24 de junio de 2022- TO - VIERNES DE LA XII SEMANA
EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (S)
PRIMERA
LECTURA
Lectura
de la profecía de
Ezequiel 34,
11-16
Así
habla el Señor:
«¡Aquí
estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el pastor se
ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé
de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en
un día de nubes y tinieblas. Las sacaré de entre los pueblos, las reuniré de
entre las naciones, las traeré a su propio suelo y las apacentaré sobre las
montañas de Israel, en los cauces de los torrentes y en todos los poblados del
país. Las apacentaré en buenos pastizales y su lugar de pastoreo estará en las
montañas altas de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo, y se
alimentarán con ricos pastos sobre las montañas de Israel.
Yo
mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor-.
Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y
curaré a la enferma, pero exterminará a la que está gorda y robusta. Yo las
apacentaré con justicia.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)
R.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El
Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El
me hace descansar en verdes praderas,
me
conduce a las aguas tranquilas
y
repara mis fuerzas. R.
Me
guía por el recto sendero,
por
amor de su Nombre.
Aunque
cruce por oscuras quebradas,
no
temeré ningún mal,
porque
tú estás conmigo:
tu
vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú
preparas ante mí una mesa,
frente
a mis enemigos;
unges
con óleo mi cabeza
y
mi copa rebosa. R.
Tu
bondad y tu gracia me acompañan
a
lo largo de mi vida;
y
habitaré en la Casa del Señor,
por
muy largo tiempo. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Roma
5, 5b-11
Hermanos:
El
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que
nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el
tiempo señalado, murió por los pecadores.
Difícilmente
se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea
capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que
Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Y ahora que estamos
justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por él de la ira
de Dios.
Porque
si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.
Y
esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo, por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 15, 3-7
Jesús
dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
«Si
alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en
el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la
encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa
llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré
la oveja que se me había perdido.»
Les
aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo
pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan
convertirse.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Corazón
que ama y sufre
Hablar del corazón es hablar de amor, y cuando el amor deriva del Corazón de
Jesús, se trata de un Amor con mayúscula, del Amor por excelencia, del Amor del
Hijo de Dios que vino a compartir con nosotros la vida y la historia, vestido
de nuestra naturaleza.
La
ternura con que esta parábola está escrita revela esa ternura del corazón de
Dios y la repercusión que el amor tiene en el corazón de Cristo. Ser persona, o
comunidad, o iglesia del Reino significa estar poseído o absorbido por la
misericordia de tal manera, que es ella la razón de todo nuestro actuar. Si
después de escuchar la parábola de la oveja perdida, nos preguntamos otra vez
qué es la Gracia de Dios, la respuesta es sencilla: es el amor mismo de Dios
dándose gratuitamente incluso a quien no lo merece.
«Va
tras la descarriada, hasta que la encuentra».
En
esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús no se habla expresamente en ningún
texto del corazón, pero sí de esa forma especial de amor que solemos asociar
con la idea de corazón. El evangelio lo muestra en toda su paradoja. Un buen
pastor se preocupa de todo su rebaño por igual; por eso, ¿cómo puede
comprenderse que el pastor del evangelio deje las noventa y nueve ovejas en el
campo (en el desierto) y se preocupe sólo de la oveja descarriada? Está claro:
aquí no se miden las consecuencias, no se calcula, no se piensa en el riesgo
que supone dejar a la mayoría de las ovejas sin protección; únicamente se tiene
ante los ojos el peligro que amenaza a una de ellas, como si sólo importara
ésta. No se tienen en cuenta otras posibilidades. Para Dios no es indiferente
si algunas personas se pierden, aunque se salve el grueso de la humanidad. Un
corazón humano, que aquí se convierte en receptáculo del amor divino, no piensa
así, sino que para él es importante cada hombre en particular, pues todo hombre
es un destinatario irremplazable de su amor.
Los
cristianos que celebran la festividad del Sagrado Corazón de Jesús no sospechan
por lo general cuánto ama Dios a cada hombre. Tanto que algunos santos han
llegado a decir que Cristo habría muerto también en la cruz si sólo hubiera
tenido que salvar a una única persona. La idea nos parece un tanto
descabellada, pero saca su justificación de la parábola de la oveja perdida. Y
con no menos énfasis que la preocupación por la oveja descarriada se describe
la alegría que se produce cuando se la encuentra. En todo caso se puede decir
con seguridad que cada una de las noventa y nueve ovejas es amada por el Buen
Pastor de la misma manera: todas ellas son los pecadores por los que Jesús
muere en la cruz, no como masa anónima, sino como personas irrepetibles.
«Cristo
murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores».
