22
de marzo de 2020 – T. DE CUARESMA – DOMINGO
IV – Ciclo A
He
venido a este mundo para que vean los que no ven
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del primer libro de Samuel 16, 1b. 5b-7. 10-13a
El
Señor dijo a Samuel: «¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé,
el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey.»
Cuando
ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Seguro que el Señor tiene
ante él a su ungido.»
Pero
el Señor dijo a Samuel: «No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su
estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque
el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón.»
Así
Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: «El
Señor no ha elegido a ninguno de estos.»
Entonces
Samuel preguntó a Jesé: «¿Están aquí todos los muchachos?»
El
respondió: «Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño.»
Samuel
dijo a Jesé: «Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que
llegue aquí.»
Jesé
lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces
el Señor dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es éste.»
Samuel
tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel
día, el espíritu del Señor descendió sobre David.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)
R. El
Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El
Señor es mi pastor,
nada
me puede faltar.
El
me hace descansar en verdes praderas,
me
conduce a las aguas tranquilas
y
repara mis fuerzas. R.
Me
guía por el recto sendero,
por
amor de su Nombre.
Aunque
cruce por oscuras quebradas,
no
temeré ningún mal,
porque
tú estás conmigo:
tu
vara y tu bastón me infunden confianza. R.
Tú
preparas ante mí una mesa,
frente
a mis enemigos;
unges
con óleo mi cabeza
y
mi copa rebosa. R.
Tu
bondad y tu gracia me acompañan
a
lo largo de mi vida;
y
habitaré en la Casa del Señor,
por
muy largo tiempo. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Efeso 5, 8-14
Hermanos:
Antes,
ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la
luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad.
Sepan discernir lo que agrada al Señor, y no participen de las obras estériles
de las tinieblas; al contrario, pónganlas en evidencia. Es verdad que resulta
vergonzoso aun mencionar las cosas que esa gente hace ocultamente. Pero cuando
se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, porque todo lo que
se pone de manifiesto es luz.
Por
eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y
Cristo te iluminará.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 9, 1-41
Jesús,
al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron:
«Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
«Ni
él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten
en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió,
mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy
en el mundo, soy la luz del mundo.»
Después
que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre
los ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que
significa «Enviado.»
El
ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo
habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es éste el que se sentaba a pedir
limosna?»
Unos
opinaban: «Es el mismo.» «No, respondían otros, es uno que se le parece.»
El
decía: «Soy realmente yo.»
Ellos
le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los ojos?»
El
respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y
me dijo: “Ve a lavarte a Siloé”. Yo fui, me lavé y vi.»
Ellos
le preguntaron: «¿Dónde está?»
El
respondió: «No lo sé.»
El
que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús
hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo
había llegado a ver.
El
les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.»
Algunos
fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado.»
Otros
replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se produjo una
división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices
del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
Sin
embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que
había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es
este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?»
Sus
padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo
es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él:
tiene edad para responder por su cuenta.»
Sus
padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo
para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta
razón dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él.»
Los
judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
«Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.»
«Yo
no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora
veo.»
Ellos
le preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?»
El
les respondió: «Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren
oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?»
Ellos
lo injuriaron y le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos
discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde
es este.»
El
hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es,
a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los
pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que
alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no
viniera de Dios, no podría hacer nada.»
Ellos
le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?» Y
lo echaron.
Jesús
se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el
Hijo del hombre?»
El
respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús
le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando.»
Entonces
él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él.
Después
Jesús agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no
ven y queden ciegos los que ven.»
Los
fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros
somos ciegos?»
Jesús
les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen:
“Vemos”, su pecado permanece.»
Palabra
del Señor
Para reflexionar
La
elección de David es como una confirmación de que el más pequeño, aquel en el
que nadie ha pensado, se convierte inesperadamente en el elegido de Dios que
supera a todos sus hermanos mayores. La mirada de Dios no es como la mirada del
hombre, porque el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira al corazón.
La
segunda lectura nos llama a comportarnos como «hijos de la luz». Todos nosotros
en otro tiempo éramos tinieblas, y ahora somos luz en el Señor; es decir: hemos
sido introducidos por Él, que es la luz del mundo, en su luz. La luz de Jesús
no sólo ilumina, sino que transforma todo lo que ilumina, en luz que brilla y
actúa junto con la suya.
En
el evangelio de Juan, los milagros son siempre hechos luminosos que tienen un
significado. Los milagros de Jesús son como palabras visibles. En este caso,
Juan desarrolla dramáticamente, a lo largo de todo el capítulo noveno de su
evangelio, lo que ya ha proclamado en su prólogo con precisión: que la luz vino
al mundo y las tinieblas no la recibieron. Jesús aparece aquí como Luz del
mundo, todos los que no quieren ver la luz del mundo son tinieblas. Entre la
luz y las tinieblas no hay reconciliación posible.
