24 de junio de 2018
– TO – DOMINGO XII - Ciclo B
El
nacimiento de San Juan Bautista (S)
Te llamo a ser luz de las
naciones
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro del profeta Isaías 49, 1-6
¡Escúchenme,
costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el
seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. El hizo de mi
boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una
flecha punzante, me escondió en su aljaba. El me dijo: «Tú eres mi Servidor,
Israel, por ti yo me glorificaré.» Pero yo dije: «En vano me fatigué, para
nada, inútilmente, he gastado mi fuerza.» Sin embargo, mi derecho está junto al
Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que
me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que
Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y
mi Dios ha sido mi fortaleza. El dice: «Es demasiado poco que seas mi Servidor
para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de
Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi
salvación hasta los confines de la tierra.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
138, 1b-3. 13-14b. 14c-15 (R.: 14a)
R. Te
doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.
Señor,
tú me sondeas y me conoces,
tú
sabes si me siento o me levanto;
de
lejos percibes lo que pienso,
te
das cuenta si camino o si descanso,
y
todos mis pasos te son familiares. R.
Tú
creaste mis entrañas,
me
plasmaste en el seno de mi madre:
te
doy gracias porque fui formado
de
manera tan admirable.
¡Qué
maravillosas son tus obras! R.
Tú
conocías hasta el fondo de mi alma
y
nada de mi ser se te ocultaba,
cuando
yo era formado en lo secreto,
cuando
era tejido en lo profundo de la tierra. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de los Hechos de los
apóstoles 13, 22-26
Pablo
decía:
«Cuando
Dios desechó a Saúl, les suscitó como rey a David, e; hijo de Jesé, a un hombre
conforme a mi corazón que cumplirá siempre mi voluntad. De la descendencia de
David hizo surgir para Israel un Salvador, qué es Jesús. Como preparación a su
venida, Juan había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de
Israel. Y al final de su carrera, Juan decía: “Yo no soy el que ustedes creen,
pero sepan que después de mí viene aquel a quien yo no soy digno de desatar las
sandalias”. Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los
descendientes de Abraham y los que temen a Dios.»
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
Cuando
llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse
sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado,
se alegraban con ella.
A
los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo
Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan.» Ellos le
decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Entonces preguntaron
por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió:
«Su nombre es Juan.» Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías
recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una
gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la
región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo
en su corazón y se decían: « ¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del
Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y
vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Hoy
las cuestiones fundamentales de la vida, corren el peligro de ser
sofocadas o eludidas. El sentido de la vida, más que buscado viene
impuesto: o por lo que se vive en lo inmediato, o por lo que satisface las
necesidades; la conciencia llega a ser cada vez más extraña, y las cuestiones
más importantes quedan sepultadas.
Un
aspecto que caracteriza el tiempo que corre, es la multiplicidad de opciones
que se presentan como contracara a la carencia de enfoques, de propuestas, de
proyectos. El hoy se asemeja a un panteón de la antigua Roma, a un
gran « templo » en el que todas las « divinidades » tienen lugar, y cada «
valor » tiene su puesto y su altar.
En
este contexto, resulta difícil tener una visión unitaria del mundo y, por lo
tanto es muy débil la capacidad de proyectar la vida. Cuando una cultura no
define valores como capaces para dar sentido a la vida, sino que pone todo en
el mismo plano, todo llega a ser indiferente y sin importancia.
Se
busca autenticidad, afecto, relaciones personales, amplitud
de horizontes; y por otro lado es muy grande la experiencia de estar
solos, «heridos» por el bienestar, engañados por las ideologías, confusos
por el relativismo dominante.
El
criterio con el que la mentalidad de hoy acostumbra a mirar el futuro se centra
en el provecho, el gusto o la comodidad. El camino a elegir, la
persona que amar, la profesión a desarrollar, se dispone de modo que se
presente como criterio absoluto, la utilidad particular del individuo. Son
opciones sin ninguna apertura a lo que el hombre realmente desea, al misterio y
a la trascendencia y muchas veces con escasa responsabilidad respecto a la
vida, propia y ajena. Predomina una sensibilidad y mentalidad que desestiman
la clave vocacional de la vida.
