27 de mayo de 2018


27 de mayo de 2018 – TO – LA SANTÍSIMA TRINIDAD (S) - Ciclo B

Yo estaré siempre con ustedes

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio    4, 32-34. 39-40

    Moisés habló al pueblo diciendo:
    «Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante.
    ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?
    Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro.
    Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.» 
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22 (R.: 12b) 
R.    ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia!

    La palabra del Señor es recta
    y él obra siempre con lealtad;
    él ama la justicia y el derecho,
    y la tierra está llena de su amor. R.

    La palabra del Señor hizo el cielo,
    y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
    porque él lo dijo, y el mundo existió,
    él dio una orden, y todo subsiste. R.

    Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
    sobre los que esperan en su misericordia,
    para librar sus vidas de la muerte
    y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

    Nuestra alma espera en el Señor:
    él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
    Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
    conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma    8, 14-17

    Hermanos:
    Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
    El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. 
Palabra de Dios.

EVANGELIO
    Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

    Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
    Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.» 
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Dentro de las desventuras que podemos vivir, la más radical es el hastío de la vida, cuando ésta se nos presenta sinsentido y contradictoria. Sin lugar a dudas, es una pobreza, que se manifiesta tanto en las sociedades materialmente ricas, como en las sociedades de los países más pobres.
Nos gustaría poder manejar el futuro y, que todo funcionara tal como lo imaginamos o soñamos. Sin embargo, a diario nos encontramos con la difícil pero hermosa realidad de que la vida, no se realiza en sí misma. La vida es una cuestión abierta, un proyecto todavía por completar y por realizar. La pregunta fundamental, que aparece bajo miles de ropajes distintos, y que determinará la orientación de nuestra existencia es:
¿Cómo realizo mi vida como hombre? ¿Cómo se aprende este arte de vivir?
***
En esta lectura se presenta la conclusión del llamado primer discurso de Moisés, donde recuerda al pueblo de Israel cómo ha sido elegido por Dios entre todos los pueblos con una vocación especial y ha sido protegido en todas sus luchas desde un comienzo, cuando fue sacado de Egipto con brazo poderoso. Israel llega a Dios por el camino de la experiencia.
El ámbito de la revelación de Dios es para Israel su propia historia, Dios mismo toma la iniciativa, y se va manifestando en los acontecimientos de la vida, en los hechos, que terminan siendo salvadores. Israel experimenta a Dios como alguien vivo y que interpela; pero sobre todo como amor que salva. Por eso tendrá que volver una y otra vez a hacer memoria, y celebrar la salida de Egipto para que renazca la fe en los momentos difíciles.
La memoria de lo que Dios ha hecho es para Israel, el motivo fundante para confiar que un día se cumplan sus promesas El camino que deberá andar para que se realice la esperanza, pasa por el deber de cumplir la Ley. La Ley se funda en lo que Dios ha hecho, y es condición para que se cumpla lo que ha prometido.
***
Pablo, ha presentado antes de estos versículos, la lógica de la carne, que lleva a la muerte; y la lógica del Espíritu que lleva a la vida. Los que se dejan llevar por el Espíritu se sienten hijos de Dios.
Los hijos de Dios esperan participar en la herencia de Cristo. La experiencia cristiana va mucho más allá de la experiencia de Israel y del cumplimiento de la Ley. Israel avanza en libertad cuando cumple la Ley de Dios; el cristiano, cuando se deja conducir por el Espíritu y vive el mandamiento del amor.
