4
de julio de 2020 – TO – SÁBADO DE LA XIII SEMANA
Vino nuevo en
odres nuevos
Lectura
de la profecía de Amós 9, 11-15
Así
habla el Señor:
Aquel
día, yo levantaré la choza derruida de David, repararé sus brechas, restauraré
sus ruinas, y la reconstruiré como en los tiempos pasados, para que ellos tomen
posesión del resto de Edóm y de todas las naciones que han sido llamadas con mi
Nombre -oráculo del Señor que cumplirá todo esto- .
Llegan
los días -oráculo del Señor- en que el labrador seguirá de cerca al que siega,
y el que vendimia al que siembra. Las montañas harán correr el vino nuevo y
destilarán todas las colinas.
Yo
cambiaré la suerte de mi pueblo Israel; ellos reconstruirán las ciudades
devastadas y las habitarán, plantarán viñedos y beberán su vino, cultivarán
huertas y comerán sus frutos. Los plantaré en su propio suelo, y nunca más
serán arrancados del suelo que yo les di, dice el Señor, tu Dios.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
84, 9. 11-12. 13-14 (R.: 9b)
R. El
Señor promete la paz para su pueblo.
Voy
a proclamar lo que dice el Señor:
el
Señor promete la paz,
la
paz para su pueblo y sus amigos,
y
para los que se convierten de corazón. R.
El
Amor y la Verdad se encontrarán,
la
Justicia y la Paz se abrazarán;
la
Verdad brotará de la tierra
y
la Justicia mirará desde el cielo. R.
El
mismo Señor nos dará sus bienes
y
nuestra tierra producirá sus frutos.
La
Justicia irá delante de él,
y
la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 9, 14-17
Se
acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: «¿Por qué tus discípulos no ayunan,
como lo hacemos nosotros y los fariseos?»
Jesús
les respondió: «¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el
esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y
entonces ayunarán.
Nadie
usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo
añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco
se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se
derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y
así ambos se conservan!»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Amós
ha sido ante todo un “profeta de desdichas”: para provocar a la conversión,
anuncia catástrofes.
Hasta
ahora Israel a causa de su idolatría, de su egoísmo y de su ceguera ha hecho
imposible el encuentro con Dios en el culto, en el amor al prójimo y en los
acontecimientos históricos del pasado. El mensaje de Amós ha tendido a recordar
que el culto debe constituirse y crecer desde la adoración, como respuesta al
acto salvador de Dios y que, por haberlo ignorado, el templo, el altar y el
culto donde los israelitas iban a presentar sus ofrendas, sus diezmos, sus
sacrificios se transformaron en causa de muerte de la comunidad de la alianza.
Sin
embargo, el final de la lectura del profeta Amós se tiñe de un tono de
esperanza. Después de las denuncias, el vidente anuncia un futuro de felicidad.
Invita al pueblo a tener confianza en Dios, que, a pesar de ser exigente en el
cumplimiento de su Alianza, es comprensivo con nuestra debilidad.
Si
Dios intervino en el pasado activamente, por ello continuará interviniendo en
el presente. Yahvé no es una divinidad local, ligada a una tierra, como las
divinidades cananeas de la fecundidad, sino el Dios único de todos los pueblos,
de todas las fuerzas y de todas las potestades.
Dios
siempre deja un resquicio a la esperanza. Siempre nos permite el camino de
retorno, y así sucederá después del destierro de Babilonia. Dios tiene corazón
de Padre. Él mismo curará las heridas y reconstruirá las ciudades en ruinas.
***
Los
judíos piadosos ayunaban lunes y jueves. Los seguidores de Juan, también. El
mismo Jesús ayunó en el desierto. En este pasaje, la polémica sobre el ayuno,
no debe entenderse dirigida inmediatamente a esa práctica ascética, consistente
en privarse de algo de comida con una finalidad de penitencia o austeridad;
sino al ayuno como signo de la espera mesiánica.
Esta
controversia provocada por los discípulos de Juan tiene como trasfondo la
aceptación o no a Cristo, como el enviado de Dios. Por este motivo los
seguidores del Bautista corren de inmediato a preguntarle a Jesús por qué sus
discípulos no ayunan.
La
respuesta de Jesús es clara: si el ayuno manifestaba la espera del Mesías; y
esta es una realidad presente y operante, no se puede seguir con la mente y la
vida animadas por esquemas ya caducos, y por ritos externos vacíos que han
dejado de lado muchas veces la justicia y la misericordia. Dios estaba en medio
de ellos con la presencia de Jesús. Sólo cabe una actitud posible: la alegría,
el gozo por la presencia del Dios hecho hombre.
Jesús
se compara a sí mismo con el novio y el esposo: los amigos del esposo están de
fiesta. Los discípulos no deben vivir tristes, con miedo, como obligados, sino
con una actitud de alegría interna y festiva. Creer en Él y seguirlo, no
significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un
traje viejo, ocultando sus roturas, o guardar el vino nuevo de la fe en los de
una vida asimilada al pecado. Jesús nos viene a decir que lo nuevo es
incompatible con lo viejo.
