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de mayo de 2018 – DOMINGO VI DE PASCUA –
Ciclo B
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por
sus amigos
PRIMERA
LECTURA
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48
Cuando Pedro entró, Cornelio fue a su encuentro y se postró a sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: «Levántate, porque yo no soy más que un hombre.»
Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: «Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él.»
Mientras
Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que
escuchaban la Palabra. Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro
quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre
los paganos. En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la
grandeza de Dios.
Pedro
dijo: « ¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu
Santo como nosotros?» Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor
Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
97, 1. 2-3ab. 3cd-4 (R.: cf. 2b)
R. El Señor reveló su victoria a los ojos de las naciones.
R. El Señor reveló su victoria a los ojos de las naciones.
Canten
al Señor un canto nuevo,
porque
él hizo maravillas:
su
mano derecha y su santo brazo
le
obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló
su justicia a los ojos de las naciones:
se
acordó de su amor y su fidelidad
en
favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
el
triunfo de nuestro Dios.
Aclame
al Señor toda la tierra,
prorrumpan
en cantos jubilosos. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-10
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El
que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Así
Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos
Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima
propiciatoria por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como
el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si
cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los
mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les
he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este
es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay
amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen
lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo
que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo
que oí de mi Padre.
No
son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y
los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo
que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo
que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El
amor ha perdido credibilidad, se ha degradado, devaluado.
¿Ya
no se cree en el “Amor”?
Puede
ser porque el amor que circula, que se presenta, manipulado e
instrumentalizado al servicio de los intereses, intenta meter gato por
liebre. Y así, el amor está perdiendo su influencia social, su
energía en vínculo familiar, su fibra en la amistad. Muchos profetas del
pragmatismo radical, repiten hasta el cansancio que el amor no ha resuelto
ningún problema social. Sin embargo ni la violencia y la guerra han
resuelto alguno.
A
pesar de todo es mucho lo que se ha escrito y escribe acerca del amor. Ha
sido y es la “musa inspiradora” de novelas y culebrones, de novelistas,
literatos, poetas, ensayistas, predicadores, barras de esquina, grupos de
amigos y señoras en la peluquería. Es una realidad presente, ya sea por
afirmación o por negación, ya sea porque se lo viva y practique o porque se lo
omita o se lo niegue.
Quizá
lo peor que le puede pasar a la realidad del amor, no sea negarla,
sino reducirla. Sí, reducirla a una química entre
personas, a un sentimiento volátil, a una reacción hormonal,
a mariposas en la panza, a una serie de principios o
de normas, a un imperativo o simplemente a un deber.
Los
grandes fracasos en la tentativa de amar se dan, porque pretendemos ponerle
límite a aquello que no puede ser envasado en modo alguno. Nuestro
corazón puesto por Dios, sólo es capaz de vivir desde un amor como el de
Dios: “nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón va a estar inquieto
buscando hasta que descanse en ti”.
***
El
episodio de la conversión de Cornelio ha sido decisivo para la
comunidad cristiana primitiva. Pedro, toma un papel
protagónico en la misma, tomando posición de cara a la influencia del
Templo y del judaísmo, en la vida de los primeros cristianos.
La
“visión” que tiene lo lleva a adoptar una actitud que repercutirá en el
futuro: Dios no hace acepción de personas y la mejor prueba que
propone, como confirmación de ello, consiste en hacer que los paganos
participen de los beneficios de un Pentecostés, semejante en todo al de
Jerusalén, incluso antes de ser bautizados. Se trata de la apertura de la
misión, Pedro ha derribado el muro de separación que se levantaba hasta
entonces entre la comunidad judía y los gentiles.
“Dios
es amor”. Esta es una de las grandes definiciones del Señor, según Juan. Es
como una cuasi definición del ser de Dios. Juan no da una definición abstracta
y metafísica de Dios, sino que al contemplar su obra en el mundo, su modo de
revelarse llega a la conclusión de que “Dios es amor”. En la obra
salvífica del Hijo se hace visible el amor de Dios. En el sacrificio del Hijo
único, tenemos la manifestación suprema del amor de Dios hacia el mundo.
Debemos
amar, porque Dios se reveló como amor. La exhortación a amarse como hermanos,
brota de la convicción de fe de que el Señor ha tomado la iniciativa de
amarnos. La respuesta al amor que Dios tiene a los hombres está
en el amor de los unos a los otros.
Nuestro
amor es consecuencia de nuestro nacer de Dios. Por nuestro amor
podemos conocer si estamos en comunión con el Señor. El que ama conoce a Dios.
El conocimiento de Dios está más allá de la razón, al nivel del corazón;
en la realidad de la caridad es donde conocemos a ese Dios que es
vida infinita.
***
Juan,
en las dos lecturas de este sexto domingo de Pascua, presenta el toque
distintivo de la vivencia de la fe pascual: el amor. Para Juan, el
amor cristiano es cosa de Dios y no nuestra, la iniciativa es suya. Dios
es amor, origen y motor del amor.