El Espíritu que habita en nosotros, confirma a nuestro espíritu en la fe. El Espíritu que hemos recibido no es un espíritu de esclavos, sino el Espíritu de Cristo y de los hijos de Dios. El cristiano, por medio del Espíritu, pueda llamar a Dios Abba. Puede hacer suya la plegaria de Jesús. El que vive según el espíritu sabe que en la entrega generosa de un amor sin límites al Padre, y a todos los hermanos, se encuentra la verdadera libertad y la única responsabilidad.
No son las obras de la “carne” las que nos salvan, sino la presencia del Espíritu en el hombre, que le orienta hacia una existencia nueva.
***
Jesús al comenzar su vida pública dice: “El Señor me ha ungido para llevar las buenas nuevas a los pobres”; dicho en otras palabras: Yo tengo la respuesta a esta pregunta fundamental; les puedo enseñar el camino de la vida, el camino de la felicidad, y no sólo eso: Yo soy ese camino.
Jesús envía a sus apóstoles para que hagan discípulos a todas las naciones y los consagren a este Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si el arte de vivir permanece desconocido, todo el resto no puede funcionar; y este arte no se adquiere por la ciencia, ni tampoco por decreto. Se trasmite, se comunica, se comparte, se entrega. Sólo lo puede hacer quien tiene la vida, Aquél que es el la Buena noticia en persona.
Dios mismo ha tomado la iniciativa y al mostrarse como Padre, Hijo y Espíritu Santo se ha revelado como amor. Sin la Trinidad y sus implicaciones, la fe no sería la de Cristo, no seríamos cristianos porque nuestro amor no sería el de Cristo.
Los enviados no enseñarán una doctrina, crearán un vínculo, una estrecha relación personal y de seguimiento con el Maestro. Desde entonces Evangelizar será: posibilitar esta relación, mostrar este camino y al que es el Camino; enseñar el arte de vivir y llevar al que es la Vida.
Dios no es una idea o razonamiento, su amor tampoco. Moisés se dirige al pueblo de Israel haciéndole ver, a través de su historia, con hechos palpables, la presencia de un Dios único y grande que por encima de cualquier otro dios, ha mostrado su poder protegiendo al pueblo que ha elegido. La historia de la Salvación es un itinerario de amor de Dios a los hombres, que se convierte en norma e invitación a imitarlo en el modo de amar a los hermanos; camino único y posible de amor a Dios.
Pablo nos ayuda comprender que somos herederos con Cristo de los bienes de la Resurrección. La Trinidad es comunidad de amor que se comparte. Formar parte de la familia de Dios como sus hijos no es un hecho intrascendente, sino es principio de nuestra fe.
Dios se nos ha revelado en Cristo, como Amor dinámico y derramado hacia los hombres, a los que hizo a su imagen y semejanza. Se hizo uno de nosotros. Así como Cristo ha revelado a los hombres el misterio de Dios, de igual modo, la Iglesia debe transmitir a los hombres ésta vida de Dios. Ésta es su “misión”: “hagan discípulos a todos los pueblos”, y su “fundamento” es la promesa de permanencia de Jesús: “Yo estoy con ustedes todos los días”.
La Palabra nos revela en lo que nosotros llamamos Trinidad, que Dios es amor. Cristo nos ha revelado la intimidad divina para que construyamos nuestra vida de creyentes sobre y desde ese patrón. Creer en un Dios que es Amor: diálogo, entrega, comunión y comunidad, felicidad compartida, obediencia y don, nos llevará a sentir la necesidad de parecernos a Él, de imitarlo, de darnos y entregarnos, sin egoísmos personales, a nuestros hermanos los hombres, a todos sin distinción, como el Padre entregó a su Hijo y éste a su muerte en cruz, como expresión de su Amor.
La comunidad trinitaria es también el paradigma para nuestra comunidad humana y, sobre todo, para nuestra comunidad eclesial. La causa profunda de desunión entre los hombres y la más lamentable incomprensión entre los cristianos, es haber olvidado el ejemplo de convivencia amorosa de las Personas en la Trinidad. Y la causa más íntima de la lesión de la dignidad humana, de la esclavitud y la opresión, es no haber comprendido que todos somos hijos de Dios.
En la medida en que nos sintamos hermanos de Jesús, hijos de un mismo Padre, animados y vivificados por un mismo Espíritu, comprometidos en una única misión evangelizadora y humanizadora, experimentaremos la necesidad de amarnos sincera y realmente en una entrega mutua y servicial. Entonces, y sólo entonces, la Iglesia evangelizará por su sola presencia, siendo para el mundo sacramento de salvación, porque será signo del Dios Uno y Trino, de y a quien imita.

