, hasta identificarse con su
suerte y querer compartir con él la prueba suprema de la muerte. En efecto…,
cuando los evangelios emplean el verbo «seguir», es para significar que donde
se dirige Jesús, también allí debe ir su discípulo. La vida cristiana se
define, pues, como una vida con Jesucristo…: morir juntos, vivir juntos, estar
en su corazón como él está en el nuestro.
Una segunda intervención de Tomás se nos narra en
la última Cena. Jesús, prediciendo su inminente partida, anuncia que va a
preparar un lugar para sus discípulos a fin de que también éstos puedan estar
donde él se encuentre. Y les precisa: «Para ir adonde yo voy ya sabéis el
camino» (Jn 14,4). Es entonces cuando Tomás interviene diciendo: «Señor, si no
sabemos dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»… Sus palabras dan ocasión a
Jesús de pronunciar la célebre definición: «Yo soy, el Camino, la Verdad y la
Vida» (Jn 14,6). Es, pues, a
Tomás a quien se ha hecho por primera vez esta revelación, pero es válida para todos nosotros y por todos los tiempos…
Tomás a quien se ha hecho por primera vez esta revelación, pero es válida para todos nosotros y por todos los tiempos…
Al mismo tiempo, esta pregunta nos confiere el
derecho, por así decir, de pedir explicaciones a Jesús. A menudo, no lo
comprendemos. Tengamos la valentía de decir: «No te comprendo, Señor,
escúchame, ayúdame a comprender». Así, con esta sencillez, que es la verdadera
manera de orar, de hablar a Jesús, expresamos nuestra pobre capacidad de
comprender y, al mismo tiempo, nos ponemos en la confiada actitud de los que
esperan la luz y la fuerza de parte de aquel que nos la puede dar”…
Papa Benedicto XVI – Audiencia general del 27-9-06
Para rezar
Una comunidad que convence y llena
Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.
Cuando habla de Jesús y no de sus reuniones.
Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma.
Cuando se gloría de Jesús y no de sus méritos.
Cuando se reúne en torno de Jesús y no en torno de sus problemas.
Cuando se extiende para Jesús y no para sí misma.
Cuando habla de Jesús y no de sus reuniones.
Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma.
Cuando se gloría de Jesús y no de sus méritos.
Cuando se reúne en torno de Jesús y no en torno de sus problemas.
Cuando se extiende para Jesús y no para sí misma.
Cuando se apoya en Jesús y no en su propia fuerza.
Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma.
Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.
Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma.
Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.
Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma.
Cuando comunica sus propios méritos.
Cuando anuncia sus reuniones.
Cuando comunica sus propios méritos.
Cuando anuncia sus reuniones.
Cuando da testimonio de sus compromisos.
Cuando se gloría de sus valores.
Cuando se extiende en provecho propio.
Cuando vive para sí misma.
Cuando se apoya en sus fuerzas.
Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma.
Cuando se gloría de sus valores.
Cuando se extiende en provecho propio.
Cuando vive para sí misma.
Cuando se apoya en sus fuerzas.
Una comunidad dice poco cuando habla de sí misma.
Una comunidad no se tambalea por las fallas, sino por la falta de fe.
No se debilita por los pecados, sino por la ausencia de Jesús.
No se rompe por las tensiones, sino por olvido de Jesús.
No se queda pequeña por carencia de valores, sino porque Jesús dentro de ella es pequeño.
No se ahoga por falta de aire fresco, sino por asfixia de Jesús.
Una comunidad es fuerte cuando Jesús dentro de ella es fuerte.
No se debilita por los pecados, sino por la ausencia de Jesús.
No se rompe por las tensiones, sino por olvido de Jesús.
No se queda pequeña por carencia de valores, sino porque Jesús dentro de ella es pequeño.
No se ahoga por falta de aire fresco, sino por asfixia de Jesús.
Una comunidad es fuerte cuando Jesús dentro de ella es fuerte.
Una comunidad pesa cuando Jesús dentro de ella tiene peso.
Una comunidad marcha unida cuando Jesús está en medio.
Una comunidad se extiende cuando extiende a Jesús.
Una comunidad vive cuando vive Jesús.
Una comunidad marcha unida cuando Jesús está en medio.
