21 de junio de 2020

21 de junio de 2020 – TO - DOMINGO XII - Ciclo A

No teman a los que matan el cuerpo

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías    20, 10-13
   
Dijo el profeta Jeremías:
Oía los rumores de la gente: «¡Terror por todas partes! ¡Denúncienlo! ¡Sí, lo denunciaremos!» Hasta mis amigos más íntimos acechaban mi caída: «Tal vez se lo pueda seducir; prevaleceremos sobre él y nos tomaremos nuestra venganza.»
Pero el Señor está conmigo como un guerrero temible: por eso mis perseguidores tropezarán y no podrán prevalecer; se avergonzarán de su fracaso, será una confusión eterna, inolvidable.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo, que ves las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos!, porque a ti he encomendado mi causa.
¡Canten al Señor, alaben al Señor, porque él libró la vida del indigente del poder de los malhechores! 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 68, 8-10. 14y 17. 33-35(R.: 14c) 
R.    Respóndeme, Dios mío, por tu gran amor.

Por ti he soportado afrentas
y la vergüenza cubrió mi rostro;
me convertí en un extraño para mis hermanos,
fui un extranjero para los hijos de mi madre:
porque el celo de tu Casa me devora,
y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. R.

Pero mi oración sube hasta ti, Señor,
en el momento favorable:
respóndeme, Dios mío, por tu gran amor,
sálvame, por tu fidelidad.
Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor,
por tu gran compasión vuélvete a mí. R.

Que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan al Señor:
porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos.
Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar,
y todos los seres que se mueven en ellos. R.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 5, 12-15

Hermanos:
Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.
En efecto, el pecado ya estaba en el mundo, antes de la Ley, pero cuando no hay Ley, el pecado no se tiene en cuenta. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una trasgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir.
Pero no hay proporción entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron derramados mucho más abundantemente sobre todos. 
Palabra de Dios.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    10, 26-33

Jesús dijo a sus apóstoles:
No teman a los hombres. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.
No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.
¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.
Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres. 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

La primera lectura presenta a Jeremías, uno de los más grandes profetas de todos los tiempos. Los grandes imperios relacionados con Israel eran Babilonia y Egipto, dos grandes potencias que se disputaban su mundo. Dentro de esta situación tan agitada, Jeremías desde muy joven sintió la llamada de Dios; tenía que gritar contra la violencia y contra la opresión. Por una parte, Dios lo empuja a predicar; por la otra, los poderosos no quieren oírlo y continúan engañando al pueblo con apariencias de religiosidad: ayunos y holocaustos. Ante esta situación, se sentía acompañado de un poderoso defensor a quien encomienda la suerte de su vida.
San Pablo exhorta a menudo a mantener ambas cosas: el temor y la falta de temor. De un lado, no hay lugar para el temor, ya que el discípulo tiene al Espíritu de Dios; de otro, hay que llevar a cabo la obra del Señor en el mundo con temor y temblor. El pecado entró en el mundo y por muy justo que uno sea, padece situaciones de pecado a las que tiene que enfrentarse. La novedad de Cristo no está en decir aquí no pasa nada, y todos tan contentos sino en la promesa y el don de la victoria definitiva.
Después que Jesús escoge a los doce y los envía a proclamar el Reino de Dios, en el Evangelio de Mateo, los exhorta a que sean valientes ante la oposición que pueden sufrir, por parte de quienes tienen el poder de condenarlos a muerte. El hilo conductor del texto es lo mandato “no tengan miedo”. No hay que tenerle miedo a las cosas que matan el cuerpo, en este caso a quienes los persiguen, los calumnian, los insultan e incluso puedan ocasionarles la muerte material. Hay que temer al que puede llevarlos a renunciar al reino que es morir definitivamente. Vivir claudicando del amor y de la justicia, es para Jesús peor que morir. A muchos les llegará el martirio por seguirlo, pero no deben temer.
El alma es la vida en sentido bíblico, por oposición a lo que sólo es apariencia por eso no podrán matarla. La enseñanza es clara: la inmortalidad del alma es una creencia definitiva, que Jesús propone a los suyos, contra los saduceos que la negaban.
***
Estas recomendaciones a los discípulos que Jesús envía a predicar, fueron redactadas en tiempos de la persecución de los cristianos por parte de los judíos, cuando se jugaban la vida del cuerpo.
Jesús invita a confiar en Dios, dueño y Señor de la vida; todo lo que existe se rige según su voluntad. Estamos en manos de Aquel que no es indiferente ni a uno solo de los cabellos de nuestra cabeza. De Aquel que es mayor que los hombres y puede disponer en la vida y en la muerte. El no dejará que nos perdamos. Valemos más que todos los gorriones juntos.
Jesús sabe que tiene enemigos y pide a sus discípulos que tomen partido por Él; lo que supone muchas veces enfrentarse a los hombres y al poder. Los envía como ovejas en medio de lobos. El cristiano, está llamado a una lucha constante contra toda injusticia, contra todo mal. Contra todo lo que significa no respetar el derecho de cada hombre a vivir dignamente, y poder realizarse como hijo de Dios. Es necesario desenmascarar la mentira y la injusticia, agazapadas principalmente en los distintos poderes que manipulan la historia, y proclamar la primacía del amor y las bienaventuranzas como condiciones indispensables para vivirlo.
La fe pide valentía. El camino no es fácil. La reacción espontánea es el rechazo al esfuerzo y el refugio en la facilidad. La exhortación se sitúa en un crecimiento de fe que implica una fortaleza hecha de constancia, perseverancia y reciedumbre. La vida en la fe es un camino que se abre haciéndolo; que no se aleja en los momentos difíciles, que mantiene viva la esperanza, no se agobia en el dolor y acepta en la normalidad de la vida la posibilidad de la incomprensión.
Jesús sabe que es duro seguirlo y nos anima prometiéndonos su testimonio en favor nuestro ante el Padre. El evangelio tiene enemigos y se da la lucha. El evangelio no es remedio para el corazón que lo preserva del conflicto. Frente a un miedo comprensible; el Señor promete su asistencia, una asistencia que ha sido palpable y visible a través de la historia en la que miles de personas, de toda condición y estilo, han vencido con valor el miedo a la muerte violenta con la que se encontraron sólo por ser cristianos.
La opción que tomemos por Cristo, Él la tomará por nosotros, o lo que es lo mismo: en la medida en que vivamos su vida, Él vivirá la nuestra y con nosotros. Ponernos de su parte significa vencer nuestro miedo y apostar a seguir su camino de servicio, de ayuda, de comprensión; significa creer en la fuerza, en la capacidad de transformación y de fecundidad que tiene la semilla de verdad, de amor y de esperanza que El, ha sembrado en nosotros. Ponerse de parte de Jesús significa comprometerse con Él, dejando de lado respetos humanos, enamorados de su misión, dispuestos a hacer todo aquello que Él pida. Ponerse de parte de Jesús implica sentir que vive junto a nosotros aquí y ahora, con una presencia perturbadora, que conmueve nuestras seguridades, nuestras tranquilidades, y que nos compromete a una acción concreta de compromiso con los hermanos.