En
nuestro mundo complejo y sin puntos veraces de referencia, el modelo que
prevalece es el del «hombre sin vocación ». Una cultura de este estilo hace
jóvenes con una identidad frágil y fragmentada, con la consiguiente indecisión
crónica frente a la opción vocacional. Si por una parte se busca a
toda costa, autonomía e independencia, por otra, se tiende, como refugio,
a ser dependientes del ambiente socio-cultural y a vivir en
función de lo que “pide el cuerpo”, de aquello que” hace sentir bien”, en
un mundo afectivo hecho a nuestra medida.
La
vocación fundamental del hombre, se contiene en la vocación a la
vida y a una vida concebida desde su origen, a semejanza de la vida
de Dios. El acto creador del Padre, es lo que provoca el conocimiento de
que la vida es una entrega a la libertad del hombre, llamado a dar
respuesta personalísima y original, responsable y llena de gratitud.
Dios
me ha llamado de la nada. Entre los miles de millones de seres posibles, Él me
ha elegido y me ha llamado a mí. Mi vida está constituida por esa llamada. Mi
vida continúa porque Él continúa llamándome, impidiendo que vuelva a caer en el
silencio de la nada del que fui sacado. Mi existencia es fruto del amor
creador de Dios, de su palabra creadora. Vengo a la vida porque soy amado,
pensado y querido por una Voluntad que nos ha preferido a la no-existencia, que
nos ha amado antes de que fuésemos.
Mi
vida es una Voz que me llama, la Voz potente de Aquél a quien se debe todo lo
que existe; mi vida es una respuesta obligatoria a esa Voz que
me está llamando.
En
la existencia de algunos hombres, esta llamada de Dios se ha dejado realmente
sentir con la inmediatez concreta de una voz humana, de acontecimientos, de
necesidades, suscitando la sorpresa o el sobresalto que se experimenta cuando
somos llamados por nuestro nombre a aquello que humanamente nos sobrepasa.
Y
esto es lo que explica, en la raíz, el misterio de la vida del hombre,
que es misterio de predilección y gratuidad absoluta. Como proyecto de
vida, la vocación es proyecto total de existencia. Nada queda
fuera de ella, nada queda al margen de ella, todo tiene un nuevo sentido. Hay
cosas en nuestra vida que la vocación revoca, porque no pueden seguir igual,
exigen una conformación con lo que Dios quiere. La vocación como
compromiso exige dar la vida, entregarla sin cálculo, generosamente, con la
seguridad puesta en quien llama.
***
En
el Evangelio de hoy los vecinos se hacían la pregunta justa: “¿Qué va a
ser este niño?”. Era y es la pregunta que todos nos hacemos ante un recién
nacido. ¿Qué mundo le tocará? ¿Qué profesión tendrá? ¿Será feliz? Un
niño recién nacido es siempre un libro abierto y en blanco. Todas las páginas
están por llenar. Cada niño que nace tiene siempre algo de profecía, de
ruptura con el pasado y comienzo de algo nuevo. Es siempre un misterio.
Hoy
celebramos el nacimiento de Juan Bautista. Una vocación grabada a fuego
desde el vientre materno. Su futuro será sorprendente: anunciar la
presencia de Jesús, el Salvador, y preparar sus caminos. Nunca los padres
imaginaron así el futuro de su hijo.
Lo
que más se destaca en la vocación de Juan es su total dedicación a la
tarea de convertir al pueblo ante la venida del Señor. Él ha visto la situación
de su pueblo, ha experimentado que era necesario hacer algo, ha sentido que
Dios lo llamaba, y se ha lanzado. Juan habla con dureza, es exigente,
combate las desigualdades, las injusticias, las autosatisfacciones, la búsqueda
indiscriminada del placer. Juan es tan exigente consigo mismo, hasta el punto
que, comparado con Jesús, aparece casi exageradamente ascético; esa es su
manera de mostrar que el proyecto de Dios es lo único importante.
Al
contemplar el testimonio personal de Juan, contemplamos también su papel en la
historia de la salvación. Contemplamos como Dios va marcando caminos,
y escoge a hombres y mujeres para realizar su plan salvador. Juan es
escogido con una función especialmente decisiva.
La
primera lectura, le aplica a Juan el segundo cántico del Siervo de Yahvé, para
señalar esta elección, que consistirá en empezar a encender en medio del
pueblo de Israel la luz; que después será luz para todas las naciones.
