9 de enero de
2018 – TO - Martes de la primera semana
…Habla con
autoridad…
Lectura del primer libro de
Samuel 1,10-20
Ana, con el alma llena de amargura, oró al
Señor y lloró desconsoladamente.
Luego hizo este voto: «Señor de los
ejércitos, si miras la miseria de tu servidora y te acuerdas de mí, si no te
olvidas de tu servidora y le das un hijo varón, yo lo entregaré al Señor para
toda su vida, y la navaja no pasará por su cabeza.»
Mientras ella prolongaba su oración
delante del Señor, Elí miraba atentamente su boca. Ana oraba en silencio; sólo
se movían sus labios, pero no se oía su voz.
Elí pensó que estaba ebria, y le dijo: «
¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Ve a que se te pase el efecto del
vino!»
Ana respondió: «No, mi señor; yo soy una
mujer que sufre mucho. No he bebido vino ni nada que pueda embriagar; sólo me
estaba desahogando delante del Señor. No tomes a tu servidora por una mujer
cualquiera; si he estado hablando hasta ahora, ha sido por el exceso de mi
congoja y mi dolor.»
«Vete en paz, le respondió Elí, y que el
Dios de Israel te conceda lo que tanto le has pedido.»
Ana le dijo entonces: « ¡Que tu servidora
pueda gozar siempre de tu favor!» Luego la mujer se fue por su camino, comió
algo y cambió de semblante.
A la mañana siguiente, se levantaron bien
temprano y se postraron delante del Señor; luego regresaron a su casa en Ramá.
Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, y a
su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo:
«Se lo he pedido al Señor.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 1 Sam. 2,1. 4-8
R. Mi corazón se regocija en el Señor.
Mi corazón se regocija en el Señor,
tengo la frente erguida gracias a mi Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque tu salvación me ha llenado de
alegría. R.
El arco de los valientes se ha quebrado,
y los vacilantes se ciñen de vigor;
los satisfechos se contratan por un pedazo
de pan,
y los hambrientos dejan de fatigarse;
la mujer estéril da a luz siete veces,
y la madre de muchos hijos se marchita. R.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el Abismo y levanta de él.
El Señor da la pobreza y la riqueza,
humilla y también enaltece. R.
El levanta del polvo al desvalido
y alza al pobre de la miseria,
para hacerlos sentar con los príncipes
y darles en herencia un trono de gloria.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san
Marcos 1, 21-28
En aquel tiempo, se hallaba Jesús en
Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes
quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y
no como los escribas.
Había en la sinagoga un hombre poseído por
un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús
de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de
Dios”.
Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!”
El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido,
salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué
nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los
espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda
Galilea.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
El pasaje de hoy describe las
circunstancias de la concepción de Samuel. Dios siempre está dispuesto a
escuchar la oración sencilla y humilde de sus siervos. Ana, la esposa estéril
de Elcaná, va a ser madre. La concepción de Samuel se realizará después de un
proceso de purificación espiritual atravesado por el dolor. Esto permitirá a
Ana y Elcaná descubrir la acción de Dios en la vida que va a nacer.
Ana transforma dolor e impotencia en
oración, y su plegaria se hará en sumisión a Dios, por eso decide que si le es
concedido un hijo, no le pertenecerá, lo consagrará a Dios porque a Él le
pertenece. Después de la plegaria y junto a la oración constante, la vida de
Ana sigue su curso.
La acción de Dios no es ostentosa, más
bien se esconde tras múltiples «actos humanos» aparentemente insignificantes.
Ana se une a su esposo Elcaná y concibe un hijo. El niño Samuel es “dado” por
Dios y a la vez «concebido» por sus padres.
Dios mismo ha tomado la iniciativa como lo
ha hecho tantas veces en la historia. Nace Samuel, el hijo que parecía imposible
y ha sido por don gratuito de Dios. “Dio a luz un niño, a quien llamó «Samuel»,
porque dijo «se lo he pedido al Señor».
Este acontecimiento humano, Ana, lo ha
descifrado en su profundidad de fe. Y lo «dice» al mundo, lo reconoce «delante
de todos», al dar a ese hijo que afirma su reconocimiento y acción de gracias.
Este hijo va a ser providencial para la
historia de Israel. Dios se sirve de padres estériles o de circunstancias
impensadas para llevar a cabo sus planes de salvación.
Estas circunstancias precisan la posición
de un profeta en el designio de Dios. Todo viene de Dios, todo es gracia.
***
De este hombre, en el evangelio de hoy,
todos se asombran de lo que decía y hacía. Reúne a sus primeros discípulos y
comienza a predicar. Lo hace a partir de la plataforma religiosa de Israel: las
celebraciones de los sábados en las sinagogas. Su fama crece en Galilea. Es que
no sólo predica, sino que actúa. Enseña y cura. Libera a los posesos de los
espíritus malignos y enseña como ninguno ha enseñado, con autoridad. Hasta los
espíritus del mal tienen que reconocer que es el Santo de Dios, el Mesías.
Jesús apoya su enseñanza en los hechos, da
una nueva dimensión a la Ley y a la tradición, valora a las personas frente al
templo, la sinagoga y la ley que eran las instituciones dominantes de su
tiempo. Por eso, su mensaje sencillo pero vital, cala hondo en el pueblo
sencillo y choca tanto en las estructuras y en sus dirigentes.
