19 de julio de 2018 – TO – JUEVES
DE LA XV SEMANA
Soy paciente y humilde de corazón
Lectura del libro del profeta Isaías 26, 7-9. 12. 16-19
La senda del justo es recta, tú allanas el sendero
del justo. Sí, en la senda trazada por tus juicios, esperamos en ti, Señor: tu
Nombre y tu recuerdo son el deseo de nuestra alma.
Mi alma te desea por la noche, y mi espíritu te
busca de madrugada, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los
habitantes del mundo aprenden la justicia.
Señor, tú nos aseguras la paz, porque eres tú el
que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos. En medio de la angustia,
Señor, acudimos a ti, clamamos en la opresión, cuando nos golpeaba tu castigo.
Como la mujer embarazada, que está por dar a luz,
se retuerce y da gritos de dolor, así éramos nosotros delante de ti, Señor.
Hemos concebido, nos hemos retorcido, y no dimos a luz más que viento. ¡No
hemos traído la salvación a la tierra, no le nacieron habitantes al mundo!
Pero tus muertos revivirán, se levantarás sus
cadáveres. ¡Despierten y griten de alegría los que yacen en el polvo! Porque tu
rocío es un rocío de luz, y la tierra dará vida a las Sombras.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 101, 13-14b y 15.
16-18. 19-21 (R.: 20b)
R. El Señor miró la tierra
desde el cielo.
Tú, Señor, reinas para siempre,
y tu Nombre permanece eternamente.
Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,
porque ya es hora de tenerle piedad,
tus servidores sienten amor por esas piedras
y se compadecen de esas ruinas. R.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu
gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria. R.
Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 11, 28-30
Jesús tomó la palabra y dijo:
Vengan a mí todos los que están afligidos y
agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi
yugo es suave y mi carga liviana.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Isaías pone en boca del pueblo como un salmo o una
profecía hecha oración.
En todo el fragmento la comunidad expresa su
confianza en el Señor; se apena de la ceguera de los malvados delante del Dios
que se muestra, recuerda los favores de Dios en el pasado; confiesa el pecado
que le ha merecido el castigo; espera el restablecimiento final del pueblo.
El pueblo se compara a una mujer, que cuando llega
el momento del parto se retuerce y grita angustiada. Pero ahora, el pueblo
tiene que reconocer que, después de tantos esfuerzos, confiando en sí mismos,
no trajeron la salvación al país.
Mientras los dolores de parto en una mujer, se
compensan con la alegría del nacimiento de una nueva criatura, en Judá todos
los sufrimientos aparecen vanos e inútiles.
El pueblo de Israel irá pronto al destierro.
Hubiera sido muy distinto si se hubieran mantenido fieles a la Alianza con
Dios, pero fueron a la ruina porque buscaron sus propios caminos.
El profeta, les enseña que el pecado es algo más
que una simple acción contraria a la norma del bien establecida por Dios: es la
ruptura de una relación íntima y personal con Dios. La salvación es la
conversión del corazón en la fidelidad y en el amor. Convertirse es rehacer el
camino y cambiar de orientación toda la manera de vivir.
***
El vértigo en el que vive el mundo es tan grande
que muchas veces no tenemos ni el tiempo, ni el reflejo suficiente para
asimilar estos cambios. La vida nos atrapa y el futuro que queremos manejar
hace que hombres, mujeres y hasta los chicos de este tiempo vivan bajo una
enorme presión.
Cargados de exigencias, compromisos,
planificaciones y objetivos nos agobiamos y nos cansamos de luchar sin ver,
muchas veces, resultados convincentes. Pareciera que siempre nos falta algo
para encontrarnos bien y por eso el sentimiento de depresión aumenta.
En este contexto las palabras de Jesús se nos
hacen, de un modo particular, íntimas, cercanas y consoladoras.
Jesús nos ofrece su comprensión en medio del
cansancio y de las ganas de encontrar donde reposar. Él se ofrece como
alternativa de vida y esperanza para los desanimados y decepcionados.
Quizá hemos luchado infructuosamente para ser
perfectos, porque en el fondo lo único que queremos, es sentirnos amados. Jesús
nos invita a una actitud de sencillez y humildad. La humildad es “caminar
siempre en la verdad” (Teresa de Jesús). Humildad que es transparencia y
honestidad y que por ser verdad nos libera. Él responde a nuestra crisis de
sentido, porque nos muestra que nuestra vida, vale no por lo que ha conseguido
sino simplemente porque “es”.
Nos duele y tortura no ser tan buenos como
quisiéramos, por eso la propuesta de Jesús de aprender de ÉL, siguiendo su
estilo de querer el bien para todos, con un corazón manso; nos dará paz aún en
los momentos más difíciles que nos presenta la vida. Este es su yugo «liviano»
con una carga «ligera». Vivir desde esta perspectiva, en un mundo que proclama
lo contrario, se hace imposible si lo queremos hacer solos. Con Jesús todo es
posible y fecundo.
Para
discernir
¿Dónde ubico la valoración de mi vida?
¿Me siento decepcionado de mí mismo?
¿Cuál es la meta de la carrera de la vida en la que
me encuentro?
Repitamos a
lo largo de este día
…Tu yugo es suave y tu carga liviana…
Para la lectura
espiritual
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré»
El Señor ama a los hombres, pero permite que sean
probados. De esta manera pueden reconocer su impotencia y humillarse y, gracias
a su humildad, recibir el Santo Espíritu. Y con el Santo Espíritu todo va bien,
todo se llena de gozo… El humilde estará contento con todo lo que le pueda
suceder, porque el Señor es su riqueza y su gozo; todos los hombres quedarán
sorprendidos de la belleza de su alma.
Tú dices: «Mi vida está llena de sufrimientos».
Pero yo te contestaré, o mejor dicho, será el mismo Señor el que te dirá: «Se
humilde y verás como tus pruebas se cambian en descanso», hasta el punto que te
sorprenderás de ti mismo y te dirás: « ¿Por qué en otro tiempo estaba yo tan
atormentado y afligido?» Ahora eres feliz porque has llegado a ser humilde y
has recibido la gracia divina; ahora, incluso cuando te encontrarás sola con tu
pobreza, el gozo no te abandonará porque tienes en tu alma la paz que nos
prometió el Señor cuando dijo: «Mi paz os doy» (Jn 14,27). Es de esta manera
que el Señor da su paz a todas las almas humildes”…
San Silvano (1866-1938), monje ortodoxo – Escritos
Para rezar
La fuerza de la Vida
Creo en un Dios impotente,
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.
Creo en un Dios ¡tan vecino!
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.
Ceo en un Dios sin poder,
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!
Creo en un Dios impotente,
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…
Creo en un Dios
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!
Creo en un Dios novedoso,
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.
Creo en un Dios generoso,
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.
Creo en un Dios que no puede,
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!
Anónimo
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