Juan es
una señal del amor de Dios por su pueblo. El nombre de “Juan” quiere
decir “Dios concede su favor”, y se aplica hoy tanto al nivel doméstico de
la vida de Zacarías e Isabel, que siendo ya ancianos tienen un hijo, como en el
nivel de la historia de la salvación de Dios para todos los hombres.
Juan
supo recoger toda la esperanza y anhelo de salvación que estaba en el corazón
de su pueblo. Su palabra, atenta al devenir de la vida de los
hombres de su tiempo, llegaba al interior de cada uno suscitando
provocación, inquietud y haciendo que los ojos se abrieran al futuro. Su
palabra
tambaleaba seguridades, fue “espada cortante” que llamaba con ímpetu, como la palabra de los profetas, a la conversión.
tambaleaba seguridades, fue “espada cortante” que llamaba con ímpetu, como la palabra de los profetas, a la conversión.
Juan
representa el último escalón de la preparación de la venida del Mesías. El
relato de Lucas, nos describe su figura con todos los rasgos característicos de
los verdaderos profetas: la vocación que se manifiesta desde el nacimiento
mismo, la posesión del Espíritu, la ascesis. Juan nace de unas entrañas
estériles; es de familia sacerdotal y es profeta, destinado a
designar al Mesías.
Como profeta capta
los signos de los tiempos, en el punto preciso en el que el futuro le dará
significación. No se expresa mediante conceptos; recurre a los signos y a
los gestos, más que de solucionarlos, es capaz de vislumbrar los problemas.
Su lenguaje es directo y crudo. Transmite un ‘mensaje’: es
el heraldo del Mesías, que ha venido y que ha de venir”.
A
la pregunta: “¿Qué va a ser este niño?”; le responde la primera lectura:
“Te hago luz de las naciones“, pero al mismo tiempo la segunda lectura lo
presenta lleno de humildad y totalmente subordinado a Jesús: “Yo no soy
quien piensan, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las
sandalias”. El propio Jesús define la figura de Juan: “entre todos los
nacidos de mujer no hay profeta mayor que Juan; pero el más pequeño en el Reino
de Dios es mayor que él”.
La grandeza
de su vocación y la grandeza de la fidelidad con la que él la
vive consiste en no ahorrar sacrificio, sabiéndose retirar cuando
su misión está realizada, no pretendiendo entender más de lo que le es
dado, sabiendo morir para no traicionar su verdad. Sabe disminuir y
desaparecer para dar paso al único y verdadero Salvador.
La actitud
clave que permite al Bautista actuar de esta manera es
su desprendimiento. Juan no construye nada para él, ni siquiera un grupo
de seguidores. Obra en función de otro. Tiene clara conciencia de
ser puente y camino. Él no es el fin.
Para
nosotros Jesucristo no es “el que ha de venir” sino “el que ha venido”. Pero
igualmente podemos hablar de una necesidad de continuar su venida y por lo
tanto, de una necesidad de continuar el trabajo de Juan: preparar la venida de
Jesucristo a cada uno de nosotros, a cada hombre, a la humanidad, en cada
momento de la historia. La voluntad de Dios y nuestra responsabilidad es que
Jesucristo sea conocido y seguido a través de lo que nosotros hacemos. La
vocación fundamental de cada cristiano es ser fiel a la misión de preparar
el camino.
De
ello depende el que la Buena Noticia de Jesucristo quede desconocida, falseada,
o sea un anuncio que libere, que comunique fuerza, que renueve al hombre. Esta
misión, cada uno tiene su modo de realizarla sin excusas.
Hoy
el ejemplo de Juan nos muestra caminos para realizar nuestra vocación. Juan une
la radicalidad de su palabra y la exigencia de su propia vida, con la fidelidad
a lo que él dice. Es un hombre que dice y hace con exigencia, con radicalidad.
Nos
enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos
seguir. Juan nos enseña a cumplir con nuestra misión de discípulos de
Cristo viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien
no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras
vivas de la Iglesia. Nos hace ver la importancia del reconocimiento y
arrepentimiento de los pecados.
