15 de septiembre de 2020 – TO – MARTES DE LA XXIV SEMANA
15 de septiembre – Nuestra
Señora de los Dolores
Una espada te
traspasará el alma
Lectura
de la carta de los Hebreos 5, 7-9
El
cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso
clamor y lágrimas al que podía salvarse de la muerte, fue escuchado por su
actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la
obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación
eterna para todos los que le obedecen, proclamando por Dios Sumo Sacerdote a
semejanza de Melquisedec.
Palabra
de Dios
SALMO
Sal 30, 2-3. 3-4. 5-6. 15-16. 20
R:
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
A
ti, Señor, me acojo:
no
quede yo nunca defraudado;
tú,
que eres justo, ponme a salvo,
inclina
tu oído hacia mí. R
Ven a prisa líbrame,
sé
la roca de mi refugio,
un
baluarte donde me salve,
tú
que eres mi roca y mi baluarte;
por
tu nombre dirígeme y guíame. R
Sácame de la red que me han tendido,
porque
tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”
En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen.
Que bondad tan grande, Señor.
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.
Si de la feria:
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 12, 12-14.27-31ª
Salmo
99, 1-5
El
Evangelio es propio de la memoria (el trascripto o Jn.19,25-27)
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según San Lucas 2, 33-35
Su
padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo
y dijo a María, su madre: “Este está puesto para caída y elevación de muchos en
Israel, y para ser señal de contradicción -y a ti misma una espada te
atravesará el alma - a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones”.
Palabra
del Señor
PARA REFLEXIONAR
La
fiesta de este día hace alusión a siete dolores de la Virgen durante el
peregrinar de su hijo por este mundo. El número siete manifiesta la influencia
bíblica, ya que en la Sagrada Escritura el uso del número siete aparece para
significar la indeterminación y, con más frecuencia, la universalidad.
Conmemorar los Siete Dolores de la Virgen equivaldría a celebrar todo el
inmenso dolor de la Madre de Dios por el dolor de su Hijo no sólo en la pasión,
sino a lo largo de toda su vida.
Las
palabras proféticas del anciano Simeón le anuncian a la Virgen María que una
espada le atravesará el alma. Esta espada se refiere a los dolores que tendrá
que padecer. También la imagen de la espada puede referirse a la Palabra de
Dios a la que ha sido fiel, muchas veces con dolor.
La
Iglesia Católica ha venerado siempre con singular cariño los siguientes siete
dolores de la Virgen: El Nacimiento de Jesús en un pobre portal, la
Presentación en el templo, la Huida a Egipto, la Pérdida de Jesús en el templo,
el Encuentro con Jesús en la calle de la amargura, la muerte de Jesús en la
cruz y cuando Jesús es bajado de la cruz y colocado en brazos de su Santísima
Madre.
En
toda su vida y en cada dolor María nos precede y muestra un camino de fe y de
seguimiento de Cristo.
María,
como todo discípulo de Jesús, ha tenido que aprender a situar las relaciones
familiares en el contexto del proyecto del Padre. También Ella, por causa del
Reino, tiene que dejar al Hijo (cf. Mt 19,29), y ha aprendido a valorarlo según
el plan de Dios, aún cuando sea el hijo querido de sus entrañas. También Ella
ha tenido que crucificar su carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a
imagen de Jesucristo. Pero el momento más fuerte de sufrimiento, será cuando
acompañe con su corazón de madre toda la aflicción de Jesús, en el momento de
su entrega al Padre.
Esta
unión y asociación al dolor del Hijo la hace intercesora y mediadora de la
gracia de la redención. Mediante su experiencia de dolor, el dolor humano puede
ser sustraído de la maldición y convertirse en mediación de una vida salvada y
al servicio de los que sufren. María es la primera que, sufriendo con su hijo
moribundo en la cruz, cooperó de un modo absolutamente especial en la obra del
Salvador. (L.G.61).