Seguirlo
es cambiar el vestido entero, es cambiar la mentalidad, no sólo las formas.
El
Evangelio vivo de Jesús no es un asunto de remiendo ni parches, sino de
conversión profunda y radical. No afecta solamente lo externo, sino que hace de
la persona un ser nuevo. Es tener un corazón nuevo que afecta a toda nuestra
vida, no sólo a unas prácticas de piedad u oraciones: “He aquí que hago las
cosas nuevas” o “hay que nacer de nuevo”.
El
cristianismo no puede no ser fiesta, porque se apoya en el amor de Dios, en la
salvación que nos ofrece Cristo Jesús.
También
hoy, la vida del reino, no es recuerdo melancólico ni atadura a glorias
pasadas, sino apertura a la acción transformadora del Espíritu que todo lo
recrea y lo hace nuevo.
«Justo
es nuestro ayuno si quemamos en deseos de verle» San Agustín.
PARA DISCERNIR
¿Vivo
la experiencia del evangelio como novedad?
¿Creo
en la fuerza renovadora de la gracia?
¿Pongo
mi vida y mis opciones en sintonía con la Buena Nueva del Evangelio?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Déjame
nacer de nuevo
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«El
Esposo está con ellos»
…
“El pecado de Adán se comunicó a todo el género humano, a todos sus hijos… Es,
pues, necesario que también la justicia de Cristo se comunique a todo el género
humano; de la misma manera que Adán, por el pecado, hizo perder la vida a su
descendencia, así Cristo, por su justicia, dará la vida a sus hijos (cf Rm
5,19s)…
En
la plenitud de los tiempos, Cristo recibió de María un alma y nuestra carne.
Esta carne, él vino a salvarla, y no la abandonó en la región de los muertos
(Sl 15,10), la unió a su espíritu y la hizo suya. Estas son las bodas del
Señor, su unión a una sola carne, a fin de que, según «este gran misterio» sean
«dos en una sola carne: Cristo y la Iglesia» (Ef. 5,31). De estas nupcias nació
el pueblo cristiano, y sobre ellas descendió el Espíritu del Señor. Esta
siembra venida del cielo se expandió rápidamente en la substancia de nuestras
almas y se mezclaron con ella. No desarrollamos en las entrañas de nuestra
Madre y, creciendo en su seno, recibimos la vida en Cristo. Eso es lo que hizo
decir al apóstol Pablo: «El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo; el
último Adán, en espíritu que da vida» (1C 15,45).
Es
así como Cristo, por sus presbíteros, engendró a hijos en la Iglesia, tal como
lo dice el mismo apóstol: «Soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús» (1C
4,15). Y es así como por el Espíritu de Dios, Cristo, por las manos de su
presbítero, y con la fe por testigo, hace nacer al hombre nuevo formado en el
seno de su Madre y dado a luz en la fuente bautismal… Es, pues, necesario creer
que podemos nacer… y que es Cristo quien nos da la vida. El apóstol Juan lo
dice: «A cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios» (Jn 1,12).”
…
San Paciano de
Barcelona (?-hacia 390), obispo
Homilía sobre el
bautismo; PL 13,1092
PARA REZAR
Señor
ayúdame
Señor
ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes.
Y a no decir mentira para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna no permitas que pierda la felicidad.
Si me das fuerza no permitas que pierda la razón.
Si me das éxito, no permitas que pierda la humildad.
Si me das humildad, no permitas que pierda la dignidad.
Ayúdame siempre a ver el otro lado de la medalla.
No me dejes inculpar de traición a
los demás por no pensar como yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo
y a juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo.
Ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es lo más grande del fuerte.
Y que la venganza es la señal primitiva del débil.
Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito, déjame la fuerza para triunfar.
Si yo faltara a la gente, dame valor para disculparme.
Si la gente faltara conmigo, dame valor para perdonar.
Señor, si yo me olvido de TI, Tú no te olvides de mí.
Y a no decir mentira para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna no permitas que pierda la felicidad.
Si me das fuerza no permitas que pierda la razón.
Si me das éxito, no permitas que pierda la humildad.
Si me das humildad, no permitas que pierda la dignidad.
Ayúdame siempre a ver el otro lado de la medalla.
No me dejes inculpar de traición a
los demás por no pensar como yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo
y a juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo.
Ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es lo más grande del fuerte.
Y que la venganza es la señal primitiva del débil.
Si me quitas la fortuna, déjame la esperanza.
Si me quitas el éxito, déjame la fuerza para triunfar.
Si yo faltara a la gente, dame valor para disculparme.
Si la gente faltara conmigo, dame valor para perdonar.
Señor, si yo me olvido de TI, Tú no te olvides de mí.
María
Eugenia Ochoa Medina
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