En
cierto modo, estas características de Juan son las que debemos tener como
Iglesia con respecto a la persona y a la obra de Jesús. La vocación propia
de la Iglesia es preparar el camino para el encuentro salvador de los
hombres con Jesús. Su razón de ser radica en la misión de precursora de
Jesús. Como Juan, la Iglesia está llamada a señalar a los hombres dónde se
encuentra la verdadera salvación.
Ella
sabe que los hombres pueden encontrar a Jesús de muchas maneras, y su mayor
alegría consiste en disminuir para que Jesús crezca en el corazón de los
hombres. El ejemplo de Juan nos debe estimular a la aceptación gozosa
de nuestro papel, relativo y subordinado, pero lleno de la
verdadera grandeza.
Para discernir
¿Experimento
mi vida como la realización de una vocación?
¿Qué
determina mi respuesta cotidiana?
¿Valoro
el papel que tengo en la construcción del reino?
Repitamos a lo largo de este día
..Llamado
a preparar su camino…
Para la lectura espiritual
«Y tú, niño,
serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar
sus caminos.» (Lc 1,76)
…”Con
razón el nacimiento de este niño fue para muchos causa de alegría. Lo sigue
siendo hoy. Nacido en la vejez de sus padres, vino a predicar a un mundo
envejecido la gracia de un nuevo nacimiento. Es justo que la Iglesia celebre
este nacimiento con solemnidad, ya que se trata de un hecho maravilloso de la
gracia, del que la naturaleza se admira.
A
mí mismo, esta lámpara que ilumina al mundo (Jn 5,35) me trae con su aparición
una alegría nueva, ya que es gracia a ella que he reconocido al que es la luz
verdadera que alumbra en las tinieblas, pero las tinieblas no la han acogido.
(Jn 1,5; 9) Sí, el nacimiento de este niño me trae una alegría inefable ya que
es para el mundo entero fuente de inestimables bienes. Juan, el primero,
instruye a la Iglesia, empieza a educarla por la penitencia, la prepara por el
bautismo, y, una vez preparada, la entrega a Cristo y la une a él. (Jn 3,29).
Enseña a la Iglesia a vivir en la sobriedad, y por el ejemplo de su propia
muerte le concede la fortaleza para morir animosa. Por todo ello prepara al
Señor un pueblo bien dispuesto”… (Lc 1,17)
Beato Guerric
d’Igny (hacia 1080-1157) abad cisterciense
Sermón 1 para la
fiesta de S. Juan Bautista
Para rezar
Hoy te
bendecimos, Dios de los apóstoles y de los profetas,
por la figura y testimonio de Juan el Bautista,
el precursor humilde e insobornable del Mesías, Cristo Jesús.
haz que nos tomemos muy en serio su mensaje siempre actual.
Así, convertidos al amor y la justicia de tu reino,
te cantamos a boca llena el canto de gozo de los convertidos.
Éramos tierra yerma y erial calcinado por el egoísmo,
pero tú eres capaz de hacer florecer nuestro desierto inhóspito.
Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempre
con el corazón alegre por tu amorosa gratitud de Padre,
porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo.
Amén.
por la figura y testimonio de Juan el Bautista,
el precursor humilde e insobornable del Mesías, Cristo Jesús.
haz que nos tomemos muy en serio su mensaje siempre actual.
Así, convertidos al amor y la justicia de tu reino,
te cantamos a boca llena el canto de gozo de los convertidos.
Éramos tierra yerma y erial calcinado por el egoísmo,
pero tú eres capaz de hacer florecer nuestro desierto inhóspito.
Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempre
con el corazón alegre por tu amorosa gratitud de Padre,
porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo.
Amén.
B.
Caballero
24
de junio de 2018 – TO - DOMINGO XII –
Ciclo B
…¿Por qué tienen miedo?…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro de Job 38, 1, 8-11
El
señor habló a Job desde la tempestad, diciendo: ¡¿Quién encerró con dos puertas
al mar, cuando él salía a borbotones del vientre materno, cuando le puse una
nube por vestido y por pañales, densos nubarrones?! Yo tracé un límite
alrededor de él, le puse cerrojos y puertas y le dije: “Llegarás hasta aquí y
no pasarás; aquí se quebrará la soberbia de tus olas”.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal
106, 23-26. 28-31
R.
¡Den gloria al señor porque es bueno,
porque
es eterno su amor!
