4
de junio de 2020 – TO - JUEVES DE LA IX SEMANA
Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo
a
Timoteo 2, 8-15
Querido
hermano:
Acuérdate
de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David.
Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado
como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso soporto
estas pruebas por amor a los elegidos, a fin de que ellos también alcancen la
salvación que está en Cristo Jesús y participen de la gloria eterna.
Esta
doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos
constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de
nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.
No
dejes de enseñar estas cosas, ni de exhortar delante de Dios a que se eviten
las discusiones inútiles, que sólo sirven para perdición de quienes las
escuchan. Esfuérzate en ser digno de la aprobación de Dios, presentándote ante
él como un obrero que no tienen de qué avergonzarse y como un fiel dispensador
de la Palabra de verdad.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
24, 4-5b. 8-9. 10 y 14 (R.:4a)
R. Muéstrame,
Señor, tus caminos.
Muéstrame,
Señor, tus caminos,
enséñame
tus senderos.
Guíame
por el camino de tu fidelidad;
enséñame,
porque tú eres mi Dios y mi Salvador. R.
El
Señor es bondadoso y recto:
por
eso muestra el camino a los extraviados;
él
guía a los humildes para que obren rectamente
y
enseña su camino a los pobres. R.
Todos
los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para
los que observan los preceptos de su alianza.
El
Señor da su amistad a los que lo temen
y
les hace conocer su alianza. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34
Un
escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y
le preguntó: « ¿Cuál es el primero de los mandamientos?»
Jesús
respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único
Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma,
con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos.»
El
escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios
y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale
más que todos los holocaustos y todos los sacrificios.»
Jesús,
al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del
Reino de Dios.»
Y
nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Con
una fe inquebrantable, Pablo, encerrado en una oscura cárcel, anima a Timoteo
en su camino. Pablo muestra su amor a su discípulo predilecto; cada vez que
pronuncia su nombre añade: «mi amado hijo», “verdadero hijo en la fe” “mi hijo
muy amado y fiel en el Señor”. Timoteo es el hijo que “tiene los mismos
sentimientos” de Pablo.
Pablo
entiende su propio sufrimiento como un modo privilegiado de unirse a Cristo. El
sentido definitivo de su sufrimiento: vivir con Jesús, imitar su vida,
participar en su obra de salvación. La certeza de que su sufrimiento es parte
del plan de salvación le permite al prisionero Pablo ser totalmente libre.
Lo
único que le preocupa es que pueda frenarse el anuncio de la Palabra de Dios en
el proceso de la evangelización del mundo aunque tiene la seguridad de que la
Palabra no quedará encadenada.
La
entrega redentora de Cristo es su modelo y debe ser también nuestro modelo
decisivo: «acuérdate de Jesucristo… si con Él morimos, viviremos con Él».
***
A
los escribas les gustaba mucho discutir sobre la Ley. Después de fariseos y
saduceos, hoy llega un escriba; que es “una buena persona”. Aunque pertenece al
círculo de los adversarios de Jesús, su búsqueda de la verdad domina sobre su
pertenencia al grupo dirigente. No pretende comprometer a Jesús, sino que, al
ver la sabiduría con que interpreta la Escritura, busca solución a una cuestión
muy debatida.
Los
judíos se veían como ahogados por tantos preceptos, complicados aún más por las
interpretaciones de las varias escuelas de rabinos, por eso el fondo de la
pregunta apunta a descubrir qué es lo más importante para Dios según la
tradición de Israel, cuál es la expresión suprema de su voluntad y lo primario
en el comportamiento del hombre.
Esta
vez la pregunta es sincera y merece una respuesta de Cristo que también
provocará una alabanza al letrado ante su buena reacción. Jesús comienza su
respuesta haciendo suyo el llamamiento a Israel de Dt 6,4-5 …Escucha, Israel….
En tiempos de Jesús esta oración era parte integrante de la liturgia del
templo, pero después de la destrucción de éste pasó a la liturgia sinagogal
como parte de las oraciones de la mañana y de la tarde.
Jesús,
no solamente va a enunciar el mandamiento, sino que va a proclamarlo, tomando
las palabras de Moisés al pueblo; sin citar a Moisés ni a la Escritura.
Recuerda a todo Israel que Dios es su único Señor, no los dirigentes que
explotan y agobian al pueblo, ni el mismo César que lo somete, ni el dios de
muertos. Jesús retoma el fundamento de la fe de Israel y lo propone a sus
discípulos como el primero y el más importante de los mandamientos: el amor
íntegro y total a Dios como único Señor. La suma de los términos: “corazón,
alma, mente, fuerza” quiere significar una plenitud de amor que comprende todas
nuestras facultades de amar.
Jesús
avanza sobre la pregunta del letrado y retomando la escritura deja por sentado
que en la antigua alianza no había un solo mandamiento principal, sino dos,
pues el amor a Dios era inseparable del amor al prójimo. Para ser verdadero, el
amor a Dios tenía que traducirse en amor al hombre.
Jesús
define el segundo mandamiento con una fórmula bíblica, tomada del “código de
santidad” del libro del Levítico: … “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” … (Lv
19,18). Jesús se refiere al mandamiento del amor al prójimo colocándolo al
mismo nivel que el primero, en cuanto pertenece a la misma categoría de
principio unificador y fundamental: “No hay mandamiento más importante que
éstos”.