El
signo más claro de ese amor, es Jesús. Tanto amó Dios al mundo que le
entregó a su propio Hijo. Jesús razona y actúa a partir del amor que le ha
tenido el Padre. Un amor que llegó a sus últimas consecuencias con su
resurrección, signo y esperanza de la resurrección de todos los que vivan con
su vida.
Para
Juan, este amor que nace en el Padre y pasa por
Jesús, termina necesariamente en los hermanos. El amor pleno lleva a la
comunicación de todo lo que se tiene y se es, y Dios es la vida total en
la que no tiene cabida ningún tipo de muerte.
“Esto
les mando: que se amen”. Con estas precisas palabras termina el evangelio de
este domingo. Con esas mismas palabras se despidió Jesús de sus discípulos
durante la última cena, momentos antes de subir a la cruz para resucitar.
El
amor cristiano tiene dos polos: quien no ama al hermano no
conoce a Dios. Sin amor a Dios y a los hermanos, no hay fe cristiana y
pascual. Y un amor que tiene que concretarse en frutos.
Jesús
es la medida del amor de Dios y el ejemplo a seguir. Todas las palabras de
Jesús, todos los hechos de su vida tienen este sentido. Jesús es el
amor de Dios volcado los hombres.
“Como
yo los he amado”. El amor que Jesús nos encomienda, no es una simple
empatía. No se trata sólo ni precisamente de mirar a todos con una
sonrisa, o derramando palabras optimistas o aduladoras a diestra y
siniestra. Se trata de
amor afectivo y de amistad, de compañerismo fraternal, pero sobre todo de un amor también efectivo y operativo. Es el amor que arraiga en el corazón y produce sentimientos de ternura y compasión, de aceptación, respeto y estima traducido en frutos de justicia, de solidaridad y de fraternidad entre todos los hombres. Porque lo que Jesús nos propone es que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado.
amor afectivo y de amistad, de compañerismo fraternal, pero sobre todo de un amor también efectivo y operativo. Es el amor que arraiga en el corazón y produce sentimientos de ternura y compasión, de aceptación, respeto y estima traducido en frutos de justicia, de solidaridad y de fraternidad entre todos los hombres. Porque lo que Jesús nos propone es que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado.
El
amor que Jesús nos lega es simplemente el amor con el que el Padre, y Él mismo
nos ha amado, y su forma de amar es la soberanía en la libertad. Su
amor no depende del valor del otro, de la satisfacción que el otro produce o de
lo que el otro ha hecho o dejado de hacer. El amor no está en dependencia de
respuesta o de éxito. El amor no es impositivo porque respeta la libertad. Y no
espera nada a cambio, porque no pretende ganar algo o retener al otro. No es un
amor sentimental; quiere sencillamente lo que para el otro es bueno y recto.
Por eso tiene libertad, riqueza y amplitud hasta el punto de abarcar al
enemigo.
“Nadie
tiene mayor amor que el que da la vida”. Ese es el límite del amor
cristiano, a él debemos tender y aspirar, no podemos conformarnos con un
amor menor, no seríamos buenos seguidores de Jesús.
Jesús
habla en el evangelio de hoy de la alegría de la fe y fundamenta esta alegría
en la nueva situación de los discípulos. La alegría prometida por
Jesús para aquellos que vivan este mandamiento es inconmensurable, porque no
puede existir para el hombre mayor gozo que el de saberse amado así. El
cristiano no tiene otra posibilidad de amor que el AMOR de Jesús, no puede
amar de otra manera que como ama y amó Jesús. Es un programa de vida que nos
abre a los mejores ideales y a la vez nos da, la más auténtica alegría.
Amar
así es asomarse al misterio de amor de Dios, ser testigos de su
misterio de amor, misterio ante el que no hay que temer, sino confiar;
misterio, que no nos va a destruir, sino a revitalizar, a resucitar.
Cristiano,
esencialmente, es alguien que sabe que es amado. Comenzamos a ser
cristianos cuando vamos descubriendo _no con la cabeza_ sino en la historia de
nuestra vida, el amor personal de Dios. La buena noticia es anuncio
de la gratuidad, de lo que no nos es debido, exigido, sino dado gratuitamente
por amor, por un don de amor y de misericordia.
Un
amor gratuito que no significa carente de razón. El motivo del amor de Dios
reside exclusivamente en Dios. El ama porque su naturaleza es amar. Dios ama al
pecador no a causa del pecado, sino a pesar del pecado.
Somos amados
y elegidos. No vivimos por casualidad, no somos un número más arrojado al
universo; no; no somos huérfanos. Hemos sido elegidos en la persona de
Cristo desde antes de la creación del mundo a reproducir la imagen de su Hijo.
Cada uno de nosotros ha sido contemplado con amor “desde siempre”, ha sido
“atraído” y transformado por el amor que cura y santifica.