Una comunidad se extiende cuando extiende a Jesús.
Una comunidad vive cuando vive Jesús.
Una comunidad convence y llena,
cuando es la comunidad de Jesús.
4 de julio de 2018 – TO – Miércoles de la XIII Semana
¿Qué quieres de nosotros,
Hijo de Dios?
Lectura de la profecía de Amós 5, 14-15. 21-24
Busquen el bien y no el mal, para que tengan vida, y así el Señor, Dios
de los ejércitos, estará con ustedes, como ustedes dicen. Aborrezcan el mal,
amen el bien, y hagan triunfar el derecho en la Puerta: tal vez el Señor, Dios
de los ejércitos, tenga piedad del resto de José.
Yo aborrezco, desprecio sus fiestas, y me repugnan sus asambleas. Cuando
ustedes me ofrecen holocaustos, no me complazco en sus ofrendas ni miro sus
sacrificios de terneros cebados.
Aleja de mí el bullicio de tus cantos, no quiero oír el sonido de tus
arpas. Que el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente
inagotable.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 49, 7. 8-9. 10-11. 12-13. 16b-17 (R.:
23b)
R. Al que va por el buen camino, le haré gustar
la salvación de Dios.
Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:
yo soy el Señor, tu Dios. R.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!
Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales. R.
Porque son mías todas las fieras de la selva,
y también el ganado de las montañas más altas.
Yo conozco los pájaros de los montes
y tengo ante mí todos los animales del campo. R.
Si tuviera hambre, no te lo diría,
porque es mío el mundo y todo lo que hay en él.
¿Acaso voy a comer la carne de los toros
o a beber la sangre de los cabritos? R.
¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras? R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8,
28-34
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos,
fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan
feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: «¿Qué
quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de
tiempo?»
A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios
suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara.» El les dijo:
«Vayan.» Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar
desde lo alto del acantilado, y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de
todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al
encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Al final del reinado de Jeroboan II, el Reino del Norte vive en la
prosperidad; se acumulan los éxitos militares, las actividades comerciales
fructuosas traen riqueza y lujo. El pueblo interpreta esto como las ventajas de
la Alianza, que llevan una especie de particular predilección divina. Amós
denuncia esta falsificación de la Alianza y de pretendido privilegio.
Una de las características más destacadas del profetismo bíblico es la
concepción de que religión y ética son inseparables. Una muestra es la denuncia
del culto idolátrico, que evita el encuentro con un Dios que interpela el
comportamiento del creyente, respecto a los demás hombres.
Amós aclara la religiosidad de los fieles del Reino del Norte. Buscar a
Dios sólo en el culto y los santuarios e ignorarlo en la vida ética constituye
la más abominable de las idolatrías. Dios ama a los hombres, no la letra ni el
sacrificio ni, mucho menos todavía, el sacrificio humano.
Si el pueblo elegido persiste en prescindir de las exigencias éticas de
la alianza, y continúa degradándose en las prácticas idolátricas, en la
injusticia y violencia contra los débiles, el pueblo enemigo y el exilio
pondrán fin a todo para restablecer los derechos de Dios y de los pobres.
En Amós el juicio es descrito como el “día de Yahvé”. En la mentalidad
popular evocaba una extraordinaria manifestación de Yahvé a favor de su pueblo
y contra sus enemigos. Para Amós será verdaderamente el «día de Yahvé», el
momento en que Dios manifestará su victoria, que no significa la de Israel.
Este «día» Israel, tendrá que dar cuenta a Dios de haber desaprovechado tantas
ocasiones y haberle cerrado el paso. Amós relata con perspicacia, el
comportamiento irresponsable y criminal de los gobernantes de Israel y de Judá,
entregados a los placeres más refinados y lujuriosos.
***
Jesús llega a la ciudad helenística de Gadara que se encontraba cerca
del mar de Galilea. Atraídos por su presencia, van a su encuentro dos hombres
endemoniados, poseídos por un espíritu inmundo. Los poseídos acuden a Jesús
desde el cementerio; salen de los sepulcros, lugar de la muerte, para acercarse
a Él; desean ver en Jesús una posibilidad de vida nueva.