Al
afirmar que no hay ningún mandamiento mayor que éstos relativiza Jesús todos
los demás, que aparecen como secundarios, accesorios, dispensables. Son estos
dos los que deben regular la vida del israelita; ninguna otra práctica es
esencial. Del amor a Dios no se deriva el culto religioso, sino el amor al
hombre, su imagen.
La
gran consigna de Jesús es el amor. Eso resume toda la ley. Un amor en dos
direcciones. Amar a Dios, dándole el primer lugar en nuestra vida, en nuestra
mentalidad y en nuestra jerarquía de valores. Un amor a Dios que nos significa
escucharlo, adorarlo, encontrarnos con El en la oración, amar lo que ama Él.
Amar
al prójimo con todo el corazón, a los que nos agradan y a los que no, porque
todos somos hijos del mismo Padre, porque Cristo se ha entregado por todos.
Amar a los demás significa, no sólo no hacerles daño, sino ayudarlos,
comprenderlos, perdonarlos.
Jesús
une las dos direcciones en la única ley del amor. Ser cristiano no es sólo amar
a Dios. Ni sólo amar al prójimo. Sino las dos cosas juntas. No vale decir que
uno ama a Dios y descuidar a los demás. No vale decir que uno ama al prójimo,
olvidándose de Dios y de las motivaciones sobrenaturales que Cristo nos ha
enseñado.
Por
eso el amor concreto debe partir de las necesidades del hermano a quien se ama.
El amor no son palabras que se dicen nada más, no son discursos demagógicos que
se pronuncian para tranquilizar la conciencia. La obligación de amar al hermano
se ha convertido en un imperativo del seguimiento a Jesús que se concretiza en
la vida fraterna. Jesús invitó a sus discípulos a una vida de amor fuerte y
concreto. El amor a los hermanos debe ser testimonio de seguimiento y
testimonio de vida cristiana.
PARA DISCERNIR
¿Qué
lugar ocupa mi amor a Dios?
¿Cómo
lo expreso?
¿Qué
lugar ocupa el amor a los hermanos?
REPITAMOS LO LARGO DE ESTE DÍA
Enséñame
a amar
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Amor
a los hombres, amor de Dios
…
“Hijo mío, esfuérzate con toda tu alma a adquirir el amor a los hombres, en el
cual y a través del cual te elevarás hasta el amor de Dios que es el fin de
todos los fines. Vanos son todos los trabajos que no se hacen en caridad.
Todas
las buenas obras y todos los trabajos conducen al hombre hasta la puerta del
palacio real; pero el amor es el que nos hace permanecer en él y nos hace
descansar en el seno de Cristo (Jn. 13, 25).
Hijo
mío, que tu amor no esté dividido, interesadamente, sino que sea desinteresado,
derramado por todas partes, a la vista de Dios. Cristo te dará el conocimiento
necesario para comprender el misterio de esta palabra. Ama a todos los hombres
como a ti mismo; más aún, ama a tu hermano más que a ti mismo; no busques sólo
lo que te conviene a ti, sino lo que es útil a tu hermano. Menospréciate a ti
mismo por amor a tu hermano, a fin de que Cristo sea misericordioso y haga de
ti un coheredero de su amor. Cuida bien de no descuidar esto, porque Dios nos
ha amado primero y entregó su Hijo a la muerte por todos. «Tanto amó Dios al
mundo que le entregó a su Hijo único» dice el apóstol Juan, testigo de la
verdad (Jn 3,16). El que camina por este sendero del amor, gracias a su trabajo
llegará pronto a la mansión que es el fin de sus esfuerzos. No pienses, pues,
hijo mío, que el hombre puede alcanzar el amor de Dios, que se nos ha dado
gratuitamente, antes de haber amado a sus hermanos en humanidad” …
Youssef Bousnaya
(hacia 869-979), monje sirio
PARA REZAR
Señor:
Sólo Tú puedes soportar ofensas, indiferencia,
ingratitud, abandono y permanecer inalterable.
Dame Señor un corazón como el tuyo disponible para todos
por igual, sin egoísmos para que pueda servir a los demás
y no fallarles, para que mi amor sea siempre sincero,
constante, grande y perfecto como el Tuyo.
Bendice a los que me aman y a los que Tú sabes que no.
Reconozco que soy quien levanto barreras de prevención
y miedo, indiferencias y rechazos, disgustos y reclamos.
Permíteme dar un testimonio vivo de amor que no sea sólo apariencia.
Te pido que pongas en mi corazón sentimientos más puros y sinceros.
Necesito generosidad, renuncia, comprensión y confianza.
Tú me amas Señor, no por lo que soy sino a pesar de lo que soy.
¡ENSÉÑAME A AMAR!
Sólo Tú puedes soportar ofensas, indiferencia,
ingratitud, abandono y permanecer inalterable.
Dame Señor un corazón como el tuyo disponible para todos
por igual, sin egoísmos para que pueda servir a los demás
y no fallarles, para que mi amor sea siempre sincero,
constante, grande y perfecto como el Tuyo.
Bendice a los que me aman y a los que Tú sabes que no.
Reconozco que soy quien levanto barreras de prevención
y miedo, indiferencias y rechazos, disgustos y reclamos.
Permíteme dar un testimonio vivo de amor que no sea sólo apariencia.
Te pido que pongas en mi corazón sentimientos más puros y sinceros.
Necesito generosidad, renuncia, comprensión y confianza.
Tú me amas Señor, no por lo que soy sino a pesar de lo que soy.
¡ENSÉÑAME A AMAR!
María
Eugenia Ochoa Medina -MVP – Colombia
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