La
segunda lectura abunda en lo que acabamos de decir. La oveja descarriada de la
parábola es en realidad la persona que se aleja de Dios, la que lo rechaza y le
es hostil. El amor del Buen Pastor no se basa por tanto en una reciprocidad: es
un amor que sólo mediante su entrega plena y perfecta busca engendrar
reciprocidad, correspondencia. La oveja salvada, cuando vuelve a casa sobre los
hombros de su dueño, comienza a saber cuán preciosa es para el pastor y cuánto
le debe. Pero la parábola no se pronunció con la intención de suscitar esta
reciprocidad: el amor de Dios es «sin porqué». Y la segunda lectura tampoco
habla propiamente del amor con el que ahora se debería corresponder a los
desvelos del Buen Pastor, sino solamente de la certeza de que ahora estamos a
salvo al amparo del amor divino, de que hemos obtenido la «reconciliación». Que
esta certeza nos obliga a cada uno de nosotros a dar una respuesta de amor, o
que más bien la produce espontáneamente en nosotros, podrá inferirlo todo el
que realice lo que hemos dicho.
«Yo
mismo en persona buscaré a mis ovejas».
El
texto veterotestamentario de la primera lectura traslada el amor del corazón de
Jesús al corazón de Dios. Dios quiere «buscar personalmente a sus ovejas»,
quiere sacarlas de los lugares «donde se desperdigaron el día de los nubarrones
y de la oscuridad». Esto nos muestra una última cosa: que el corazón humano de
Jesús, al que nosotros atribuimos este amor personal único, no es el arquetipo
-como si el amor de Dios sólo hubiera obtenido esta cualidad cuando llegó el
momento de la encarnación-, sino que ese corazón es más bien simplemente la
expresión comprensible para nosotros del amor inconcebible que el Dios eterno
experimenta desde siempre por sus criaturas.
Hans
Urs von Balthasar
Mi
Cristo… Tus ojos no se cierran: son agua limpia donde puedo verme
Mi Cristo… Tú no puedes cicatrizar la llaga del costado: un corazón tras ellas
está esperando.
Mi
Cristo… Tú conoces la intimidad oculta de mi vida. Tú sabes mis secretos, pues
te los voy confesando día a día.
Mi
Cristo… Tú aleteas, con los brazos unidos al madero.
¡Oh
amor, me convidas a levantarme puro desde el suelo!
Gracias.
Amén.
Letanías
del Sagrado Corazón de Jesús
Señor, ten
misericordia de nosotros.
Cristo,
ten misericordia de nosotros.
Señor,
ten misericordia de nosotros.
Cristo,
óyenos…
Cristo,
escúchanos…
Dios,
Padre celestial, ten misericordia de nosotros…
Dios,
Hijo Redentor del mundo…
Dios,
Espíritu Santo…
Trinidad
santa, que eres un solo Dios…
Corazón
de Jesús, Hijo del Padre Eterno…
Corazón
de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre…
Corazón
de Jesús, unido sustancialmente al Verbo divino
Corazón
de Jesús, de majestad infinita…
Corazón
de Jesús, templo santo de Dios…
Corazón
de Jesús, tabernáculo del Altísimo…
Corazón
de Jesús, Casa de Dios y puerta del cielo…
Corazón
de Jesús, horno ardiente de caridad. ..
Corazón
de Jesús, receptáculo de justicia y amor…
Corazón
de Jesús, lleno de bondad y amor. ..
Corazón
de Jesús, abismo de todas las virtudes…
Corazón
de Jesús dignísimo de toda alabanza…
Corazón
de Jesús, Rey y centro de todos los corazones…
Corazón
de Jesús, en quien están todos los tesoros de sabiduría y ciencia…
Corazón
de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la Divinidad…
Corazón
de Jesús en quien el Padre se ha complacido…
Corazón
de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido…
Corazón
de Jesús, deseo de los collados eternos.
Corazón
de Jesús, paciente y de mucha misericordia.
Corazón
de Jesús, rico para todos los que te invocan…
Corazón
de Jesús, fuente de vida y santidad….
Corazón
de Jesús, propiciación por nuestros pecados…
Corazón
de Jesús, saturado de oprobios…
Corazón
de Jesús, oprimido por nuestras maldades…
Corazón
de Jesús, hecho obediente hasta la muerte.
Corazón
de Jesús, traspasado por la lanza.
Corazón
de Jesús, fuente de todo consuelo…
Corazón
de Jesús, vida y resurrección nuestra…
Corazón
de Jesús, paz y reconciliación nuestra…
Corazón
de Jesús, víctima de los pecadores…
Corazón
de Jesús, salud de los que esperan en Ti…
Corazón
de Jesús, esperanza en los que en Ti mueren…
Corazón
de Jesús, delicia de todos los santos.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos, Señor.
Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.
Jesús,
manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo.
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