29
de mayo de 2020 – T. DE PASCUA – VIERNES DE LA VII
SEMANA
¿Me amas?
Lectura
de los Hechos de los apóstoles 25, 13b-21
El
rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. Como ellos
permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:
«Félix
ha dejado a un prisionero, y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos
sacerdotes y los ancianos de los judíos, presentaron quejas pidiendo su
condena. Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a
un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de
defenderse.
Ellos
vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer
a ese hombre al día siguiente. Pero cuando se presentaron los acusadores, estos
no alegaron contra él ninguno de los cargos que yo sospechaba. Lo que había
entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal Jesús
que murió y que Pablo asegura que vive.
No
sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a Pablo
si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí. Pero como este apeló al juicio
de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo
enviara al Emperador.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
102, 1-2. 11-12. 19-20ab (R.: 19a)
R. El
Señor puso su trono en el cielo.
Bendice
al Señor, alma mía,
que
todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice
al Señor, alma mía,
y
nunca olvides sus beneficios. R.
Cuanto
se alza el cielo sobre la tierra,
así
de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto
dista el oriente del occidente,
así
aparta de nosotros nuestros pecados. R.
El
Señor puso su trono en el cielo,
y
su realeza gobierna el universo.
¡Bendigan
al Señor, todos sus ángeles,
los
fuertes guerreros que cumplen sus órdenes! R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 21, 15-19
Habiéndose
aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: «Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»
Él
le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús
le dijo: «Apacienta mis corderos.»
Le
volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él
le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero.»
Jesús
le dijo: «Apacienta mis ovejas.»
Le
preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Pedro
se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo:
«Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.»
Jesús
le dijo: «Apacienta mis ovejas.
Te
aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero
cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde
no quieras.»
De
esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después
de hablar así, le dijo: «Sígueme.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
El
nuevo gobernador romano en Judea, Poncio Festo, mantiene detenido a Pablo en
Cesarea, donde fue trasladado para mayor seguridad. Y aprovecha la visita del
rey Agripa y su hermana Berenice para explicarles el caso de este Pablo, uno de
los más curiosos que ha heredado de su antecesor Félix.
Festo
se muestra respetuoso de la ley y deseoso de que triunfe la justicia. Como
funcionario oficial, resume lo esencial del «expediente» de Pablo, diciendo que
tuvieron una discusión sobre su religión particular y sobre un tal Jesús, que
murió, y del cual Pablo afirma que está vivo.
Para
Pablo no es «un cierto hombre»: Jesús es su razón de vivir. Pablo vive con ese
«viviente». Para Pablo la resurrección no es tan sólo una afirmación dogmática:
es una experiencia vivida.
Pablo
ha apelado y ni el tribunal de Cesarea, ni el de Jerusalén tienen jurisdicción
sobre él. Queda como instancia superior ir hasta Roma.
***
Junto
al lago de Tiberíades Jesús llama a Pedro por su nombre original, “Simón hijo
de Juan”. Pedro escucha atento la voz del Señor. Su corazón ha ido madurando, y
ahora comprende que Jesús no es el Mesías político que él esperaba, sino aquel
que da su vida para redimir a la humanidad sufriente. Pedro había confesado
reiteradamente una adhesión que se sostenía en la medida que colmara sus
expectativas.
A
pesar de haber afirmado que no lo abandonaría, luego lo negó tres veces,
jurando que no lo conocía. Ahora, la experiencia de la resurrección ha madurado
su corazón y sus ideas, y quiere seguirlo no al compás de sus caprichos o
exaltaciones, sino animado por el Espíritu del Resucitado.
A
la pregunta de Jesús, Pedro tiene que contestar con mucha más humildad. Pedro,
el apóstol impulsivo, que quería de veras a Jesús, aunque se había mostrado
débil por miedo a la muerte, tiene ahora la ocasión de reparar su triple
negación con una triple profesión de amor. La triple negación es ahora una
triple pregunta. Esto es lo que Pedro experimenta.