Para discernir

¿Acepto que el camino de la fe puede implicar incomprensiones y sufrimientos?
¿Busco en la fe un refugio a mis impotencias o una fuerza para mis debilidades?
¿Confío en que la fuerza y la misericordia de Dios me acompañan en la adversidad?

Repitamos a lo largo de este día

…No temamos…

Para la lectura espiritual

… «La cruz de la Madre Teresa ha sido el primer signo cristiano que se ha visto en la televisión estatal, al menos desde 1967», declaraba un refugiado albanés a su llegada a Italia en 1990.
La cruz de la que hablaba era aquella cruz negra que la Madre Teresa llevaba en su sarga blanca.
Si a partir de 1944 el régimen marxista había perseguido a los creyentes (católicos, ortodoxos y musulmanes), la situación empeoró en 1967. Fue entonces cuando Albania se declaró oficialmente como la única nación atea de la tierra. la religión fue atacada ferozmente. El modo como fueron tratados los católicos recordaba las persecuciones de los emperadores romanos más crueles. En los tiempos modernos, la iglesia ha sido reducida como en los años de las catacumbas. Un hecho sorprendente: mientras los albaneses no tenían derecho a pronunciar públicamente el nombre de Jesús, la Madre Teresa recorría el mundo con el nombre de Jesús en los labios y prodigando obras de misericordia. A un párroco que se encontraba en prisión le pidió un detenido que bautizase a su hijo, en secreto. Cuando las autoridades descubrieron esta desobediencia, el sacerdote fue condenado a muerte. Fue uno de los sesenta sacerdotes que murieron, ahorcados, fusilados o agotados por el rigor de los campos de trabajos forzados. Las persecuciones, como sabemos, se han cebado con el cristianismo. Los perseguidos son llamados «dichosos» porque defienden y enseñan la justicia. La promesa que acompaña a esta bienaventuranza es asombrosa: nada menos que poseer el Reino de los Cielos. Señor Jesús, sabemos que para imitarte tenemos que hacer el bien a todos. Nos has dicho que sufriríamos trabajando por los otros contra la opresión, contra la degradación, contra la guerra.
Cada día encontramos la oposición, la contradicción. Ayúdanos a aceptar nuestros pequeños sufrimientos, porque conocemos su valor redentor. Transforma nuestra tristeza en gozo, mientras nos esforzamos en cumplir tu voluntad” … 

E. Egan – K. Egan, Madre Teresa y la bienaventuranza.

Para rezar

«Jesucristo dijo: “Quien quiera guardar su vida, la perderá;
y quien la gastare por mí, la recobrará en su vida eterna”.
A pesar de todo, tenemos miedo a gastar la vida
y entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva al egoísmo
y nos atormenta cuando hemos de jugarnos la vida.
Pagamos seguros por todas partes para evitar los riesgos.
Y además de todo eso está la cobardía…
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Sin embargo,
Tú nos diste la vida para gastarla.
No podemos reservárnosla en un estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás,
aunque no nos paguen;
hacer un favor a quien nada puede darnos a cambio;
gastar la vida es arriesgarse incluso al inevitable fracaso,
sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas, y sólo tenemos sentido cuando nos quemamos;
sólo entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace eludir el sacrificio y buscar seguridad.
Gastar la vida no es algo que se haga con gestos extravagantes
y falsa teatralidad.
La vida se entrega sencillamente,
sin publicidad, como el agua de la fuente,
como la madre que da el pecho a su hijito,
como el sudor humilde del sembrador.
Enséñanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible están tu gracia
y tu presencia; no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se pierde en la niebla;
con todo, queremos seguir dándonos,
porque Tú estás esperando en la noche
con mil ojos humanos que se deshacen en lágrimas».

Lucho Espinal, jesuita asesinado en Bolivia el 22 de marzo de 1980


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