Jesús
llama “amigos” a sus discípulos porque el amor no somete ni crea
“siervos”: hace iguales. La amistad nace de la identidad de ideales y de la
común experiencia de la entrega a los demás. Presupone grandes y fuertes
aspiraciones; exige sinceridad absoluta, amor mutuo, conocimiento mutuo de ese
amor y comunicación total de bienes. Esta comunicación mutua produce
identificación e intimidad, situaciones vitales que van mucho más allá de la
enseñanza; los amigos aprenden entre sí por sintonía y comunión.
El sentirnos
elegidos, amados de Dios, da un gran sentido a nuestra vida. La elección
es para una tarea como la suya, para una vida como la suya. Sus discípulos
continuamos su misión de hacernos y hacer hombres adultos, libres y
responsables. Lo hacemos como colaboradores que han aceptado la elección en
libertad. Jesús espera que la misión de los suyos tenga un fruto duradero, que
vaya cambiando la sociedad. La eficacia de la tarea no se mide tanto por
su extensión como por su profundidad, de la que depende la duración del fruto.
El
amor no es un mandamiento, sino una necesidad. «El que no ama está
muerto», y el que no es amado enferma de muerte. Un amor concreto y liberador,
un amor que puede unificar y dar sentido al resto de nuestras
ocupaciones diarias: trabajar o estudiar, comer, pasear, dormir, divertirse,
luchar por algún ideal. El amor es el que hará posible el deseo de eternizar lo
que estamos haciendo. El amor es energía creadora y difusiva. Dios pone en
nosotros esa energía para que se desarrolle. Valen los sentimientos, pero no
bastan. Hay que amar también con el servicio y la entrega. Hay
que abrir el corazón al otro, pero hay que tenderle también la mano que
sostiene y ayuda.
Hoy,
nuestro mundo está urgentemente necesitado de más y más testigos veraces
del amor, testigos que sean, en última instancia, reflejo del amor de
Dios, mensajeros y reveladores de ese amor. A nosotros, a la comunidad de
seguidores de Jesús, a la Iglesia, se nos ha encomendado especialmente esta
tarea.
Para discernir
¿Qué
situaciones de mi vida, qué aspectos de mis relaciones me invita a revisar el
amor de Jesús?
¿Qué
testimonio está hoy esperando mi realidad cotidiana familiar, laboral,
comunitaria?
¿Qué
experiencia tengo de alegría? ¿Qué tiene que ver con la que Jesús me regala?
Repitamos a lo largo de este día
“Señor,
enséñanos a amarnos los unos a los otros!”
Para la lectura espiritual
CARTA A DIOGNETO
…”En cuanto al
misterio de la religión propia de los cristianos, no esperes que lo podrás
comprender de hombre alguno. Los cristianos no se distinguen de los demás
hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. En efecto,
en lugar alguno establecen ciudades exclusivas suyas, ni usan lengua alguna
extraña, ni viven un género de vida singular. La doctrina que les es propia no
ha sido hallada gracias a la inteligencia y especulación de hombres curiosos,
ni hacen profesión -como algunos hacen- de seguir una determinada opinión
humana, sino que habitando en las ciudades griegas o bárbaras, según a cada uno
le cupo en suerte, y siguiendo los usos de cada región en lo que se refiere al
vestido y a la comida y a las demás cosas de la vida, se muestran viviendo un
tenor de vida admirable y, por confesión de todos, extraordinario. Habitan en
sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los
ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña les es
patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos y engendran hijos,
pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa común, pero no lecho. Viven en la
carne, pero no viven según la carne. Están sobre la tierra, pero su ciudadanía
es la del cielo.
Se someten a las
leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes. Aman a todos, y
todos los persiguen. Se les desconoce y, con todo, se les condena. Son llevados
a la muerte y con ello reciben la vida. Son pobres y enriquecen a muchos. Les
falta todo, pero les sobre todo. Son deshonrados, pero se glorían en la misma
deshonra. Son calumniados, y en ello son justificados. Se les insulta y ellos
bendicen. Se les injuria y ellos dan honor. Hacen el bien y son castigados como
malvados.
Ante la pena de
muerte se alegran como si se les diera vida. Los judíos les declaran guerra
como a extranjeros y los griegos los persiguen pero los mismos que les odian no
pueden decir los motivos de su odio”…
Para rezar
Date cuenta
de la energía
creadora
que hay en tu
corazón,
capaz de renovar
la vida.
Date cuenta
Date cuenta
de que eres
dichoso en la medida
en que quieras
serlo:
Basta sonreír,
compartir, vivir.
Date cuenta
que el sol jamás
se cansa de calentar
ni el agua de
dar vida
ni la tierra de
germinar.
Date cuenta
que mañana puede
ser mejor:
puede haber más
paz, más fraternidad,
más contento,
más deseos de vivir.
Date cuenta
que todo es
posible para el que cree
en las alondras,
en los niños,
en los hombres,
en uno mismo,
en Dios.
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