Pero
la relación personal con Jesús, no se cierra sobre ellos dos. Este amor lanza a
Pedro hacia los demás. Jesús restituye a Pedro delante de todos y esto le exige
hacerse cargo de los demás; ser su pastor, cuidarlos, conducirlos por el camino
verdadero.
Pedro
ahora responderá con la dedicación exclusiva al servicio de la comunidad y dará
testimonio de Jesús ante el pueblo, ante los tribunales, en la cárcel y
finalmente con su propio martirio en Roma. El amor lo llevó a la obediencia y
al abandono confiado.
También
a nosotros el Señor nos llama a seguirlo. Desde nuestra debilidad podemos hacer
nuestras las palabras de Pedro: «Señor, tú sabes que te amo». El amor es la
raíz en que se alimenta todo verdadero seguimiento y el seguimiento es el sello
de todo verdadero amor.
Jesús
quiere de nosotros un auténtico compromiso de amor que nos lleve a amar y
servir a nuestro prójimo hasta el extremo, como nosotros hemos sido amados por
Cristo. Así, como Iglesia continuaremos, a través del tiempo, totalmente
comprometida con la obra de salvación que el Señor nos ha confiado.
PARA DISCERNIR
¿Sobre
qué baso mi seguimiento y mi fidelidad al Señor?
¿En
qué siento que soy examinado por Jesús?
¿Vivo
desde el amor o el temor?
¿Experimento
su llamada de amor?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor,
tú lo sabes todo; sabes que te quiero
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…El
Señor, después de su resurrección, aparece de nuevo a sus discípulos. Interroga
a Pedro, le obliga a confesar su amor, ya que le negó por tres veces, por
miedo. Cristo resucitó en la carne, Pedro resucitó en el espíritu. Así como
Cristo murió en el sufrimiento, Pedro murió en la negación del Señor. Cristo el
Señor resucitó de entre los muertos y ha resucitado a Pedro gracias al amor que
éste le tenía. El Señor interroga el amor de aquel que ahora declara
abiertamente su amor, y le confía su rebaño. ¿Qué es lo que aporta Pedro a
Cristo con su amor? Si Cristo te ama es en provecho tuyo, no de él. Si tú amas
a Cristo es en provecho tuyo también, no de él. No obstante, Cristo el Señor,
queriendo mostrarnos cómo hemos de manifestar nuestro amor por él, nos lo revela:
amando a su rebaño.
“Simón,
hijo de Juan ¿me amas? – Te amo— Apacienta mis ovejas.” (Jn 21, 16) Y esto una
vez, dos veces, tres veces. Pedro no expresa más que su amor. El Señor no le
pide otra cosa que el amor; no le confía otra cosa que sus ovejas. ¡Amémonos,
pues, unos a otros, y así amaremos a Cristo! …
San Agustín
obispo de Hipona, doctor de la Iglesia
PARA REZAR
Sólo
tu Amor me llama y me consume
en las entrañas mismas de la ausencia
sólo en Ti conozco la clemencia
del aroma fontal de tu perfume.
Sólo por Ti transito peregrino
el valle azul de la presencia ignota.
Sólo por Ti mi amor en una nota
se hace canto de amor en tu camino.
Sólo tu aroma suave en las entrañas
embriaga el hondo vivir de mi jornada
y me envuelve la música soñada
de la presencia fiel que no me engaña.
Sólo en tu honor cantaré yo en este día
la canción de la vida y la memoria
la que canta los triunfos de tu gloria
y ha vencido la muerte y me da vida.
en las entrañas mismas de la ausencia
sólo en Ti conozco la clemencia
del aroma fontal de tu perfume.
Sólo por Ti transito peregrino
el valle azul de la presencia ignota.
Sólo por Ti mi amor en una nota
se hace canto de amor en tu camino.
Sólo tu aroma suave en las entrañas
embriaga el hondo vivir de mi jornada
y me envuelve la música soñada
de la presencia fiel que no me engaña.
Sólo en tu honor cantaré yo en este día
la canción de la vida y la memoria
la que canta los triunfos de tu gloria
y ha vencido la muerte y me da vida.
Fray Alejandro R. Ferreirós OFM. Conv.
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