29 de agosto de 2020


29 de agosto de 2020 – TO – SÁBADO DE LA XXI SEMANA

29 de Agosto – Martirio de San Juan Bautista

Lectura del profeta Jeremías 1, 17-19

Tú, ahora, muévete y anda a decirles todo lo que yo te mande. No temas enfrentarlos, porque yo también podría asustarte delante de ellos. Este día hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y una muralla de bronce frente a la nación entera: frente a los reyes de Judá y a sus ministros, frente a los sacerdotes y a los propietarios.
Ellos te declararán la guerra, pero no podrán vencerte, pues yo estoy contigo para ampararte -palabra de Yahvé-.»
Palabra de Dios

Salmo 70,1-7
R: Mi boca contará tu auxilio

En ti, Señor, confío,
que no me decepcione.
En tu justicia tú querrás defenderme,
inclina a mí tu oído y sálvame.
Sé para mí una roca de refugio,
una ciudad fortificada en que me salve,
pues tú eres mi roca, mi fortaleza.
Líbrame, oh Dios, de la mano del impío,
de las garras del malvado y del violento,
pues tú eres, Señor, mi esperanza,
y en ti he confiado desde mi juventud.
En ti me apoyé desde mis primeros pasos,
tú me atrajiste desde el seno de mi madre,
y para ti va siempre mi alabanza.
Pero ahora para muchos soy un escándalo,
y sólo me quedas tú, mi amparo seguro.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 17-29

En efecto, Herodes había mandado tomar preso a Juan y lo había encadenado en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado. Pues Juan le decía: «No te está permitido tener a la mujer de tu hermano.» Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía, pues Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo.
Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día de su cumpleaños, dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los personajes principales de Galilea. En esa ocasión entró la hija de Herodías, bailó y gustó mucho a Herodes y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le prometió con juramento: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» Salió ella a consultar a su madre: « ¿Qué pido?» La madre le respondió: «La cabeza de Juan el Bautista.» Inmediatamente corrió a donde estaba el rey y le dijo: «Quiero que ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.»
El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había comprometido con juramento delante de los invitados. Ordenó, pues, a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se la pasó a su madre. Cuando la noticia llegó a los discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron. 
Palabra del Señor

O bien de la feria:

1 Corintios 1,26-31
S. R. 32,12-13.18-21

PARA REFLEXIONAR

Hacemos memoria del martirio de san Juan Bautista, el Precursor de Jesús. Toda la vida del Bautista gira en torno a la persona del Salvador, de manera que en torno a Él, la existencia y la tarea del Precursor cobran sentido.
Desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abre el diálogo entre el que prepara el camino y Aquel que es el mismo camino. El Salvador santifica a Juan, y éste salta de gozo dentro del vientre de su madre. En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo —que etimológicamente significa “estar lleno de Dios”—, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).
El trabajo de Juan Bautista continúa la línea de los antiguos profetas de Israel, que denunciaban los pecados sociales y anunciaban a su pueblo el tiempo de la presencia de Dios, que los haría salir del oprobio y de la crisis. Es difícil el destino de los profetas. Ser profeta, dice Guardini, significa decir a su tiempo contra su tiempo, lo que Dios manda decir. —No te es licito tener como esposa a Herodias, la mujer de tu hermano, le grita Juan a Herodes Antipas. Y Juan lo paga en la cárcel de Maqueronte.
Su muerte confirmó la veracidad de su misión, ya que murió asesinado en el palacio del rey y siendo cómplices los que oprimían el país con su lujo, riqueza y escándalos. Su muerte testimonial es una clave importante para comprender el martirio de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le precede ahora en la muerte cruel. Juan ha cumplido ya su misión. El misterio de la Cruz de Jesús está ya presente en este martirio. Su sangre no será inútil. “La cabeza de Juan Bautista predica mejor desde la bandeja que sobre sus hombros”.
La memoria de los mártires o «testigos» ha sido siempre clave e importante para la vida de la iglesia cristiana. El cristianismo no puede ser entendido, sino como un testimonio fuerte y vivo, del nuevo mundo que irrumpe en la historia en la persona de Jesús de Nazaret. El seguimiento de Cristo no es posible si no estamos dispuestos a asumir la cruz, que significa oponerse a las estructuras de pecado existentes en el mundo y la historia.
Que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista sea una invitación para que nuestra vida también gire en torno a la Persona de Jesús, lo cual le dará su pleno sentido, y que su ejemplo “nos entusiasme”, para que llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía.
«Está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo Cristo (…) ser denominado “antorcha ardiente y luminosa”. Fue bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del mundo». San Beda.

PARA DISCERNIR

¿Qué lugar ocupa la defensa de la verdad en mi opción de fe?
¿Hasta dónde arriesgo por defender lo que es justo?
¿Acomodo la realidad a mi conveniencia?

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

Señor, mi destino está en tus manos

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Precursor en la muerte como en la vida

Ilustre precursor de la gracia y mensajero de la verdad,
Juan Bautista, la antorcha de Cristo,
llega a ser el evangelista de la Luz eterna.
El testimonio profético que no cesó de dar,
en su mensaje, toda su vida y su actividad,
hoy lo signa con su sangre y su martirio.
Siempre había precedido a su Maestro:
Naciendo, había anunciado su venida al mundo.
Bautizando a los penitentes en el Jordán,
había prefigurado a aquél que venía a instituir su bautismo.
Y la muerte de Cristo Redentor, su Salvador,
que dio vida al mundo,
Juan Bautista la vivió también antes,
derramando su sangre por él, por amor.
Un tirano cruel lo escondió en una prisión y entre hierros,
en Cristo, las cadenas no pueden atar
a aquel a quien un corazón libre abre al Reino.
¿Cómo la oscuridad y las torturas de un oscuro calabozo
podían cambiar la razón de aquel que ve la gloria de Cristo,
y que de él recibe los dones del Espíritu?
Gustosamente ofrece su cabeza a la espada del verdugo;
¿cómo podía perder su cabeza aquel que tiene por Jefe a Cristo?
Es dichoso por acabar hoy su misión de precursor
saliendo de este mundo.
Aquel de quien había dado testimonio viviendo,
Cristo que viene y que está allí,
proclama hoy su muerte.
El país de los muertos
¿podía retener a este mensajero que se le escapa?
Los justos, los profetas y los mártires se gozan,
yendo con él al encuentro del Salvador.
Todos rodean a Juan con su alabanza y su amor.
Con él, suplican desde ahora a Cristo de ir hacia los suyos.
Oh gran precursor del Redentor, no va a tardar el que libera de la muerte para siempre.
¡Conducido por tu Señor, entra, con los santos, en la gloria!

San Beda el Venerable (c. 673-735) – monje benedictino, doctor de la Iglesia
Himno para el martirio de san Juan Bautista; PL 94, 630

PARA REZAR

A la orilla de un río
un hombre predicaba
y hablaba de otro hombre
que estaba por llegar.
Era Juan el Bautista,
era voz que gritaba
que llegaba la hora
de la verdad.

Hubo un hombre enviado por Dios,
era su nombre Juan,
él no era la luz,
pero vino a preparar
los caminos que conducen a Jesús.

A todo el que quería
conocer los caminos
que Dios recorre a diario,
hablando al corazón,
el Bautista le hablaba
de amor y de justicia,
porque estaba a las puertas
el Salvador.

Pero el hombre que hablaba
de amor y de justicia,
fue un día encarcelado
por capricho de un rey.
Su cabeza cortaron,
su voz siguió gritando
los abusos de un hombre
en el poder.

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