11 de julio de 2018 – TO - MIÉRCOLES DE LA XIV SEMANA
Vayan
a las ovejas perdidas del pueblo de Israel
Lectura de la profecía de
Oseas 10, 1-3. 7-8. 12
Israel era una viña exhuberante, que
producía su fruto. Cuanto más se multiplicaban sus frutos, más multiplicaba él
los altares; cuanto mejor le iba al país, mejores hacía él las piedras
conmemorativas. Su corazón está dividido, ahora tendrán que expiar: el mismo
Señor destrozará sus altares, devastará sus piedras conmemorativas.
Seguramente dirán entonces: «No tenemos
rey, porque no hemos temido al Señor. Pero el rey ¿que podría hacer por
nosotros?»
¡Samaría está completamente perdida! Su
rey es como una astilla sobre la superficie de las aguas. Los lugares altos de
Aven, el pecado de Israel, también serán destruidos; espinas y cardos invadirán
sus altares. Ellos dirán entonces a las montañas: «Cúbrannos», y a las colinas:
« ¡Caigan sobres nosotros!»
Siembren semillas de justicia, cosechen
el fruto de la fidelidad, roturen un campo nuevo: es tiempo de buscar al Señor,
hasta que él venga y haga llover para ustedes la justicia.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 104,
2-3. 4-5. 6-7 (R.: 4b)
R. Busquen
constantemente el rostro del Señor.
¡Canten al Señor con instrumentos
musicales,
pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor! R.
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro;
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!
R.
Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 10, 1-7
Jesús convocó a sus doce discípulos y
les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier
enfermedad o dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son:
en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego,
Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y
Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y
Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A estos Doce, Jesús los envió con las
siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna
ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo
de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
·
A la muerte de Joroboam comienza la
carrera por el poder. Zacarías, su hijo, es asesinado a los seis meses de
reinado. Shalum ha de pedir ayuda a Asiria para asentar su autoridad. Pequahya
cae bajo los golpes de uno de sus oficiales después de sólo un año de reinado.
Crece la anarquía. La nación se disgrega. Pronto morirá Samaria bajo los golpes
de Asiria, en 722. Y el profeta interpreta toda esa historia.
·
Las imágenes del dolor vivido por el
profeta a causa del alejamiento adúltero de la esposa, parecen insuficientes
para describir el drama del alejamiento de Israel respecto a Dios, desde
tiempos antiguos. Ahora el pueblo elegido es comparado a una “viña” frondosa
que producía mucho fruto, pero que a medida que aumentaba su fruto, más
aumentaba los altares. Cuánto más prosperidad había en el país, mejores y más
lujosos hacían los ídolos.
·
Dios les daba prosperidad y felicidad,
pero ellos daban gracias a los Baales. Fingen permanecer fieles al verdadero Dios,
pero su corazón está en los cultos sexuales de los Baales.
·
Por la corrupción general, el poder
político pierde toda su fuerza, y la sociedad se destruye a sí misma antes de
sucumbir en manos de los pueblos vecinos; el castigo aparece como el final de la
civilización.
·
El pueblo elegido ahora se ha
convertido en campo estéril. Se han olvidado de Dios fiándose de las fuerzas
humanas, que ahora fallan. El único remedio es que Israel se convierta y vuelva
a su esposo, Dios.
·
El Evangelio nos muestra a Jesús
enviando a sus discípulos en misión. Jesús los llama, y les da autoridad sobre
las fuerzas del mal, y capacidad para liberar a las personas de toda dolencia.
Los llama por sus propios nombres y los envía.
·
La Iglesia es una comunidad misionera.
Tiene su origen en el cumplimiento de la misión del Hijo y del Espíritu Santo
según el plan de Dios Padre.
·
Hoy Jesús nos sigue llamando por
nuestro propio nombre y desde nuestras particulares circunstancias. No nos
llama para una misión fácil. Estamos en medio de una realidad deshumanizante;
ante un mundo enfermo de egoísmo, corrupción y ambición desmedida que todo lo
justifica.
·
Es en este mundo, donde el Señor nos
llama a proclamar con fuerza y valentía, la llegada del Reino de vida y
esperanza, a ser servidores de la Palabra de gracia, al servicio del Reino por
el que Jesús, consagró su vida. Sus palabras y sus actos, aquello que hoy nos
invita a reproducir, no tenían otra finalidad que la de crear entre los
hombres, lazos tan fraternales que el Espíritu pudiera desde ellos hacer nacer
el Reino.
·
Renovar entre los hombres los lazos que
la vida se encarga de deshacer, para que los excluidos sean reinsertados en la
comunión, los pecadores sean rescatados y el perdón pueda crear una nueva
historia.
Para
discernir
·
¿Dónde descubro que tiene que
hacerse presente mi anuncio?
·
¿Siento la responsabilidad de
anunciar la Vida Nueva del reino?
·
¿Me urge la realización de un
mundo que sea Reino?
Repitamos
a lo largo de este día
…Unido a Vos
Señor, anuncio tu Palabra…
Para la
lectura espiritual
«A estos doce los envió Jesús en misión»
…La misión divina confiada por Jesús a
los apóstoles durará hasta el fin del mundo (Mt 28,20) puesto que el Evangelio
que ellos deben propagar es en todo tiempo el principio de toda la vida para la
Iglesia. Por esto los apóstoles se cuidaron de establecer sucesores en esta
sociedad jerárquicamente organizada. En efecto, no sólo tuvieron diversos
colaboradores en el ministerio (Hch 6,2-6; 11,30), sino que, a fin de que la
misión a ellos confiada se continuase después de su muerte, dejaron a modo de
testamento a sus colaboradores inmediatos el encargo de acabar y consolidar la
obra comenzada con ellos, encomendándoles que atendieran a toda la grey, en
medio de la cual el Espíritu Santo los había puesto «para apacentar la Iglesia
de Dios» (Hch 20,28). Y así establecieron tales colaboradores y les dieron
además la orden de que, al morir ellos, otros varones probados se hicieran
cargo de su ministerio.
Entre los varios ministerios que desde
los primeros tiempos se vienen ejerciendo en la Iglesia, según el testimonio de
la tradición, ocupa el primer lugar el oficio de aquellos que, ordenados
obispos por una sucesión que se remonta a los mismos orígenes, conservan la
semilla apostólica. Así, como atestigua san Ireneo, por medio de aquellos que
fueron instituidos por los apóstoles obispos y sucesores suyos hasta nosotros,
se manifiesta y se conserva la tradición apostólica en todo el mundo.
Los obispos, pues, recibieron el
ministerio de la comunidad con sus colaboradores, los sacerdotes y diáconos,
presidiendo en nombre de Dios la grey, de la cual son pastores, como maestros
de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno. Y así como
permanece el oficio que Dios concedió personalmente a Pedro, príncipe de los
apóstoles, para que fuera transmitido a sus sucesores, así también perdura el
oficio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ejercer de forma
permanente el orden sagrado de los obispos…
Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 20
Para rezar
Te he visto, Señor, en todos los gestos de ternura
de cada corazón humano, en cada beso, en cada abrazo.
Te he visto, Señor, cercano a todos los hombres desganados
y heridos de falta de vida.
Te he visto, Señor, en cada niño esclavo,
en cada mujer maltratada,
en cada persona que agoniza de tristeza.
Te he visto, Señor, en cada persona sin libertad,
en cada alma en soledad, en cada moribundo.
Te he visto, Señor, caminando por las calles cercano a todos,
llenando con luces de esperanza
a tanta gente que camina por la vida sin ninguna esperanza.
Francisco Cerro
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