El
texto de Juan se mueve en una paradoja: un hombre ciego de nacimiento llega a
ver la realidad tal cual es, y los que están seguros de tener buena vista en
realidad están ciegos.
Según
las concepciones de la época, una enfermedad o un mal crónico sólo podían ser
resultado directo del pecado. No sólo del pecado de los orígenes sino también
del pecado personal. El ciego era también mendigo; no podía vivir por sus
propios medios; su dependencia de los demás era total.
Jesús
pasa junto a un ciego de nacimiento y se detiene ante él, le unta los ojos con
barro. La iniciativa de la salvación parte de Jesús. No es el ciego el que pide
la luz. Es la luz la que se ofrece al ciego. La luz que se acerca a las
tinieblas.
Jesús
hace una promesa y lo envía a lavarse en la piscina de Siloé que significa
Enviado”. Jesús, el Enviado del Padre, lo envía a sí mismo. Es Jesús el modelo
de hombre que debe imitar y que irá descubriendo progresivamente. El ciego, a
quien todos consideraban incapaz de hacer algo por sí mismo, siguió las
instrucciones de Jesús “y volvió con vista”. Ha creído que era posible lo que
parecía imposible. Ha logrado la capacidad de comenzar a ver verdaderamente.
Todo
es nuevo para él; el encuentro de Jesús lo ha transformado en un hombre
distinto, como si hubiera vuelto a nacer. Pero lo que sabe el ciego de Jesús es
todavía muy poco. Cuando le pregunten los paisanos cómo es que ahora ve, responderá:
“Ese hombre que se llama Jesús”. Después ante los fariseos dirá que Jesús es un
“profeta”. Y al comparecer de nuevo ante el tribunal de los judíos: se
convierte en confesor de la verdad, en testigo de la “luz”. En el encuentro
cara a cara con Jesús afirmará: “Creo, Señor”. Su vista se fue clarificando en
la lucha.
***
Jesús,
Luz del mundo, es la salvación que Dios ofrece al hombre. Es como una nueva
mirada, la posibilidad de tener sobre las cosas, la visión que tiene el mismo
Dios que escruta la profundidad de todas las cosas, las conoce tal cual son,
por eso puede descubrirnos el sentido que tienen. La visión fundamental que
Dios nos ofrece, somos nosotros mismos desde su mirada. Por eso nos ayuda a
entrar en lo más hondo de nuestro ser y a descubrir toda la riqueza y sentido
de la vida.
La
mirada de Dios ha aparecido en el mundo en Jesús de Nazaret, que es como una
palabra que sorprendentemente describe al hombre, al mundo y a Dios mismo. Esa
mirada es luz, que nos cura de la ceguera; nos libera de todas las visiones
deformadas.
Es
una luz que va directamente a nuestra retina para bañar con su resplandor
purificador las intensas tinieblas que nos oscurecen.
El
hombre que quiera liberarse de la ceguera interior tiene que dejarse inundar
por el resplandor de la Luz que nos sale al encuentro gratuitamente. El hombre,
para llegar a la curación, ha de aceptar que la visión que vamos a recuperar es
más honda que la mera visión física; es un mirar interior capaz de iluminar
todo nuestro ser.
Además
de aceptar la prueba a esta contradicción de empezar a ver cegando, es
necesario recorrer todo un camino de purificación, de ir despejando las
tinieblas interiores, de “lavar” lo oscuro por el contacto con la Palabra de
Jesús.
Como
a aquel ciego de nacimiento a quien Jesús se le acercó y le cambió la vida,
somos discípulos porque hemos encontrado a Jesús; y nuestro encuentro con Él
nos ha abierto los ojos y experimentamos que Él, y su estilo de vida nos llenan
y nos atraen.
No
es un milagro aislado de Jesús, sino una lección que da a sus seguidores para
enseñarles en qué consiste su actividad y la que habrán de continuar sus
discípulos: «Mientras es de día, nosotros debemos trabajar realizando las obras
del que nos mandó».
Esa
tarea consiste en ofrecer al hombre, la posibilidad de tomar conciencia de cuál
es su auténtica condición y, por tanto, de saber cuáles son sus verdaderas
posibilidades. Toda la narración es simbólica, y así hay que interpretar los
gestos que en ella se describen.
Jesús
nos invita a reencontrar la realidad con unos ojos limpios, con una mirada
intensa. Ser cristiano es entrar en una iluminación progresiva, en una amistad
cada vez más profunda con Jesús.
El
ha venido al mundo para que contemplemos la vida y las personas en hondura,
para que nos miremos a nosotros mismos en la intimidad, para que encontremos el
rostro de Cristo con facilidad, y nos postremos ante Él, para que descubramos a
Dios en todas las cosas. Si de verdad nos dejamos iluminar por la luz de Jesús,
si caminamos en la luz, seremos luz. Esta es nuestra grandeza y nuestra
responsabilidad. Estamos llamados -siguiendo el ejemplo de Jesús- a reflejar en
el mundo su luz.