Los
que viajaron en barco por el mar
para
traficar por las aguas inmensas,
contemplaron
las obras del Señor,
sus
maravillas en el océano profundo.
Con
su palabra desafió el vendaval,
que
encrespaba las olas de océano:
ellos
subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se
sentían desfallecer por el mareo.
Pero
en la angustia invocaron al Señor,
y
él los libró de las tribulaciones:
cambió
el huracán en una brisa suave
y
se aplacaron las olas del mar.
Entonces
se alegraron de aquella calma,
el
Señor los condujo al puerto deseado.
Den
gracias al Señor por su misericordia
y
por sus maravillas a favor de los hombres.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la segunda carta del apóstol San Pablo
a
los cristianos de Corinto 2 Cor 5,14-17
Hermanos:
El
amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno sólo murió por todos,
entonces todos han muerto. Y El murió por todos a fin de que los que viven no
vivan más para sí mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos. Por
eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios
puramente humanos, y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos
más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha
desaparecido, un ser nuevo se ha hacho presente.
Palabra
de Dios
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san
Marcos 4.35-41
Un
día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”.
Ellos dejando a la multitud lo llevaron en la barca, así como estaba. Había
otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, las olas
entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa,
durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿no te
importa que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar:
“¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después
les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?. Entonces quedaron
atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es este que hasta el viento y el
mar le obedecen?”.
Palabra
del Señor
Para reflexionar
Ciertamente
vivir no resulta fácil. El sentimiento de inseguridad es uno de los
condicionantes más fuertes y una de las causas más grandes de frustraciones, de
violencia, de angustia. La experiencia de vida amenazada nos va
tomando poco a poco y se va trasladando a nuestras opciones, decisiones y
comportamientos.
En
nuestra vid de fe están las amenazas que provienen del medio: la
injusticia, la violencia, la corrupción, el consumismo, el relativismo y el
sensualismo. Están las amenazas de dentro. Las de la misma Iglesia,
las de la comunidad en la que no siempre vemos reflejado el rostro de Cristo y
traen como consecuencia la burla, el descrédito, la intolerancia. Ante esto nos
avergonzamos o abatimos pensando si el esfuerzo vale la pena.
También
están las amenazas de dentro nuestro, cuando descubrimos tristemente que
no somos todo lo que pensábamos que éramos y que “el tiempo no para”.
Esta lucha provoca
cansancio, duda, miedo. Miedo a la verdad, miedo a los sentimientos, miedo a
perder, miedo a lo nuevo, miedo al cambio, miedo al miedo. Y así, cuando la
realidad nos ahoga y nos sentimos perdidos y desorientados abandonamos todo
esfuerzo y dejamos que la barca de la vida sea empujada por su propio
viento y que la historia se construya sola.
***
Todo
el libro de Job es un esfuerzo pedagógico de la Palabra de Dios
a fin de que el hombre reflexione sobre el problema del mal, sobre
las injusticias en el mundo, y, sobre todo, en el hecho insólito de
que sufra el hombre justo Job se lamenta del trato que recibe después
de una vida entregada a hacer el bien. Pero Dios no responde Su
lógica es distinta de la nuestra. Dios, es siempre misterio para
el hombre pero puede ser contemplado en sus obras, en la creación. En el
universo entero hay huellas del su amor y sabiduría infinita. Se encuentra con
Dios, y entonces sus interrogantes ya no piden respuesta.
***
Pablo
se defiende contra la opinión de ciertos grupos de Corinto que
sólo se fijan en las apariencias y menosprecian su persona y su actuación,
llegando a decir de él que no está en sus cabales y que ha perdido la cabeza.
Pablo comienza su exposición diciendo que la base de su proceder es
el amor que Cristo ha mostrado a los hombres. El tomó nuestra muerte y así
nosotros podemos tomar su vida. Esto es lo que impulsa a quien se siente
identificado con Cristo a proceder como Él superando el egoísmo del hombre
viejo viviendo para los demás. Este cambio se produce en la más profunda
intimidad , y aquellos que se no se someten a esta transformación radical
del amor siguen juzgando a las persona según los viejos prejuicios de la
carne y el egoísmo.
