16
de marzo de 2020 – T. DE CUARESMA – LUNES DE LA
III SEMANA
Jesús
pasando en medio de ellos siguió su camino
Lectura
del segundo libro de los Reyes 5, 1-15
Naamán,
general del ejército del rey de Arám, era un hombre prestigioso y altamente
estimado por su señor, porque gracias a él, el Señor había dado la victoria a
Arám. Pero este hombre, guerrero valeroso, padecía de una enfermedad en la
piel.
En
una de sus incursiones, los arameos se habían llevado cautiva del país de
Israel a una niña, que fue puesta al servicio de la mujer de Naamán. Ella dijo
entonces a su patrona: «¡Ojalá mi señor se presentara ante el profeta que está
en Samaría! Seguramente, él lo libraría de su enfermedad.»
Naamán
fue y le contó a su señor: «La niña del país de Israel ha dicho esto y esto.»
El
rey de Arám respondió: «Está bien, ve, y yo enviaré una carta al rey de
Israel.»
Naamán
partió llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez
trajes de gala, y presentó al rey de Israel la carta que decía: «Al mismo
tiempo que te llega esta carta, te envío a Naamán, mi servidor, para que lo
libres de su enfermedad.»
Apenas
el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo: «¿Acaso yo soy
Dios, capaz de hacer morir y vivir, para que este me mande librar a un hombre
de su enfermedad? Fíjense bien y verán que él está buscando un pretexto contra
mí.»
Cuando
Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus
vestiduras, mandó a decir al rey: «¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que él
venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.»
Naamán
llegó entonces con sus caballos y su carruaje, y se detuvo a la puerta de la
casa de Eliseo. Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: «Ve a bañarte
siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio.»
Pero
Naamán, muy irritado, se fue diciendo: «Yo me había imaginado que saldría él
personalmente, se pondría de pie e invocaría el nombre del Señor, su Dios;
luego pasaría su mano sobre la parte afectada y curaría al enfermo de la piel.
¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Parpar, no valen más que todas las
aguas de Israel? ¿No podía yo bañarme en ellos y quedar limpio?» Y dando media
vuelta, se fue muy enojado.
Pero
sus servidores se acercaron para decirle: «Padre, si el profeta te hubiera
mandado una cosa extraordinaria ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si él te dice
simplemente: Báñate y quedarás limpio!»
Entonces
bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre
de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio.
Luego
volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se
presentó delante de él y le dijo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la
tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
41, 2. 3; 42, 3. 4 (R.: cf. 41,3)
R. Mi
alma tiene sed del Dios viviente:
¿Cuándo contemplaré el rostro de Dios?
Como
la cierva sedienta
busca
las corrientes de agua,
así
mi alma suspira
por
ti, mi Dios. R.
Mi
alma tiene sed de Dios,
del
Dios viviente:
¿Cuándo
iré a contemplar
el
rostro de Dios? R.
Envíame
tu luz y tu verdad:
que
ellas me encaminen
y
me guíen a tu santa Montaña,
hasta
el lugar donde habitas. R.
Y
llegaré al altar de Dios,
el
Dios que es la alegría de mi vida;
y
te daré gracias con la cítara,
Señor,
Dios mío. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
Cuando
Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga:
«Les
aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que
había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y
seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin
embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en
el país de Sidón.
También
había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno
de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.»
Al
oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y,
levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la
colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero
Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Los
sirios tenían fama de poseer secretos mágicos para curar las enfermedades.
Damasco era esplendorosa y opulenta, eran bien conocidos sus perfumes y sus
aguas refrescantes a pesar de estar al borde del desierto. Naamán, el Sirio,
favorito del gobierno del rey es oriundo de esta ciudad y va a Israel buscando
la curación de su lepra.
El
profeta Eliseo le manda decir que tiene que lavarse siete veces en el Jordán y
su carne quedará limpia. Naamán a pesar de su enojo, porque esperaba gestos más
espectaculares, es capaz de humillarse y someterse a la palabra del profeta. Se
baña en el Jordán y experimenta que lo menos importante es el río y el número
de veces que tenía que bañarse. Lo importante era hacer lo que Dios quería y
como Dios quiere.
El
pagano Naamán sale sano del baño del Jordán purificado de la lepra del cuerpo y
sobre todo de la de su corazón incrédulo. Sale creyendo ya en el Dios
verdadero.
***
El
Evangelio que escuchamos hoy está a continuación de la proclamación que Jesús
hace del Año de Gracia para todo el pueblo manifestado en la libertad para los
oprimidos, luz para los ciegos y la buena nueva para los pobres. Después de
este anuncio los hombres de Nazaret tientan a Dios y quieren utilizar a Jesús
pidiéndole que realice los milagros que ha hecho en Cafarnaún.
Jesús
no se deja intimidar, y aprovecha para anunciar la salvación universal a través
del recuerdo de la viuda y el general que siendo paganos fueron bendecidos por
los milagros de Elías y de Eliseo y supieron reconocer la actuación de Dios.
Jesús se sitúa en la línea de los profetas que critican que la salvación sea
vista como algo exclusivo de los judíos.
Las
palabras que Jesús dirige a su pueblo, a pesar de haber sido recibidas en un
comienzo con admiración y aplausos, acaban casi en tragedia. Les molesta tanto
que Jesús les muestre que no han sabido captar los signos de los tiempos, que
lo empujan fuera del pueblo con la intención de despeñarlo. Ya se vislumbra el
final del camino: la muerte en la cruz.