Esta
luz tiene que manifestarse en el brillo de nuestra vida, de nuestras obras, de
nuestras palabras. Y el resplandor más brillante y admirado es el del amor. Los
que aman están en la luz.
Este
tiempo de Cuaresma es para nosotros un tiempo para reafirmar nuestra adhesión a
Jesucristo, nuestra unión con Él. Él nos ha abierto los ojos y nosotros nos
hemos hecho seguidores suyos. Pero eso tenemos que vivirlo día a día, debemos
reafirmarlo cada día. Tenemos que hacer que cada día la presencia de Jesús sea
más fuerte en nuestra vida en el gesto sencillo y la palabra eficaz.
Para discernir
¿Cuáles
son mis cegueras?
¿Qué
realidades ponen mi vida en tinieblas?
¿Dónde
busco la luz?
Repitamos a lo largo de este día
“En
ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz“
Para la lectura espiritual
…Ciegos
y sordos, debemos comenzar por escuchar lo que se nos dice, por una escucha
paciente; llegar a creer, a ver la luz del día, a esperar. Esperar todo de ti
significa vivir de gracia. Estoy convencido de que la Biblia es un libro de
esperanza. En cuestión de esperanza, cada mañana Tú eres nuestra esperanza. Aquí
estamos juntos, nosotros, que esperamos conocerte un día, verte cara a cara. Y
seremos iluminados con tu mirada: con-vivientes.
Tú
eres nuestra esperanza: en nuestro corazón se abre un camino, una calzada de
felicidad. En este tema, en cuanto puedo entenderlo, descubro una cosa: lo que
entrevemos de ti entre todos, elegido, mirado, amado, soy yo. Sí, quiero [...].
Sí, esperar es como reconocer ante ti lo sorprendente que soy. Cuando decía:
“Que las tinieblas me encubran” la noche se hizo luz en torno a mí (cf. Sal
138). La humanidad está llamada a convertirse en rostro: “Verán tu rostro… no
habrá más noche… porque el Señor Dios Ios alumbrará, y reinarán” (Ap. 22). Cada
uno oirá decir: “Álzate, revístete de luz, porque llega tu luz, y la gloria del
Señor brilla sobre ti” (Is 60). Sí, nos espera un Futuro de luz, y ya nos es
concedido vivirlo: ya somos hijos de la luz (cf. Col 1,23). Yo… y los otros? La
esperanza es la puerta que se abre a la novedad y me da un mandamiento nuevo,
el mandamiento de la novedad de la que quieres hacernos cómplices, enamorados.
Esperar es corrosivo [...]. Sí, este siervo humilde despreciado, desfigurado,
verá la luz y será colmado…
Fröre Ch.
Lebreton, en Más fuerte que el odio.
Los escritos del
monje trapense de Algeria. Casale Monf. 1997, 137-143.
Para rezar
Aquí
estamos, Señor Jesús,
luz
de la gloria del Padre,
a
tus pies, como ciegos
desorientados
en su enfermedad.
Te
pedimos que nos mires,
como
miraste a tus discípulos,
en
la luz del Tabor.
Señor
Jesús; ilumínanos
y
quedaremos radiantes.
Cúranos,
Señor Jesús,
con
la Palabra que abre los ojos
y
corazones a la luz.
Envíanos,
Señor Jesús,
a
la piscina de la vida nueva.
Danos
Señor Jesús, agua viva de la fuente
de
tu corazón traspasado.
Guárdanos,
en la prueba de la fe
por
la que todos pasamos,
como
la pasaste tú, Señor.
Manifiéstate,
Señor Jesús,
poniendo
sobre nuestros labios
el
grito del ciego curado: “¡Creo, Señor!”.
Hola espectadores, soy Nelson y estoy a punto de compartir mi testimonio aquí, mi madre me presentó a Great Baba Ogbogo cuando descubrió que no podía embarazar a mi esposa después de 3 años de nuestro matrimonio. Entonces, estos trajeron muchos problemas a mi matrimonio y me llevaron al divorcio. ella dijo, él es Altamente espiritual y puede hacer que mi esposa regrese a mí con alegría y podamos tener hijos juntos. Al principio, no dudé hasta que lo contacté y luego me lancé hechizos poderosos e hice que mi esposa volviera a mí después de hacer lo que me pidieron y lo que necesitaba. Ahora, también estamos felices con niños encantadores. Desde el día en que Great BaBa Ogbogo trabajó para mí y resolvió mis problemas. Hice un fuerte voto de que mientras viva, continuaré testificando sobre la bondad de sus grandes obras, y para aquellos que enfrentan dificultades de relación y matrimoniales, deben contactarlo rápidamente y convertirse en un feliz testificador como yo. Dejo caer su contacto aquí, correo electrónico: greatbabaogbogotemple@gmail.com, o su número de WhatsApp. +447440557868 ...
ResponderEliminarHizo que mi ex esposa volviera a mí con alegría
Me curó de un hombre impotente a un hombre de verdad.