Su autoridad estaba al servicio del ser
humano, para que pueda reconocer su propia dignidad, su lugar en la vida y en
la historia. Este episodio del hombre poseído por un espíritu impuro, además de
demostrar la autoridad de Jesús sobre las fuerzas espirituales del mal, muestra
cómo Jesús vuelve a integrar al que era excluido y rechazado en el seno de la
comunidad.
También ahora su existencia de Resucitado,
sale al paso de los que seguimos siendo débiles, pecadores y esclavos, en la
novedad de su palabra y en la potencia de su gracia; al igual que cuando iba
por los caminos de Galilea atendiendo a los enfermos y a los posesos. Nos
quiere liberar para que en la solidaridad compasiva y eficaz con nuestros
hermanos también débiles, los pecadores y excluidos experimenten la obra de
Cristo en ellos.
En este camino, su palabra poderosa y
eficaz, no sólo nos instruye sino que nos sana y nos libera. Modela nuestro
corazón al modo del alfarero a imagen de su propio corazón.
PARA
DISCERNIR
¿Qué relación hay entre nuestras palabras
y nuestros hechos?
¿Nos contentamos sólo con anunciar la
Buena Noticia, o en verdad nuestras palabras van acompañadas por los hechos?
¿De qué clase de demonios contribuimos a
que se liberen los que conviven con nosotros?
Repitamos a
lo largo de este día
…Tú eres el Santo de Dios…
Para la
lectura espiritual
¡Silencio! ¡Sal de este hombre!»
…”Jesús increpó al demonio diciendo:
‘¡Cállate y sal de este hombre!’»La Verdad no tiene ninguna necesidad del
testimonio del Mentiroso… «No tengo ninguna necesidad del reconocimiento de
aquel que consagro al desgarramiento. ¡Cállate! Que mi gloria estalle en tu
silencio. No quiero que sea tu voz la que me elogie, sino tus tormentos; porque
tu desgarramiento es mi triunfo… ¡Cállate y sal de este hombre!». Es como si
dijera: «Sal de mi casa, ¿qué haces tú bajo mi techo? Soy yo quien quiere
entrar: entonces, cállate y sal de este hombre, del hombre, este ser dotado de
razón. Deja esta morada preparada a mi intención. El Señor desea su casa: sal
de este hombre»…
Ved hasta qué punto es preciosa el alma
del hombre. Esto va dirigido a los que piensan que nuestra alma y la de los
animales son idénticas y que estamos dotados de un mismo espíritu. En otro
pasaje, el demonio es expulsado de un solo hombre y es enviado a dos mil cerdos
(Mt 8,32); el espíritu precioso se opone al espíritu vil, uno es salvado, el
otro se pierde. «Sal de este hombre, vete a los cerdos, vete donde quieras, vete
a los abismos. Sal de este hombre, es decir de lo que es mío en propiedad; no
dejaré que poseas al hombre porque sería injurioso para mí si te instalarás en
él en lugar de hacerlo yo. He asumido un cuerpo humano, habito en el hombre:
esta carne que tú posees es parte de mi carne. Sal de este hombre.”…
San Jerónimo (347-420), presbítero, traductor de la
Biblia, doctor de la Iglesia Comentario sobre el evangelio de Marcos, 2; PLS 2,
125s
Para rezar
Dueño de mi barca, no del mar y su horizonte
Conozco mi pequeña barca.
Reposo la mano sobre el borde,
pulido por los remos y la brisa,
y sobre la esquina astillada
en mi último viaje.
Sé hacia dónde se pone el sol
y hacia dónde remo.
Sé que amanecen días limpios
como una mirada transparente,
y noches que sacuden las olas como látigos.
Sé asentar en mi cuerpo
la sabiduría del navegante
amasada con cansancio y esperanza.
Pero no soy señor del mar
con sus tempestades y sus calmas,
ni soy dueño del horizonte
con su dolor y su distancia.
Yo navego.
Detrás, el mar va cerrando
el surco que dejo sobre el agua,
y borra toda huella de mi paso.
Pero va sembrándose mi vida
en tu misterio azul.
Y en ti ya se abrazaron
el horizonte y el camino,
la cercanía y la distancia.
Conozco mi pequeña barca.
Reposo la mano sobre el borde,
pulido por los remos y la brisa,
y sobre la esquina astillada
en mi último viaje.
Sé hacia dónde se pone el sol
y hacia dónde remo.
Sé que amanecen días limpios
como una mirada transparente,
y noches que sacuden las olas como látigos.
Sé asentar en mi cuerpo
la sabiduría del navegante
amasada con cansancio y esperanza.
Pero no soy señor del mar
con sus tempestades y sus calmas,
ni soy dueño del horizonte
con su dolor y su distancia.
Yo navego.
Detrás, el mar va cerrando
el surco que dejo sobre el agua,
y borra toda huella de mi paso.
Pero va sembrándose mi vida
en tu misterio azul.
Y en ti ya se abrazaron
el horizonte y el camino,
la cercanía y la distancia.
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