21 de septiembre de 2020

21 de septiembre de 2010 – TO – LUNES DE LA XXV SEMANA

 

21 de septiembre - San Mateo, Apóstol y Evangelista (F)

 

Sígueme. Él se levantó y lo siguió

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Efeso    4, 1-7. 11-13

 

Hermanos:

Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz.

Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido.

El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo. 

Palabra de Dios.

 

SALMO    Sal 18, 2-3. 4-5 (R.: 5a) 

R.    Resuena su eco por toda la tierra.

 

El cielo proclama la gloria de Dios

y el firmamento anuncia la obra de sus manos:

un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia. R.

 

Sin hablar, sin pronunciar palabras,

sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra

y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo    9, 9-13

 

Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» El se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?»

Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.» 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

 

Mateo estaba sentado en el lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús lo invita a seguirlo. El oficio de recaudador de impuestos, estaba mal visto y aquellos que lo ejercían eran considerados publicanos y pecadores. Estaban al servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado por su pueblo.

Los fariseos despreciaban a los recaudadores porque los consideraban impuros. La impureza se daba porque permanecían en contacto con extranjeros y porque comerciaban con monedas romanas.

El pueblo los rechazaba porque generalmente cobraban más de lo debido y se enriquecían de manera escandalosa. Los publicanos estaban en una doble condición de exclusión; eran rechazados por el pueblo y por las autoridades. Para escándalo de muchos Jesús se hace amigo de ellos, y entra en relación con un cobrador de impuestos, con un pecador; y en el colmo de la provocación lo invita a ser de los suyos.

El poder de la Palabra de Jesús hace que Mateo se levante y lo siga. El seguimiento genera una relación estrecha con Jesús, de comunión. La comunión en la mesa muestra que los vínculos que Jesús establece hacen de la vida una fiesta, en la que las relaciones se amplían a todos los discípulos con quienes ahora se forma comunidad.

Jesús no llamó a sus discípulos por su buena conducta o por la pureza de sus vidas, sino por todo lo contrario: no ha venido a llamar a justos, sino a pecadores. La escuela de Jesús es una comunidad de personas que reconocen sus fragilidades, pero que están en camino de crecimiento y de sanación continua gracias a Jesús.

Igual que en el relato de la vocación de Simón Pedro, en el corazón del llamado, hay un precioso momento de perdón. Nuestra vocación de discípulos se apoya en la misericordia del Señor con nosotros. Responder implica ponerse en camino de conversión y reaprender la vida con Jesús.

La misericordia, dada y recibida, es el centro de nuestra espiritualidad y de nuestra acción evangelizadora. Porque valoramos y nos gozamos en el extraordinario amor con que fuimos llamados, somos capaces de compartirlo con todos con el mismo corazón de Dios.

 

PARA DISCERNIR

 

¿Experimento mi vida en clave de vocación?

¿Para qué me llamó el Señor?

¿En qué momento de mi vocación se hizo patente el gesto de misericordia de Dios?

¿Qué consecuencias tiene el llamado de Dios?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Aquí estoy Señor, envíame

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

 

El recolector de impuestos liberado para el Reino de Dios

 

El publicano Mateo recibió en alimento «el pan de vida e inteligencia» (Si 15,3); y de esta misma inteligencia hizo en su casa un gran banquete para el Señor Jesús porque había sido hecho partícipe de una abundante gracia, conforme a su nombre [que quiere decir «don del Señor»]. Dios había preparado un presagio de este festín de gracia: llamado cuando estaba sentado a su puesto de recolector «siguió al Señor y le ofreció en su casa un gran banquete» (Lc 5,29). Le ofreció, pues, un banquete, y un gran banquete, que nosotros llamaríamos, un banquete real.

En efecto, Mateo es el evangelista que nos muestra a Cristo Rey por su familia y por sus actos. Desde el principio, dice en su obra «Libro de la genealogía de Jesucristo, Hijo de Dios» (Mt 1,1). Seguidamente narra cómo el recién nacido es adorado por los Magos con el título de rey de los judíos; después, entretejiendo todo el resto de su narración de gestos reales y de parábolas del reino, al final acaba con estas palabras dichas por este rey ya coronado con la gloria de la resurrección: «Me ha sido dado toda potestad en el cielo y en la tierra» (28,18). Si examinas con atención todo el conjunto de su redacción reconocerás que en toda ella se respiran los misterios del Reino de Dios. Nada de extraño hay en todo ello; Mateo había sido publicano, se acordaba de haber sido llamado del servicio público del reino del pecado a la libertad del Reino de Dios, del Reino de la justicia. Un hombre que no quiso ser ingrato para con el gran rey que le había liberado, sirvió fielmente las leyes de su Reino.

 

Comentario del Evangelio por Ruperto de Deutz (hacia 1075-1130),

monje benedictino – Las obras del Santo Espíritu, IV, 14

 

PARA REZAR

 

Señor, que nos diste la gracia

de pertenecer a tu Iglesia y de participar en Ella

de tu misión de salvar a los hombres,

ayudanos a conocerte mejor,

a seguirte más de cerca,

y a darte a conocer a todos los hombres.

Inspiranos valor y entusiasmo,

para hacernos amigos de todos aquellos

con quienes nos encontremos

y podamos acercarlos a Vos.

Nunca permitas que desdibujemos tu mensaje

con nuestras palabras o acciones.

Mantenenos siempre cerca tuyo

y hacé que seamos vigorosos miembros de tu Iglesia.

Fortalecé y acrecentá tu vida en nosotros,

para que cuanto hagamos sea hecho unidos a Vos

Que vivís y reinás y nos amás por los siglos de los siglos. 

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