26
de agosto de 2020 – TO – MIÉRCOLES DE LA XXI
SEMANA
¡Ay de ustedes
que por fuera parecen justos!
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Tesalónica 3, 6-10. 16-18
Les
ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de
todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que
recibieron de nosotros. Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro
ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes y nadie
nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y
noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes.
Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un
ejemplo para imitar.
En
aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no
coma.
Que
el Señor de la paz les conceda la paz, siempre y en toda forma. El Señor esté
con todos ustedes.
El
saludo es de mi puño y letra. Esta es la señal característica de todas mis
cartas: así escribo yo, Pablo.
La
gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
127, 1-2. 4-5 (R.: cf. 1a)
R. ¡Felices
los que temen al Señor!
¡Feliz
el que teme al Señor
y
sigue sus caminos!
Comerás
del fruto de tu trabajo,
serás
feliz y todo te irá bien. R.
¡Así
será bendecido
el
hombre que teme al Señor!
¡Que
el Señor te bendiga desde Sión
todos
los días de tu vida:
que
contemples la paz de Jerusalén. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32
Jesús
habló diciendo:
¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados:
hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de
podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los
hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
¡Ay
de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los
profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en
el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la
sangre de los profetas»! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son
hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus
padres!
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Terminamos
hoy la lectura de la segunda carta de Pablo a los de Tesalónica.
La
certeza de la inminente vuelta del Señor, como juez de la historia llevaba a
varios miembros de la comunidad a pensar que ya no valía la pena trabajar no
sólo en lo material, sino también en lo espiritual y comunitario.
Al
no tener nada que hacer, se metían en todo con chismes y habladurías, sembraban
desorden trastornando la vida de la comunidad. Esta actitud, también tenía como
consecuencia un abuso de la caridad del resto de los hermanos para poder
subsistir.
Pablo
invita una vez más a los culpables a tomar conciencia del valor del trabajo. Es
necesario que cada uno coma el fruto de su trabajo para no ser gravoso a nadie.
Sus palabras son claras: «el que no trabaja, que no coma» y se pone a sí mismo
como ejemplo de trabajador. San Pablo era tejedor y así, con sus propias manos,
se ganó la vida cuando estuvo en esa ciudad. No vivió de forma desordenada ni
comió el pan de otro, aun gozando de ese derecho. Al contrario, trabajó
duramente, noche y día, además de su trabajo apostólico.
Exhorta
a seguir su ejemplo sin dejarse llevar por los rumores de un próximo fin del
mundo.
La
carta termina con deseos de paz y de gracia para la comunidad.
***
Nos
encontramos con las últimas lamentaciones lanzadas por Jesús a causa de los
fariseos y maestros de la ley. Para Jesús, no hay peor cosa que tratar de
aparentar algo distinto a lo que se es, los fariseos eran muy cuidadosos de que
su imagen tuviera una correcta relación con lo que se encontraba en la ley,
aunque no fuera realidad en sus vidas concretas.
Escribas
y fariseos habían identificado el reino de Dios con las estructuras religiosas
del judaísmo, pretendían defender los derechos de Dios defendiendo un cúmulo de
leyes, preceptos y tradiciones que consideraban inamovibles.
Jesús
es misericordioso y compasivo con los pecadores y débiles, pero lo descubrimos
condenando actitudes hipócritas y forzadas. Jesús apuesta a una valoración
incondicional de la vida de la persona. La vida humana está por encima de
instituciones y leyes. Lo que cuenta es lo que somos ante Dios, y no lo que
aparentamos delante de los hombres.
El
fariseísmo, tal como fue denunciado por Jesús es la sombra de la actitud
religiosa, es su trampa y nadie está exento de caer en ella. Cuando todo el esfuerzo
se coloca en mantener viva una estructura y una fachada, corremos el riesgo que
el interior no se desarrolle ni crezca. La tentación constante de todo
creyente, será siempre, hacer de la religión una máscara con la que cubrir su
verdadero rostro, una postura que le impida su verdadero cambio interior.
La
lucha del hombre de fe, será batallar contra la fina hipocresía de predicar sin
poner en práctica, de decir sin hacer, de aparentar sin ser, de buscar un
lugar, de odiar con el pretexto de defender los derechos de aquel que es el
amor por excelencia.
Jesús
confirma como perenne y absoluta, y por lo tanto perteneciente al reino la ley
suprema del amor a Dios y al prójimo. Este amor sincero que nos da la humildad
como para hacernos los últimos, los servidores de los hermanos, de tal modo que
brille en todo y en todos, la luz del reino.
PARA DISCERNIR
¿Descubrimos
las leyes como mediaciones y no como fin en nuestro camino de fe?
¿En
qué espacios descubrimos que se nos filtra el espíritu de hipocresía?
¿Vivimos
las instituciones como espacios de humanización y valores cristianos?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
¡Escucha
Señor, ten compasión de mí! ¡Señor, ven en mi ayuda!
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Señor,
quita mi corazón de piedra»
… Amamos
a Cristo como él nos ha amado. Nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus
huellas (1P2, 21). Porque él dice: «Ponme como un sello sobre tu corazón» (Ct
8,6), esto viene a decir: «Ámame como yo te amo. Llévame en tu espíritu, en tu
memoria, en tu deseo, en tus suspiros, en tus gemidos y tus sollozos.
Acuérdate, hombre en qué estado yo te he creado, cuánto te he elevado por
encima de otras criaturas, con qué dignidad te he ennoblecido, cómo te he
coronado de gloria y honor, cómo te he situado un poco inferior a los ángeles,
y cómo todo lo he puesto bajo tus pies (Ps 8). Acuérdate no solo de todo esto
que he hecho por ti sino de qué pruebas y qué humillaciones he sufrido por ti…Y
tú, si me amas, muéstralo; no de palabra y de lengua, sino en acto y verdad…Ponme
como un sello sobre tu corazón y ámame con todas tus fuerzas» …
Señor,
quita mi corazón de piedra, este corazón duro e incircunciso. Dame un corazón
nuevo, un corazón de carne, un corazón puro (Ez 36, 26). Tú que purificas los
corazones, que amas los corazones puros, toma posesión de mi corazón, ven y
vive…
Baudoin de Ford
(? 1190), abad cisterciense Tratado 10.
PARA REZAR
Jesús,
tú fuiste coherente, verdadero hasta el fondo contigo mismo: proclamaste tu
Evangelio con alegría.
Tú
pusiste la luz en lo alto para que alumbrase a todos.
Tú
sembraste por los caminos semillas de vida.
Tú
miraste a los ojos del hombre con un corazón limpio.
Tú
dijiste que lo esencial era amar, amar siempre.
Tú
buscaste lo mejor del hombre.
Te
pusiste al lado del pobre y del indefenso.
Tocaste
con tu mano al marginado.
Acogiste
con ternura a los más abandonados.
Llevaste
por los caminos la alegría y la paz.
Dejaste
un beso de ternura en todos los dolores.
Aquí
estoy ante ti, callado y desconcertado.
Sin
entender del todo los porqués, pero abierto a tu palabra, a tu misterio.
Dime,
también hoy, tu palabra. Dime, Señor, tu amor.
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