18
de junio de 2020 – TO – JUEVES DE LA XI SEMANA
Cuando oren
digan así
Lectura
del libro del Eclesiástico 48, 1-14
Después
surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha. El
atrajo el hambre sobre ellos y con su celo los diezmó.
Por
la palabra del Señor, cerró el cielo, y también hizo caer tres veces fuego de
lo alto. ¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios! ¿Quién puede
jactarse de ser igual a ti?
Tú
despertaste a un hombre de la muerte y de la morada de los muertos, por la
palabra de Altísimo. Tú precipitaste a reyes en la ruina y arrojaste de su
lecho a hombres insignes; tú escuchaste un reproche en el Sinaí y en el Horeb
una sentencia de condenación; tú ungiste reyes para ejercer la venganza y
profetas para ser tus sucesores; tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego
por un carro con caballos de fuego.
De
ti está escrito que en los castigos futuros aplacarás la ira antes que estalle,
para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos y restablecer las
tribus de Jacob.
¡Felices
los que te verán y los que se durmieron en el amor, porque también nosotros
poseeremos la vida!
Cuando
Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Durante
su vida ningún jefe lo hizo temblar, y nadie pudo someterlo.
Nada
era demasiado difícil para él y hasta en la tumba profetizó su cuerpo. En su
vida, hizo prodigios y en su muerte, realizó obras admirables.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
96, 1-2. 3-4. 5-6. 7 (R.: 12a)
R. Alégrense,
justos, en el Señor.
¡El
Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense
las islas incontables.
Nubes
y Tinieblas lo rodean,
la
Justicia y el Derecho son la base de su trono. R.
Un
fuego avanza ante él
y
abrasa a los enemigos a su paso;
sus
relámpagos iluminan el mundo;
al
verlo, la tierra se estremece. R.
Las
montañas se derriten como cera
delante
del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los
cielos proclaman su justicia
y
todos los pueblos contemplan su gloria. R.
Se
avergüenzan los que sirven a los ídolos,
los
que se glorían en dioses falsos;
todos
los dioses se postran ante él. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
Jesús
dijo a sus discípulos:
Cuando
oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar
serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo
sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes
oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el
cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos
del mal.
Si
perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los
perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los
perdonará a ustedes.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
La
historia de Israel admite diversas interpretaciones, por eso en algunas
ocasiones se ilumina el significado religioso de los hechos por medio de
algunos textos de los libros sapienciales. Esto es lo que sucede al interrumpir
la lectura de los Libros de los Reyes para escuchar al Sirácida o Eclesiástico,
que muestra su fascinación por este gran profeta de acción.
El
Sirácida escribe en el siglo IV antes de Cristo y el resumen que hace de la
vida de Elías nos recuerda su lucha contra la idolatría y su estilo fogoso:
«delante del Señor avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos”.
Para
los hebreos, como para muchos pueblos acostumbrados a los «sacrificios», el
fuego es el elemento misterioso que une al hombre con Dios: se pasaba la
víctima por el fuego para que el fuego penetrara en ella, y se comía esa
víctima en una comida sagrada, para entrar en comunión con la divinidad. El
personaje Elías es simbolizado por el «fuego».
***
Jesús
acaba de condenar el modelo de oración que se hace por ostentación. Su deseo,
es que sus discípulos pasen a un modelo de oración distinto, al que vienen
acostumbrados. Aconseja a sus seguidores que su oración, no sea con muchas
palabras, porque Dios ya conoce lo que le vamos a decir.
Jesús
nos deja un modelo de oración: el Padrenuestro. Esta oración es como el resumen
de la espiritualidad del Antiguo y del Nuevo Testamento sobria y equilibrada.
Mateo pone el Padrenuestro en contraste con la oración de los paganos que se
caracterizaba por la acumulación de largas y tediosas fórmulas donde se amontonaban
los calificativos de Dios. Mateo destaca, en cambio, de una manera positiva, el
Padrenuestro como una oración breve.
Primero,
nos lleva pensar en Dios, que es nuestro Padre: su nombre, su reino, su
voluntad. Nos invita a mostrar nuestro deseo de sintonizar con Dios. Luego pasa
a nuestras necesidades: el pan de cada día, el perdón de nuestras faltas, la
fuerza para no caer en tentación y vencer el mal. El Padrenuestro a pesar de
ser tan breve; es una síntesis de todo lo que Jesús vivió y sintió respecto de
Dios, del mundo y de su pueblo.
El
Padre nuestro se divide en dos partes. La primera tiene como centro al Padre y
la segunda a la comunidad.
En
la primera parte, la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad
entera. Al comenzar diciendo «Padre nuestro», Jesús marca un estilo de
petición. Existe una relación comunitaria de los discípulos con Dios, ya no es
solamente individual. Son los hijos, o los miembros del reino, los que se
dirigen a Dios como Padre porque Él es el único que merece ese nombre.
La
expresión, «que estás en los cielos», no aleja al Padre de sus hijos, sino que
indica la trascendencia y la invisibilidad de Dios.
La
comunidad pide que la humanidad reconozca a Dios como Padre. Antes que pensar
en sí misma, la comunidad se preocupa por la humanidad que la rodea.
La
comunidad tiene experiencia del reinado de Dios, por eso pide que se extienda a
todo hombre. Pide, porque sabe que es ella la que, con su modo de vida, hace
presente en el mundo el mensaje de salvación. Pide fidelidad al mensaje de las
bienaventuranzas, y a la práctica de esta novedad de vida.