***
El
evangelio no es una crónica periodística o histórica, sino una
reflexión de fe con la mirada puesta en Jesús, desde el ambiente de las
nacientes comunidades cristianas que van creciendo en medio de
conflictos y dificultades. Están insertas en una historia concreta que
experimenta el asedio de muchas amenazas internas y externas. Son
comunidades nuevas, perseguidas y surge en ellas la desesperación, el
desencanto. Este relato quiere animar a las comunidades agobiadas y
desalentadas por tantos enfrentamientos a permanecer mantener
una fe inquebrantable
en Jesús en medio de los apuros y tribulaciones de su existencia y a pesar de todo lo oscuro y tambaleante que pueda parecerles el panorama que tienen delante. La garantía se les propone a través de la victoria de Jesús sobre la tormenta del lago. Es el sentido del evangelio que hoy leemos.
una fe inquebrantable
en Jesús en medio de los apuros y tribulaciones de su existencia y a pesar de todo lo oscuro y tambaleante que pueda parecerles el panorama que tienen delante. La garantía se les propone a través de la victoria de Jesús sobre la tormenta del lago. Es el sentido del evangelio que hoy leemos.
***
La narración
de la tempestad que calmó Jesús en el lago de Galilea viene a continuación
de unas enseñanzas en parábolas. Jesús se daba cuenta de la incomprensión y
hostilidad que lo rodeaba.
El
mar en la literatura bíblica, por influencia de las literaturas
primitivas, está relacionado con los enemigos de Dios, es signo de
los poderes del mal, de las fuerzas que pretenden acabar con su obra.
En
medio del lago de Genesaret se levanta repentinamente una gran tempestad.
Las tempestades de este tipo aunque duran poco tiempo, son
muy peligrosas para las pequeñas barcas de pescadores. Sin embargo el
tema central es la barca que está en peligro de hundirse y la palabra
eficaz y definitiva de Jesús. La tradición cristiana ha visto desde siempre
a la barca como símbolo de la Iglesia, que navega por las aguas
tempestuosas del mundo y de la vida.
El
incidente tiene lugar de noche. Los símbolos que se utilizan son los más
sugestivos para presentar a la embarcación cercada por todos los peligros
imaginables.
El
sueño de Jesús simboliza su ausencia, indica que los discípulos no
son conscientes de su presencia hasta el momento del peligro. Los
discípulos lo despiertan: pidiéndole que los salve porque se hunden. Se sienten
perdidos y no encuentran ayuda ni en su experiencia ni en sus propias
fuerzas. Es una llamada de desesperación, pero también de confianza.
Jesús
se dirige a los discípulos y a la tempestad. “El viento cesó y vino una gran
calma. El reproche de Jesús no se hizo esperar. Ya lo habían visto
expulsando demonios y curando enfermedades, ahora les manifiesta su señorío
dominando las fuerzas de la naturaleza.
Hoy Igual
que en las primeras comunidades, en las que la fe de muchos naufragaba ante las
amenazas y las presiones del medio, nos urge recordar que Jesús no ha
abandonado la barca. El navega con nosotros. Es capaz de derrotar la
tempestad. La certeza de la presencia de Jesús debe fortalecer la frágil
fe de la comunidad.
Seguir
el camino de Jesús, es vivir comprometidos con la novedad del
Evangelio. Con Cristo lo viejo ya ha pasado, se impone lo nuevo. La
misión de la Iglesia es impregnar la vida y la historia con
verdaderos “criterios” cristianos, trabajar sin descanso con la misma
vocación del maestro de Nazaret en la construcción de una nueva tierra en
habitada por la justicia y el amor. Impregnar la cultura desde la vida
personal y social “de Evangelio”, para que abandonada la injusticia, el
odio, la ambición, se alcance la fraternidad, la paz, la solidaridad y la
justicia entre los hombres. Esto supone por lo tanto lucha, esfuerzo,
opción y persecución.
A
los discípulos no se nos ha prometido un crucero apacible por el mar
de esta vida. Nuestra historia, como la de los demás hombres, es muchas
veces una historia de tempestades.