María,
además, es modelo de paciencia y perseverancia evangélica en el dolor, al
participar en los sufrimientos de Cristo. Así ha sido durante toda su vida, y
lo confirma en el momento del Calvario; y por haber estado estrechamente unida
a la muerte de Cristo, también lo está a su resurrección. El vía crucis de
María, sólo la resurrección lo transformará en canto de júbilo y paz.
«En
verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma. Jamás, esta espada hubiera
penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. Por lo tanto, te
llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las
sensaciones del dolor corporal». San Bernardo
PARA DISCERNIR
¿Acepto
con paciencia los dolores de la vida?
¿Acompaño
afectuosamente el dolor de los demás?
¿Recurro
a la Virgen ante el sufrimiento y el dolor?
REPITAMOS A LO LARGO
DE ESTE DÍA
Quiero
decir que sí como vos, María
PARA LA LECTURA
ESPIRITUAL
«Y
a ti misma, una espada te traspasará el corazón»
“…Oveja contemplando a su cordero que es llevado al matadero (Is 53,7),
consumida de dolor; le seguía, con las demás mujeres, clamando así:
«¿Adónde vas, hijo mío? ¿Por qué acabas de esta manera tu corta vida (Sl 18,6)?
Todavía hay, en Caná, otras bodas, ¿es allí que tú vas ahora, tan rápidamente
para hacer, de nuevo, vino del agua? ¿Te puedo acompañar, hijo mío, o es mejor
que espere? Dime una palabra, Verbo, no pases delante de mí en silencio…, tú,
que eres mi hijo y mi Dios…
«Tú
vas hacia una muerte injusta y nadie comparte tu sufrimiento. Pedro no te
acompaña ahora, él que decía: «Aunque tuviera que morir, yo jamás te negaré»
(Mt 26,35). Te ha abandonado ese Tomás que exclamaba: «Muramos con él» (Jn
11,6). Y también los demás, los íntimos, ellos que han de juzgar a
las doce tribus (Mt 19,28), ¿dónde están, ahora? No ha quedado ninguno; y tú,
completamente solo, hijo mío, mueres por todos. Es tu salario por haber salvado
a todos los hombres y haberles servido, hijo mío y Dios mío.»
Girándose
hacia María, aquél que salió de ella, exclamó: «¿Por qué lloras, madre? Yo, ¿no
sufrir? ¿no morir? ¿Cómo podría salvar a Adán? ¿Dejar de habitar el sepulcro?
¿Cómo devolvería la vida a los que permanecen en el país de los muertos? ¿Por
qué lloras? Mejor que grites: ‘Él sufre voluntariamente, mi hijo y mi Dios’.
Virgen sensata, no te vuelvas semejante a las insensatas (Mt 25,1s); tú estás
dentro de la sala de bodas, no reacciones, pues, como si estuvieras fuera… No
llores más, pues es mejor que digas: ‘Ten piedad de Adán, sé misericordioso con
Eva, tú, mi hijo y mi Dios.’
… «Ten la
seguridad, madre, que tú serás la primera en verme salir del sepulcro. Vendré a
mostrarte de qué males he rescatado a Adán, qué de sudores he derramado por él.
A mis amigos les revelaré el sentido de las señales que verán en mis manos.
Entonces, tú verás a Eva como en otros tiempos” ….
San Román
– Himno 25, María en el camino de la cruz
PARA REZAR
Señora
y Madre nuestra:
tú
estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús.
Ofrecías
tu Hijo al Padre para la redención del mundo.
Lo
perdías, en cierto sentido,
porque
El tenía que estar en las cosas del Padre,
pero
lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo,
en
el Amigo que da la vida por sus amigos.
María,
¡qué hermoso es escuchar
desde
la cruz las palabras de Jesús:
“Ahí
tienes a tu hijo”, “Ahí tienes a tu Madre”.
¡Qué
bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan!
Queremos
llevarte siempre a nuestra casa.
Nuestra
casa es el lugar donde vivimos.
Pero
nuestra casa es sobre todo el corazón,
donde
mora la Trinidad Santísima. Amén.
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