La
comunidad pide que se cumpla el designio de Dios, designio histórico de Dios
sobre la humanidad: llevar a su plenitud la ley y realizar la obra redentora.
La
decisión de la salvación está tomada por Dios, pero tiene que realizarse en la
tierra. Le pedimos a Dios que lo que Él ya ha decidido en el cielo, se realice
en la tierra. La comunidad vuelve a pedir por el mundo; su primera preocupación
es la misión que Jesús le confía.
En
la segunda parte la comunidad reza por sí misma. La palabra «pan», es
equivalente a alimento. «El pan del mañana» hace referencia al banquete
mesiánico final. Jesús describió su presencia con los discípulos como un
banquete de bodas, en contrapartida a la tristeza del ayuno practicado por los
discípulos de Juan y los fariseos. Se pide que el gozo de ese momento, lo pueda
experimentar esta comunidad presente.
En
la petición del perdón de las ofensas aparece una exigencia para la comunidad.
El perdón del Padre está condicionado al perdón mutuo, expresión del amor.
Quien se cierra al amor de los otros se cierra al amor de Dios, que se
manifiesta en el perdón. La división en la comunidad impide la presencia en
ella del amor del Padre. Se pide, pues, la manifestación continúa de ese amor
que se traduce en el perdón mutuo. En los deudores quedan incluidos los
enemigos y perseguidores.
«No
nos dejes caer en la tentación», remite a las tentaciones de Jesús en el
desierto, no se trata de una tentación única y determinada. El sentido de
«tentación» se refiere a las mismas que experimentó Jesús. Aquéllas pretendían
desviar su mesianismo. La comunidad puede experimentar en su misión, que
continúa la de Jesús, las mismas tentaciones que éste: usar sus dones para propio
beneficio sin atender al plan de Dios; caer en la irresponsabilidad, pero,
sobre todo, caer en la tentación de la gloria y el poder.
En
la petición final del Padrenuestro, rogamos que el Padre no permita que la
comunidad ceda a las seducciones del Malo que es la personificación del poder
del mundo.
Insiste
Jesús en la necesidad del perdón. La unión en la comunidad asegura la experiencia
del amor del Padre y es condición para su existencia. No es que Dios se niegue
a perdonar; es el hombre que no perdona, quien se hace incapaz de recibir el
amor.
Esta
oración nos debe ir afirmando en nuestra condición de hijos para con Dios, y también
en nuestra condición de hermanos de los demás, dispuestos a perdonar cuando
haga falta, porque todos somos hijos del mismo Padre.
El
Padre Nuestro no es la oración institucionalizada. A Dios nadie lo puede
encerrar en palabras. Dios lo desborda todo. Lo que quiere Jesús con el “Padre
Nuestro” es que confrontemos nuestra vida personal y comunitaria con su
proyecto original: que con nuestro proceder, hagamos que el Reino de Dios se
desarrolle y crezca.
PARA DISCERNIR
¿Qué
rezo cuando rezo el Padre nuestro?
¿Qué
experimento ante cada una de las peticiones?
¿Qué
relación hay entre la oración del Señor y mi proyecto de vida en la fe?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Padre,
venga tu Reino
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…
“La primera parte del Padre nuestro va, de una manera atrevida, del tú al Dios
que se ha revelado como amor. Se trata de una oración de agradecimiento llena
de júbilo por el hecho de que podamos llamar, amar y alabar de manera confiada
al Santísimo como Nuestro Padre y como nuestro tú. Expresa el compromiso de
verificar nuestras aspiraciones y nuestras acciones, a fin de ver si y hasta
qué punto se toman en serio y honran el nombre del Padre y nuestra vocación de
hijos a hijas suyos. Y, no por último, nos pone sobre todo frente a nuestra
misión de promover, para honor del único Dios y Padre, la paz y la solidaridad
salvífica entre todos los hombres [...].
Recitar
el Padre nuestro significa preguntarse por la seriedad con la que tomamos,
intentamos comprender y confesamos con actos concretos el plan salvífico de
Dios. Un rasgo fundamental e imprescindible del compromiso que hemos asumido en
virtud del Espíritu Santo y con la mirada puesta en el Hijo predilecto es el de
amar a Dios en todo y por encima de todo y cumplir su voluntad santa y amorosa.
La
segunda parte del Padre nuestro, habla del amor al prójimo en unión con Jesús.
Se trata del «Nosotros», de vivir de manera radical la solidaridad salvífica de
Jesús con todos los hombres y en todos los campos de la vida. La conciencia
adquirida de que la recitación del Padre nuestro nos introduce, de manera
semejante al bautismo de Jesús en el Jordán, en la vida trinitaria de Dios, así
como nuestra opción fundamental en favor de la solidaridad salvífica en todos
los campos, nos ayudarán, sin la menor duda, a conferir un perfil cada vez más
claro y convincente a nuestro programa de vida” …
B. Häring, II
Padre nuestro.
Alabanza,
oración programa de vida, Brescia 1995.
PARA REZAR
Este
es tu reino entre nosotros, Señor,
vivir
en tu amor ser tus hijos
y
contemplar tu rostro,
tal
como lo manifestó tu hijo amado, Jesús.
Ahora
sabemos que la santidad a la que nos llamás
está
amasada de vida diaria, de trabajo,
de
alegrías y penas,
de
un caminar constante hacia un mundo nuevo
que
renace a su liberación y a la paz definitiva.
Porque
esta santidad no nos saca del mundo
sino
que nos hace vivir en plenitud
dando
sentido a nuestra vida
para
volcarnos a un gran proyecto:
una
nueva humanidad.
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