6 de julio de 2022 – TO - MIÉRCOLES DE LA XIV SEMANA
Proclamen que
el Reino de los Cielos está cerca
Lectura
de la profecía de Oseas 10, 1-3. 7-8. 12
Israel
era una viña exhuberante, que producía su fruto. Cuanto más se multiplicaban
sus frutos, más multiplicaba él los altares; cuanto mejor le iba al país,
mejores hacía él las piedras conmemorativas. Su corazón está dividido, ahora
tendrán que expiar: el mismo Señor destrozará sus altares, devastará sus
piedras conmemorativas.
Seguramente
dirán entonces: «No tenemos rey, porque no hemos temido al Señor. Pero el rey
¿que podría hacer por nosotros?»
¡Samaría
está completamente perdida! Su rey es como una astilla sobre la superficie de
las aguas. Los lugares altos de Aven, el pecado de Israel, también serán
destruidos; espinas y cardos invadirán sus altares. Ellos dirán entonces a las
montañas: «Cúbrannos», y a las colinas: «¡Caigan sobres nosotros!»
Siembren
semillas de justicia, cosechen el fruto de la fidelidad, roturen un campo
nuevo: es tiempo de buscar al Señor, hasta que él venga y haga llover para
ustedes la justicia.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 104, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 4b)
R.
Busquen constantemente el rostro del Señor.
¡Canten
al Señor con instrumentos musicales,
pregonen
todas sus maravillas!
¡Gloríense
en su santo Nombre,
alégrense
los que buscan al Señor! R.
¡Recurran
al Señor y a su poder,
busquen
constantemente su rostro;
recuerden
las maravillas que él obró,
sus
portentos y los juicios de su boca! R.
Descendientes
de Abraham, su servidor,
hijos
de Jacob, su elegido:
el
Señor es nuestro Dios,
en
toda la tierra rigen sus decretos. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 10, 1-7
Jesús
convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus
impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
Los
nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre
Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano
Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo,
y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
A
estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a
regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en
cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen
que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los
muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
A
la muerte de Joroboam comienza la carrera por el poder. Zacarías, su hijo, es
asesinado a los seis meses de reinado. Shalum ha de pedir ayuda a Asiria para
asentar su autoridad. Pequahya cae bajo los golpes de uno de sus oficiales
después de sólo un año de reinado. Crece la anarquía. La nación se disgrega.
Pronto morirá Samaria bajo los golpes de Asiria, en 722. Y el profeta
interpreta toda esa historia.
Las
imágenes del dolor vivido por el profeta a causa del alejamiento adúltero de la
esposa, parecen insuficientes para describir el drama del alejamiento de Israel
respecto a Dios, desde tiempos antiguos. Ahora el pueblo elegido es comparado a
una «viña» frondosa que producía mucho fruto, pero que a medida que
aumentaba su fruto, más aumentaba los altares. Cuánto más prosperidad había en
el país, mejores y más lujosos hacían los ídolos.
Por
la corrupción general, el poder político pierde toda su fuerza, y la sociedad
se destruye a sí misma antes de sucumbir en manos de los pueblos vecinos; el
castigo aparece como el final de la civilización.
El
pueblo elegido ahora se ha convertido en campo estéril. Se han olvidado de Dios
fiándose de las fuerzas humanas, que ahora fallan. El único remedio es que
Israel se convierta y vuelva a su esposo, Dios.
***
El
Evangelio nos muestra a Jesús enviando a sus discípulos en misión. Jesús los
llama, y les da autoridad sobre las fuerzas del mal, y capacidad para liberar a
las personas de toda dolencia. Los llama por sus propios nombres y los envía.
La
Iglesia es una comunidad misionera. Tiene su origen en el cumplimiento de la
misión del Hijo y del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre.
Hoy
Jesús nos sigue llamando por nuestro propio nombre y desde nuestras
particulares circunstancias. No nos llama para una misión fácil. Estamos en
medio de una realidad deshumanizante; ante un mundo enfermo de egoísmo,
corrupción y ambición desmedida que todo lo justifica.
Es
en este mundo, donde el Señor nos llama a proclamar con fuerza y valentía, la
llegada del Reino de vida y esperanza, a ser servidores de la Palabra de
gracia, al servicio del Reino por el que Jesús, consagró su vida. Sus palabras
y sus actos, aquello que hoy nos invita a reproducir, no tenían otra finalidad
que la de crear entre los hombres, lazos tan fraternales que el Espíritu
pudiera desde ellos hacer nacer el Reino.
Renovar
entre los hombres los lazos que la vida se encarga de deshacer, para que los
excluidos sean reinsertados en la comunión, los pecadores sean rescatados y el
perdón pueda crear una nueva historia.
PARA DISCERNIR
¿Dónde
descubro que tiene que hacerse presente mi anuncio?
¿Siento
la responsabilidad de anunciar la Vida Nueva del reino?
¿Me
urge la realización de un mundo que sea Reino?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Unido
a Ti Señor, anuncio tu Palabra
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
A
estos doce los envió Jesús en misión
…La
misión divina confiada por Jesús a los apóstoles durará hasta el fin del mundo
(Mt 28,20) puesto que el Evangelio que ellos deben propagar es en todo tiempo
el principio de toda la vida para la Iglesia. Por esto los apóstoles se
cuidaron de establecer sucesores en esta sociedad jerárquicamente organizada.
En efecto, no sólo tuvieron diversos colaboradores en el ministerio (Hch 6,2-6;
11,30), sino que, a fin de que la misión a ellos confiada se continuase después
de su muerte, dejaron a modo de testamento a sus colaboradores inmediatos el
encargo de acabar y consolidar la obra comenzada con ellos, encomendándoles que
atendieran a toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo los había
puesto «para apacentar la Iglesia de Dios» (Hch 20,28). Y así establecieron
tales colaboradores y les dieron además la orden de que, al morir ellos, otros
varones probados se hicieran cargo de su ministerio.
Entre
los varios ministerios que desde los primeros tiempos se vienen ejerciendo en
la Iglesia, según el testimonio de la tradición, ocupa el primer lugar el
oficio de aquellos que, ordenados obispos por una sucesión que se remonta a los
mismos orígenes, conservan la semilla apostólica. Así, como atestigua san
Ireneo, por medio de aquellos que fueron instituidos por los apóstoles obispos
y sucesores suyos hasta nosotros, se manifiesta y se conserva la tradición
apostólica en todo el mundo.
Los
obispos, pues, recibieron el ministerio de la comunidad con sus colaboradores,
los sacerdotes y diáconos, presidiendo en nombre de Dios la grey, de la cual
son pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y
ministros de gobierno. Y así como permanece el oficio que Dios concedió
personalmente a Pedro, príncipe de los apóstoles, para que fuera transmitido a
sus sucesores, así también perdura el oficio de los Apóstoles de apacentar la
Iglesia, que debe ejercer de forma permanente el orden sagrado de los obispos…
Concilio
Vaticano II
Constitución
dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», 20
PARA REZAR
Te
he visto, Señor, en todos los gestos de ternura
de
cada corazón humano, en cada beso, en cada abrazo.
Te
he visto, Señor, cercano a todos los hombres desganados
y
heridos de falta de vida.
Te
he visto, Señor, en cada niño esclavo,
en
cada mujer maltratada,
en
cada persona que agoniza de tristeza.
Te
he visto, Señor, en cada persona sin libertad,
en
cada alma en soledad, en cada moribundo.
Te
he visto, Señor, caminando por las calles cercano a todos,
llenando
con luces de esperanza
a
tanta gente que camina por la vida sin ninguna esperanza.
Francisco
Cerro
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