7 de julio de 2022 – TO - JUEVES DE LA XIV SEMANA
Ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente
Lectura
de la profecía de Oseas 11, 1-4. 8c-9
Así
habla el Señor:
Cuando
Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los
llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban
incienso a los ídolos.
¡Y
yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no
reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras
de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas,
me inclinaba hacia él y le daba de comer.
Mi
corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: no daré libre curso
al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque yo soy Dios, no un
hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16 (R.: 4ab)
R.
Que brille tu rostro Señor y seremos salvados.
Escucha,
Pastor de Israel,
Tú
que tienes el trono sobre los querubines, resplandece;
reafirma
tu poder y ven a salvarnos. R.
Vuélvete,
Señor de los ejércitos,
observa
desde el cielo y mira:
ven
a visitar tu vid,
la
cepa que plantó tu mano,
el
retoño que tú hiciste vigoroso. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15
Jesús
dijo a sus apóstoles:
Por
el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los
enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los
demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No
lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos
túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando
entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y
permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa,
salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz
descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
Y
si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de
esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del
Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
La
lectura de Oseas sigue siendo el hermoso canto al amor que Dios tiene a su
pueblo.
Si
este amor antes se había comparado al amor conyugal, ahora se lo describe con
los rasgos bien tiernos del amor de un padre o de una madre por el hijo que
lleva en brazos, al que acaricia y besa, al que le enseña a andar. Ese al que
atrae «con lazos de amor» ahora le es infiel. El pueblo ha roto la alianza que
había prometido guardar. Pero Dios lo va a perdonar una vez más.
El
profeta, porque sigue amando a su mujer, es incapaz de condenarla y describe
con trazos muy humanos, ese amor de Dios. La razón más importante para esa
actitud, es que es Dios, y no un hombre.
Lo
propio de Dios no es castigar, sino amar y perdonar. Dios no es un enemigo que
está esperando la caída del pecador, sino el salvador que está en medio de su
pueblo.
***
La
invitación de Jesús en el Evangelio de hoy, a sus enviados, es que vayan
desprovistos de equipaje, abandonados a la confianza, enraizados en lo
fundamental: la persona de Cristo.
A
aquel que quiere anunciar el evangelio, se le pide que ande ligero de equipaje,
siendo portador de paz para el pueblo al que ha sido enviado. No debe imponer
por la fuerza el mensaje salvífico de Jesús; sino invitar, proponer, persuadir.
Jesús
quiere evangelizadores que sean capaces de convencer con una forma de vida, que
haga resplandecer los valores esenciales del evangelio. Evangelizadores que
estén profundamente ligados a la vida de la gente y abiertos a sus necesidades,
ayudándolos a sentirse protagonistas de su destino de salvación. El
evangelizado debe sentirse sujeto activo de su propia evangelización, celebrándola
y comprometiéndose en lo cotidiano.
La
palabra debe generar, tanto en el evangelizador como en el evangelizado,
compromisos serios de conversión personal y comunitaria. La Iglesia a medida
que evangeliza se evangeliza a sí misma.
Una
evangelización así producirá compromisos duraderos. Nuestra evangelización debe
convertirse en una propuesta de vida para la humanidad sedienta de esperanza.
PARA DISCERNIR
¿Experimento
la responsabilidad de la evangelización?
¿En
qué lugares siento que el Señor me llama a dar testimonio?
¿Dónde
el Señor me llama a crecer?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor
que demos gratuitamente
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Libre
significa: alegre y afectuosamente, sin temor y de modo abierto, dando
gratuitamente lo que hemos recibido de manera gratuita, sin aceptar
compensaciones, premios o gratitud.
La
alegría debería ser uno de los aspectos principales de nuestra vida religiosa.
Quien da con alegría da mucho. La alegría es el signo distintivo de una persona
generosa y mortificada que, olvidándose de todas las cosas y hasta de sí misma,
busca complacer a Dios en todo lo que hace por los hermanos. A menudo es un
manto que esconde una vida de sacrificio, de continua unión con Dios, de fervor
y de generosidad.
«Que
habite la alegría en vosotros», dice Jesús. ¿Qué es esta alegría de Jesús? Es
el resultado de su continua unión con Dios cumpliendo la voluntad del Padre.
Esa alegría es el fruto de la unión con Dios, de una vida en la presencia de
Dios. Vivir en la presencia de Dios nos llena de alegría. Dios es alegría. Para
darnos esa alegría se hizo hombre Jesús. María fue la primera en recibir a
Jesús: «Exulta mi espíritu en Dios mi salvador». El niño saltó de alegría en el
seno de Isabel porque María le llevaba a Jesús. En Belén, todos estaban llenos
de alegría: los pastores, los ángeles, los reyes magos, José y María. La
alegría era también el signo característico de los primeros cristianos. Durante
la persecución, se buscaba a los que tenían esta alegría radiante en el rostro.
A partir de esta particular alegría veían quiénes eran los cristianos y así los
perseguían.
San
Pablo, cuyo celo intentamos imitar, era un apóstol de la alegría. Exhortaba a
los primeros cristianos a que «se alegraran siempre en el Señor». Toda la vida
de Pablo puede ser resumida en una frase: «Pertenezco a Cristo. Nada puede
separarme del amor de Cristo, ni el sufrimiento, ni la persecución, nada. Ya
no soy yo quien vivo, sino Cristo quien vive en mí». Esa es la razón de
que san Pablo estuviera tan lleno de alegría.
Madre Teresa,
Meditación espiritual.
PARA REZAR
Que,
a través del camino de la vida,
dejemos
rutas encendidas a nuestro paso:
rayos
de luz portadores de alegría
cristiana
en nuestro trabajo,
rayos
de luz portadores de calor
que
deshaga el hielo frío,
rayos
de luz portadores de vida
donde
haya muerte,
rayos
de luz portadores de evangelio,
evangélicamente
vivido,
rayos
de luz que abran camino
allí
donde no exista.
Santa
María de la luz, que nuestra presencia
entre
los hombres adelante la presencia de Cristo,
Luz
del mundo.
Nuestra
Señora de los apóstoles,
Santa
María de la luz.
Emilio
L. Mazariegos
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