En
el empeño por la fidelidad al Evangelio y a los propios ideales, tantas veces
contrapuestos a los ideales del “mundo”, en el sueño de una vida
transformada no faltarán mares inquietos y movidos, peligros, mareos de
toda clase, miedos, cobardías, desorientación, cansancios. Tampoco
faltarán crisis internas y externas, tensiones dentro y persecuciones u
hostilidad fuera, y podemos tener la sensación de que nos hundimos, que
la barca, personal o comunitaria va a zozobrar. Si la realidad nos
muestra esto en el camino de la realización del reino; a la le vez Jesús
nos dice que nos estamos solos.
La
vida está cada día realizándose, tiene algo de dramático pero mucho
de esperanzador que necesitamos interpretar todos los días. Venimos con un
pasado escrito y abiertos a un futuro por escribir lleno de
posibilidades. Aceptar la propia vida como llamado de Dios y querer
realizarla exige sinceridad, coraje, valentía y un serio compromiso para
no perderla dejándonos llevar por el viento de turno que sople. Dios no
quiere nuestro naufragio, sino que lleguemos a la otra orilla.
Cristo
como vencedor, es la respuesta definitiva de Dios. Sólo Jesús es el
Mesías, y sólo en Él en podemos fiarnos para encontrar la salida y el
sentido para todos nuestros problemas, sólo él puede dar respuesta a todas
nuestras ilusiones.
Esta
fe suprime el temor porque llena de Dios nuestra vida, disipando las tinieblas
de todos los rincones, sacudiendo las preocupaciones y disipando las angustias.
Pero, muchas veces, como los discípulos de la barca: esperamos la ayuda del
Padre, pero no toda la ayuda y de ese modo creemos, pero no nos abandonamos.
Igual
que aquella noche, para los discípulos los peligros son sólo
aparentes. Tener fe es creer en Cristo como Señor de la vida, no
huyendo ante los peligros o compromisos que puedan traernos su seguimiento
aunque se nublen los ideales, surjan las dificultades, nos sintamos
lejos de la orilla y parezca que ya no hay nada que hacer.
Si
Jesús está «dormido» es porque confía en nosotros y en nuestras
posibilidades cuando nos entregamos incondicionalmente a la fuerza poderosa de
su Palabra encarnada en el día a día con la certeza de que es Él quien
realmente conduce la barca de nuestra vida y la de la comunidad
cristiana que cree. El poder de Jesús exige nuestra confianza, necesita de
ella: “Todo lo puedo, si creo”. Con la fe todo se pone en pie, todo puede
ocurrir. Sin ella, nada. Jesús nos invita a creer antes de hacer cualquier
cosa, y también a medida que la hacemos.
La
fe no elimina las situaciones de peligro ni evita las contradicciones y
los males pero lo que cambia con la fe en Cristo, el Señor, es la forma de
afrontar la vida. Tanto la calma o la tormenta, la salud o enfermedad, la
vida o muerte, son aspectos relativos en la vida de un hombre nuevo
que con Cristo puede ver las cosas «desde el final», «desde la
pascua», que nos traduce la fidelidad de Dios que conduce los hilos de la
historia por oscuras encrucijadas, pero siempre hacia una meta de plenitud
y de paz.
Aunque a
menudo podamos tener la sensación de que estamos a merced de las
olas, la fuerza de Dios tiene sus propios caminos para salvarnos que casi
siempre pasan a través de nuestra existencia pobre y frágil. Lo que salva
al hombre es su fe, y lo que lo hunde es la falta de fe.
Contra
viento y marea a los discípulos somos invitados a fiarnos de
Dios y a una fe que elimine ese miedo a afrontar la vida. Una fe que nos
madure para mirar de frente los acontecimientos y encontrar el
sentido hacia el que apuntan. Cristo Jesús, que por su Pascua ha
vencido ya radicalmente el mal, y que aunque parezca dormido, está
presente y conduce nuestra existencia. En Él ha mostrado Dios toda la
fuerza de su plan salvador y liberador.
La
fe no nos da la seguridad de la posesión, hoy y aquí, de un mundo feliz, sino
la seguridad de que por Jesús hay valores que no serán destruidos y que por
eso vale la pena arriesgar hasta la misma vida.
La
certeza de que Jesús camina con nosotros nos puede ayudar a vencer los
miedos y las incertidumbres, y a «remar decididamente mar adentro». …”Cristo
está dormido en ti, es decir, has olvidado a Cristo. Despierta, pues, a Cristo,
acuérdate de Cristo, que Cristo despierte en ti; piensa en Él”. (San
Agustín)
Para discernir
¿Cuáles
son mis miedos e incertidumbres en el camino de la construcción del Reino?
