9
de agosto de 2020 – TO – MIÉRCOLES DE LA XXIII
SEMANA
Felices los
que escuchan la Palabra de Vida
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 7, 25-31
Hermanos:
Acerca
de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una
advertencia, como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza.
Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para el
hombre es vivir sin casarse. ¿Estás unido a una mujer? No te separes de ella.
¿No tienes mujer? No la busques. Si te casas, no pecas. Y si una joven se casa,
tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su carne que yo
quisiera evitarles.
Lo
que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que
tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran;
los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no
poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la
apariencia de este mundo es pasajera.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)
R. ¡Escucha,
hija mía, mira y presta atención!
¡Escucha,
hija mía, mira y presta atención!
Olvida
tu pueblo y tu casa paterna,
y
el rey se prendará de tu hermosura.
El
es tu señor: inclínate ante él. R.
Embellecida
con corales engarzados en oro
y
vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las
vírgenes van detrás, sus compañeras la guían. R.
Con
gozo y alegría entran al palacio real.
Tus
hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y
los pondrás como príncipes por toda la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26
Jesús,
fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres,
porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices
ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices
ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices
ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los
proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense
y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en
el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero
¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay
de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de
ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay
de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos
trataban a los falsos profetas!»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Hoy
aparece la carta a los corintios la tensión que había entre las diversas
concepciones de la vida sexual y en concreto del matrimonio. La civilización
griega de la época estaba en el más profundo desconcierto; se iba desde el
desprecio del cuerpo y de la sexualidad, hasta la más total de las libertades.
Este
texto contiene una respuesta personal de Pablo a consultas de un grupo de
jóvenes corintios que, aún estando prometidos, han tomado la decisión de vivir
como célibes y a las que el apóstol responde en su carta. El contexto está
marcado por la intensa expectación de la parusía del Señor.
No
hace aquí un tratado completo de los valores del matrimonio cristiano o del
celibato, sino “relativizar” el tema y con sumo cuidado dar su opinión,
aclarando, que tanto el estado de los solteros, el de los casados y el de los
viudos son buenos. Aunque a modo personal les dice, que él cree que el celibato
por el Reino -a ejemplo de Jesús y del suyo propio- sea lo mejor. De ninguna
manera esto le ha sido impuesto sino que ha sido su opción.
Lo
que les pide a todos es que, cada uno en su estado, se dedique a hacer el bien,
a trabajar por el Reino.
***
Jesús
señala dónde está la verdadera felicidad. Las bienaventuranzas vienen
acompañadas por unos lamentos, por aquellos que se encierran en una vida
autosuficiente y egoísta, no aceptando el mensaje de salvación. Bendiciones y
lamentaciones que ponen de manifiesto una inversión de todos los cálculos y
propuestas del mundo. Los hombres creían que iban a construir su felicidad a
base de recetas, pero Dios viene a abrir otra perspectiva.
Jesús
declara bienaventurados a los pobres de espíritu y, de este modo, coloca la plataforma
de todas las demás. El pobre es capaz de recibir el Reino de Dios como un don.
El que es pobre se da cuenta que el alimento verdadero no está en lo bienes
materiales, el poder o la violencia, sino en la Palabra de Dios, en la justicia
y el amor. Quien es pobre podrá compadecerse ante el sufrimiento del mundo, y
buscar caminos de solución. Quien es pobre sabrá que toda su riqueza es Dios y
que, por eso, será incomprendido y burlado.
La
lamentación por los ricos es también el fundamento de todas las que siguen,
porque el rico y autosuficiente, que no sabe poner sus riquezas al servicio de
los demás y se encierra en su egoísmo, obra él mismo su desgracia.
Con
las bienaventuranzas y los lamentos Jesús presenta los dos caminos: el camino
de la vida y el camino de la muerte. No hay una tercera posibilidad neutra:
quién no va hacia la vida se encamina hacia la muerte; quién no sigue la luz,
vive en las tinieblas.
Las
bienaventuranzas marcan el camino del cristiano porque ha sido el camino del
mismo Cristo. Él es el pobre. El es el abandonado, el condenado injustamente.
El recorrió el camino de los hombres y trazó el camino de la felicidad cuando
subió al Gólgota. Locura y escándalo para los hombres pero, sin embargo,
sabiduría y verdad de Dios porque por la aparente desventura abre el camino a
la Pascua.
PARA DISCERNIR
¿Creo
en la verdad que encierran las bienaventuranzas?
¿Apuesto
a la felicidad evangélica o me revelo a esta propuesta?
¿Trato
de encarnarlas en mi vida cotidiana?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
Tu
Palabra Señor da luz a mi vida
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Dichosos
los pobres… Dichosos los que lloráis»
«Bienaventurados
los pobres.» No todos los pobres son bienaventurados; porque la pobreza es una
cosa neutra: puede haber pobres buenos y pobres malos…Bienaventurado el pobre
que ha clamado al Señor y ha sido escuchado (Sl 33,7): pobre de faltas, pobre
de vicios, el pobre en quien el príncipe de este mundo nada ha encontrado (Jn
14,30), pobre a imitación de ese Pobre, el cual, siendo rico se ha hecho pobre
por nosotros (2Co 8,9). Es por eso que Mateo da una explicación más completa:
«Dichosos los pobres en espíritu», porque el pobre en espíritu no se hincha, no
se ensalza en un pensamiento totalmente humano. Así es la primera bienaventuranza.
«Bienaventurados
los mansos» escribe, seguidamente, Mateo. Habiendo dejado todo pecado…, estando
contento de mi simplicidad, desnudo de mal, sólo me falta moderar mi carácter.
¿De qué me sirve no poseer bienes de este mundo si no soy manso y pacífico?
Puesto que seguir el camino recto quiere decir seguir a aquél que dice:
«Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29)…
Hecho
esto, acuérdate de que eres pecador: llora tus pecados, llora tus faltas. Está
bien que la tercera bienaventuranza sea para los que lloran sus pecados, porque
es la Trinidad la que perdona los pecados. Purifícate, pues, con tus lágrimas y
lávate con tu llanto. Si lloras por tí mismo, nadie tendrá que llorarte… Cada
uno tiene sus muertos por quien llorar; estamos muertos cuando pecamos… Que el
que es pecador llore, pues, por él mismo y se corrija para llegar a ser justo,
porque «el justo se acusa a sí mismo» (Pr 18,17).
San Ambrosio –
Sobre el evangelio de San Lucas, V, 53-55
PARA REZAR
Plegaria
de las bienaventuranzas
Temo,
Señor, una pobreza sin subterfugios,
porque no comprendo la riqueza de la donación…
Miro con recelo toda aflicción,
pero es que no experimento la serenidad del consuelo…
Soy violento, hombre de espada y de golpe bajo,
y así pienso alcanzar un lugar digno en la tierra…
Hambre y sed de justicia me dan pánico;
por eso no me siento saciado, sino vacío…
Soy duro, inmisericorde, intransigente,
y, sin embargo, exijo toda la misericordia para mí…
Por eso te pido pobreza enriquecida.
Te pido aflicción consolada.
Sed y hambre de justicia te pido, para ser saciado.
Te pido ser misericordioso para alcanzar misericordia.
Déjame ser sincero de corazón porque deseo verte.
Te pido valentía para que me persigan por mi fidelidad.
Señor Jesús, Cristo magistral del cerro bienaventurado,
imprime estos “criterios de dicha” en mí.
Norberto
Alcover s.j.
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