Nuestra
sociedad no se encuentra lejos de la problemática de los Nazarenos. Seguimos
manejando la fantasía del proyecto de una nueva humanidad realizada a base de
milagros, sin el esfuerzo que da el convencimiento, sin la conversión y el
sacrificio de los propios intereses y como propiedad exclusiva de unos pocos.
Hacer
milagros para implantar la justicia, la bondad y el amor solidario en el mundo,
no es el camino que Dios ha elegido. La nueva realidad debe nacer, ciertamente
con la ayuda de Dios, pero con el asentimiento y el compromiso de todo el
hombre y de todos los hombres.
Dios
se deja encontrar solamente por los sencillos, aquellos que aún no se han
formado juicio alguno sobre Él, aquellos que aún no han convertido a Dios a su
imagen y semejanza. Dios no es algo; Él es Alguien siempre original, siempre
nuevo, que inesperadamente entra en nuestra vida y rompe esquemas, destruye
tranquilidades y nos coloca siempre ante el gran desafío de la fe.
Por
eso, acoger a Cristo no es privilegio de una raza o una nación sino de todos
los que sepan reconocer los signos, las llamadas de Dios que suelen ser siempre
en la vida cotidiana y común de los hombres: una pobre viuda que espera socorro
para el hambre y un leproso desahuciado. Y para poder reconocerlo, necesitamos
estar sedientos del Dios que da la vida. Estar sedientos de Él es el único modo
para encontrar siempre, y en todo momento, a través de las circunstancias, de
las personas, de los ambientes, de las dudas, de las caídas, de nuestras
debilidades, la salvación de Dios.
Cuaresma
es el tiempo favorable para que desde la contemplación de nuestra vida, con sus
luces y sombras, pidamos que se agigante nuestro deseo de Dios.
PARA DISCERNIR
¿Dónde
busco a Dios?
¿Qué
valor le doy a lo cotidiano como expresión de la voluntad de Dios?
¿Puedo
descubrir que Dios me habla a través de acontecimientos y personas?
¿Cuáles?
¿Quiénes?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA
Envíanos,
Señor, tu luz y tu verdad
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…Existe
una obediencia a Dios, con frecuencia muy exigente, que consiste sencillamente
en obedecer a las situaciones. Cuando se ha visto que, a pesar de todo el
esfuerzo y las oraciones, se dan, en nuestra vida, situaciones difíciles,
incluso a veces absurdas y, a nuestro parecer, espiritualmente
contraproducentes, que no cambian, hay que dejar “de dar coces contra el
aguijón” y empezar a ver en tales situaciones la silenciosa pero no menos
cierta voluntad de Dios con nosotros. Es preciso, además, dejar todo, para
hacer la voluntad de Dios: trabajo, proyectos, relaciones (…]
La
conclusión más hermosa de vida de obediencia sería “morir por obediencia”, es
decir, morir porque Dios dice a su siervo: “¡Ven!”, y él viene.
La
obediencia a Dios en su forma concreta no es asunto exclusivo de los religiosos
en la Iglesia, sino que está abierta a todos los bautizados. Los laicos no
tienen, en la Iglesia, un superior al que obedecer —por lo menos no en el
sentido en que lo tienen los religiosos y clérigos-, pero, en compensación,
tienen un “Señor” al que obedecer. Tienen su Palabra. Desde sus más remotas
raíces hebreas, la palabra “obedecer” indica la escucha y se refiere a la
Palabra de Dios. El camino de la obediencia se abre al que ha decidido vivir
“para el Señor”; es una exigencia que se desprende de la verdadera conversión…
R. Cantalamessa,
La obediencia, Milán 1986, 59-63, passim.
PARA
REZAR
Señor,
que podamos sentir la luz de tu presencia
en
el corazón de la vida,
queremos
hallarte en lo profundo
de
lo cotidiano.
Estás
tan cerca que es un error
salir
en tu búsqueda, lejos.
Estás
presente entre nosotros,
en
cada uno, te revelas en todo lo
que
nos pasa día a día.
Señor,
ya has venido, ya estas viniendo.
Ahora solo nos falta ver.
Ahora solo nos falta ver.
Sabemos
que te estas revelando siempre,
en
cada sonrisa, en cada problema.
Ábrenos,
Señor, el oído,
como
una antena abierta,
para
escuchar tu latido,
repetido
en cada ser humano,
sobre
todos en los más pobres
y
oprimidos y sepamos encontrarte.
Hola espectadores, soy Nelson y estoy a punto de compartir mi testimonio aquí, mi madre me presentó a Great Baba Ogbogo cuando descubrió que no podía embarazar a mi esposa después de 3 años de nuestro matrimonio. Entonces, estos trajeron muchos problemas a mi matrimonio y me llevaron al divorcio. ella dijo, él es Altamente espiritual y puede hacer que mi esposa regrese a mí con alegría y podamos tener hijos juntos. Al principio, no dudé hasta que lo contacté y luego me lancé hechizos poderosos e hice que mi esposa volviera a mí después de hacer lo que me pidieron y lo que necesitaba. Ahora, también estamos felices con niños encantadores. Desde el día en que Great BaBa Ogbogo trabajó para mí y resolvió mis problemas. Hice un fuerte voto de que mientras viva, continuaré testificando sobre la bondad de sus grandes obras, y para aquellos que enfrentan dificultades de relación y matrimoniales, deben contactarlo rápidamente y convertirse en un feliz testificador como yo. Dejo caer su contacto aquí, correo electrónico: greatbabaogbogotemple@gmail.com, o su número de WhatsApp. +447440557868 ...
ResponderEliminarHizo que mi ex esposa volviera a mí con alegría
Me curó de un hombre impotente a un hombre de verdad.