¿Qué
cosas me detienen o paralizan?
¿Qué
debilidades descubro?
¿Clamo
al Señor? ¿Tengo certeza de su presencia?
Repitamos a lo largo de este día
…Jesús,
que no tema…
Para la lectura espiritual
Tu nave es tu
corazón
Le
hemos invocado. Levántese, pues; tome sus armas y venga en nuestra ayuda. ¿De
dónde ha de levantarse? Se le invoca en otro lugar con estas palabras:
Levántate, Señor, ¿por qué duermes? (Sal 43,23). Cuando se dice que duerme él,
somos nosotros quienes dormimos, y cuando se dice que se levanta él, somos
nosotros quienes nos levantamos. El Señor dormía también en la nave, que
zozobraba porque dormía Jesús. Si Jesús hubiese estado despierto, no hubiera
zozobrado. Tu nave es tu corazón. Jesús estaba en la nave: la fe habita en tu
corazón. Si traes a la memoria tu fe, no vacilará tu corazón; si olvidas la fe,
Cristo duerme y el naufragio está a las puertas. Por tanto, haz lo que falta,
para que, si se encuentra dormido, despierte. Dile: «Despierta, Señor, que
perecemos», para que dé órdenes a los vientos y se produzca la bonanza en tu
corazón (Mt 8,24). Cuando Cristo, es decir, cuando tu fe está despierta en tu
corazón, se alejan todas las tentaciones o, al menos, pierden toda su fuerza.
Por tanto, ¿qué significa levántate? Muéstrate, manifiéstate, hazte notar.
Levántate, Señor, y ven en mi auxilio
San
Agustín – Comentario al salmo 34,1, 3.
Para rezar
Señor
Jesucristo, te damos gracias porque eres nuestro hermano.
Porque siendo Dios, quisiste hacerte uno como nosotros, igual en
todo, menos en el pecado.
Porque viviendo eternamente con el Padre, viniste al mundo, a
experimentar la vida humana con todas sus consecuencias. Y entre
nosotros sentiste la vida, la alegría, el dolor, la compasión,
y el amor.
Te hiciste hombre como nosotros, para que nosotros nos acercáramos
a Tí. ¡Qué bueno eres con tus hermanos, Jesús! Y por eso, te damos gracias y te pedimos que nos ayudes a asemejarnos a Tí, buen Jesús.
Que nos ayudes imitarte, en la bondad, en la paciencia, en la alegría, en el optimismo. En la lucha decidida contra el pecado, personal y social.
Ayúdanos Señor Jesucristo, a vivir la unidad en la familia, en la Iglesia y en la sociedad.
Ayúdanos Señor, a construir la paz ahí donde hace tanta falta, ahí donde reina la discordia; danos tu paz para hacerla presente.
Danos tu gracia, Cristo, para que seamos tus testigos, y los hombres crean en Tí.
Gracias Jesús por tu presencia en medio de nosotros, gracias por tu amor que nos salva. Amén.
Porque siendo Dios, quisiste hacerte uno como nosotros, igual en
todo, menos en el pecado.
Porque viviendo eternamente con el Padre, viniste al mundo, a
experimentar la vida humana con todas sus consecuencias. Y entre
nosotros sentiste la vida, la alegría, el dolor, la compasión,
y el amor.
Te hiciste hombre como nosotros, para que nosotros nos acercáramos
a Tí. ¡Qué bueno eres con tus hermanos, Jesús! Y por eso, te damos gracias y te pedimos que nos ayudes a asemejarnos a Tí, buen Jesús.
Que nos ayudes imitarte, en la bondad, en la paciencia, en la alegría, en el optimismo. En la lucha decidida contra el pecado, personal y social.
Ayúdanos Señor Jesucristo, a vivir la unidad en la familia, en la Iglesia y en la sociedad.
Ayúdanos Señor, a construir la paz ahí donde hace tanta falta, ahí donde reina la discordia; danos tu paz para hacerla presente.
Danos tu gracia, Cristo, para que seamos tus testigos, y los hombres crean en Tí.
Gracias Jesús por tu presencia en medio de nosotros, gracias por tu amor que nos salva. Amén.
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