PARA DISCERNIR

¿Qué tipo de vínculo mantengo con Dios?
¿Cuál es mi experiencia frente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo?
¿Experimento la presencia de un Dios amor que me abraza y contiene y envía?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

…En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…” ¡Oh Dios mío, trinidad adorable, ayúdame a olvidarme por entero para establecerme en ti!
¡Oh mi Cristo amado, crucificado por amor! Siento mi impotencia y te pido que me revistas de ti mismo, que identifiques mi alma con todos lo movimientos de tu alma; que me sustituyas, para que mi vida no sea más que una irradiación de tu propia vida. Ven a mí como adorador, como reparador y como salvador…
¡Oh fuego consumidor, Espíritu de amor! Ven a mí, para que se haga en mi alma una como encarnación del Verbo; que yo sea para él una humanidad sobreañadida en la que él renueve todo su misterio.
Y tú, ¡oh Padre!, inclínate sobre tu criatura; no veas en ella más que a tu amado en el que has puesto todas tus complacencias.
¡Oh mis tres, mi todo, mi dicha, soledad infinita, inmensidad en que me pierdo! Me entrego a vos como una presa; sepultaos en mi para que yo me sepulte en vos, en espera de ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas”… 
Sor Isabel de la Trinidad

…”En Cristo se nos ha abierto la hondura de la vida escondida de Dios. Su naturaleza, palabra y obra tan llenas de la realidad de lo sagrado. Pero de ella brotan figuras vivas: el Padre, en su omnipotencia y bondad; el Hijo, en su verdad y amor redentor, y entre ellos, el desprendido, el creador, el Espíritu.
Es un misterio que supera todo sentido; y hay gran peligro de escandalizarse de él. Pero yo no quiero un Dios que se ajuste a las medidas de mi pensamiento y esté formado a mi imagen. Quiero el auténtico, aunque sé que desborda mi intelectual capacidad. Por eso, ¡oh Dios vivo!, creo en tu misterio, y Cristo, que no puede mentir, es su fiador.
Cuando anhelo la intimidad de la compañía, tengo que ir a los demás hombres; y por más honda que sea la ligazón y más hondo que sea el amor, seguimos, sin embargo, separados. Pero tú encuentras tu propio «tú» en ti mismo. En tu misma hondura desarrollas el diálogo eterno. En tu misma riqueza tiene lugar el perpetuo regalo y recepción del amor.
Creo, ¡oh Dios!, en tu vida una y trina. Por ti creo en ella, pues ese misterio cobija tu verdad. En cuanto se abandona, tu imagen se desvanece en el mundo. Pero también, ¡oh Dios!, creo en ella por nosotros, porque la paz de tu eterna vida tiene que llegar a ser nuestra patria. Nosotros somos tus hijos, ¡oh Padre!; tus hermanos y hermanas, Hijo de Dios, Jesucristo, y tú, Espíritu Santo, eres nuestro amigo y maestro”… 
Romano Guardini

PARA REZAR

Oh Dios-Trinidad, “la mejor comunidad”,
misterio eterno, insondable,
del que apenas podemos intuir una lejana aproximación.
Aviva en nosotros tu misma Vida,
la que creaste y depositaste en cada una de tus criaturas,
para que nos sintamos convocados a acrecentar la Vida,
arrollados por esa corriente original y eterna
de vida en comunión que tú mismo eres:
Trinidad santa, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Señor, Dios, que eres nuestro Padre,
nuestro Hermano Jesucristo y el Espíritu
que nos consuela y nos fortalece;
ayúdanos a vivir en auténtica y sincera comunidad,
y que lo que celebramos en la liturgia
lo expresamos en toda nuestra vida,
que traduzcamos nuestra fe en obras de justicia y amor,
que no busquemos sólo en tener una fe correcta sino,
sobre todo, una vida correcta, que sea siempre
y en todo conforme a tu voluntad
de que todos seamos hermanos.
Por Jesucristo nuestro Señor.


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