En el mundo antiguo, judío y pagano, se atribuían frecuentemente a los
demonios los trastornos para los que acostumbradamente no había explicación.
Los endemoniados gritan y protestan porque creen descubrir en Jesús, hostilidad
hacia ellos, como la que habían encontrado en los demás. Estos endemoniados se
resisten a la acción de Jesús, como lo muestran sus gritos, pero reconocen al
mismo tiempo su condición divina. Es el “Hijo de Dios”, el Mesías; el único
liberador que puede sacarlos de la situación miserable en que se encuentran.
Cerca del lugar había una piara de cerdos; se trata evidentemente de
país pagano. El cerdo es el animal más impuro; y por lo tanto el lugar natural
para los demonios. En la mentalidad judía, el cerdo no tenía valor y nadie
sufría por su pérdida. Los demonios le suplican a Jesús para que los envíe a la
piara de cerdos. Los demonios entraron en la piara y de inmediato se
precipitaron en el mar y murieron junto con los cerdos.
Los exorcismos demuestran cómo los demonios no tienen realmente poder
alguno y quedan sometidos instantáneamente a la palabra de Jesús.
Hay un solo poder con el que los hombres deben contar, y es el poder de
Dios que vence cualquier otro poder.
Dios nos ama principalmente con un amor de Padre. Sin embargo, su
infinito poder llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Los
lugareños muestran la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón
humano, cuando lo que se le presenta contradice sus planes o intereses.
A Dios, no se le escapa el mundo de las manos. Dios siempre “dispone
todo para el bien de aquellos que ama”, a pesar de los impedimentos que le
podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada,
impedimentos para nosotros mismos. Dios sigue siendo Señor de la historia. En
eso apoyamos nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra fuerza para seguir
caminando.
Para discernir
¿Qué cosas me han incomodado del paso de Dios por mi vida?
¿Desconfío de las promesas de Dios?
¿Qué impedimentos pongo en la construcción del reino?
Repitamos a lo largo de este día
…Jesús confío en Ti…
Para la lectura espiritual
…”La cuestión de saber qué es el cristianismo y quién es Cristo para
nosotros hoy, me preocupa constantemente. El tiempo en que se podía decir todo
a los hombres, por medio de palabras teológicas o piadosas, ha pasado, lo mismo
que el tiempo de la espiritualidad y de la conciencia, es decir, el tiempo de
la religión en general. Vamos al encuentro de una época totalmente irreligiosa;
los hombres, tal como son, simplemente ya no pueden seguir siendo religiosos;
incluso los que se declaran honestamente religiosos no practican en modo alguno
su religión; por consiguiente, es probable que entiendan el término en un
sentido completamente diferente.
Si la religión es sólo un vestido del cristianismo -y este vestido ha
asumido también aspectos muy distintos en diferentes tiempos-, ¿qué será un
cristianismo no religioso? ¿Qué significado tienen el culto y la oración en la
irreligiosidad? ¿Adquiere tal vez una nueva importancia en este punto la
disciplina del arcano o, bien, la distinción entre penúltimo y último? Debemos
restablecer una disciplina del arcano que proteja de la profanación los
misterios de la fe cristiana”…
Dietrich Bonhoeffer,
Resistencia y sumisión, Sígueme, Salamanca 1983.
Para rezar
Gracias, Jesús
Tú eres el Hijo de Dios que te hiciste hermano y amigo nuestro.
Gracias, Jesús porque me quieres.
Tú viniste a enseñarnos el camino del cielo
Tú viniste a salvarnos del pecado y de la muerte.
Tú viniste a decirnos que Dios es un Padre que nos ama.
Tú viniste a enseñarnos a construir un mundo más digno del hombre.
Tú viniste a animarnos y hadarnos fuerza para ser mejores.’
Tú viniste a consolarnos en nuestras tristezas y a traer alegría a
nuestra vida.
Tú viniste a enseñarnos como amarnos y perdonarnos unos a otros.
Padre Dios, Tu nos amaste tanto que nos enviaste a Jesús, tu propio
Hijo, para salvarnos; ayúdanos a escuchar y cumplir siempre lo que El
nos dice.
Te lo pedimos por el mismo Cristo Jesús.
Amén.
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