28
de enero de 2020 – TO – MARTES DE LA III SEMANA
El que cumple
la voluntad de Dios,
ése es mi
hermano y mi hermana y mi madre
Lectura
del segundo libro de Samuel 6, 11a.12-15.17-19
En
aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la
Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor
avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando
ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así
iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al
sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su
sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció
holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos,
bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a
todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada
de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada
cual a su casa.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 23, 7-10
R:
¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor en persona.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que
se alcen las antiguas compuertas:
va
a entrar el Rey de la gloria. R.
¿Quién
es ese Rey de la gloria?
El
Señor, héroe valeroso;
el
Señor, héroe de la guerra. R.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que
se alcen las antiguas compuertas:
va
a entrar el Rey de la gloria. R.
¿Quién
es ese Rey de la gloria?
El
Señor, Dios de los ejércitos.
Él
es el Rey de la gloria. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35
En
aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron
llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: “Mira, tu madre y tus
hermanos están fuera y te buscan.” Les contestó: “¿Quiénes son mi madre y mis
hermanos?” Y, paseando la mirada por el corro, dijo: “Éstos son mi madre y mis
hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y
mi madre.”
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
David
es un político hábil, además de ser una persona creyente. Conquistó Jerusalén y
estableció allí la capital de su reino; ahora da un paso adelante: la hace
también capital religiosa.
Hasta
entonces Jerusalén, no tenía ninguna tradición religiosa para los israelitas.
David traslada solemnemente el Arca de la Alianza a su ciudad. Todavía no hay
Templo -lo construirá su hijo Salomón- pero la presencia del Arca va a ser
punto de referencia para la consolidación política y religiosa del pueblo.
La
fiesta que organiza con tal ocasión de alguna manera significa el fin de la
época nómada del pueblo. El Arca, en la Tienda del encuentro, había sido el
símbolo de la cercanía de Dios para con su pueblo en el periodo de su larga
travesía por el desierto. Ahora se estabiliza tanto el pueblo como la presencia
de Dios con ellos.
David
nos recuerda también con su actuación que necesitamos la fiesta, la expresión
total -espiritual y corpórea- de nuestra pertenencia a la comunidad de fe y de
nuestra relación con Dios.
***
El
pasaje de hoy está en estrecha relación con los versículos en los que se
insinúa que Jesús había enloquecido. Frente a las acusaciones de que actuaba
por el poder del príncipe de los demonios, la madre y sus hermanos se sienten
con la obligación de ir a buscarlo para llevarlo de nuevo a casa. Los
“hermanos” en el lenguaje hebreo son también los primos y tíos y demás
familiares.
Las
palabras de Jesús suenan duras pero no desautorizan a su madre ni a sus
parientes. Lo que hace es aprovechar la ocasión para decir cuál es su visión de
la nueva comunidad que se está reuniendo en torno a él. La nueva familia no va
a tener como valores determinantes ni los lazos de sangre ni los de la raza.
En
el Reino, la fraternidad cristiana se funda en un espíritu común: hacer la
voluntad del Padre. Llevarán el nombre de Jesús los que vivan en su corazón lo
que fue para Jesús la razón de ser de su vida: “el amor de los unos a los otros
hasta el extremo.
La
verdadera grandeza de su madre, no es haberle dado su sangre, sino el hecho de
ser “la humilde esclava de Dios”. Incluso antes que su maternidad física, tuvo
María de Nazaret este otro parentesco que aquí anuncia Cristo: el de la fe.
Esta
novedad rompe muchos esquemas y nos abre a una mirada de la vida mucho más
amplia y comprometida. En este camino María fue la mejor discípula y nos señala
el camino de la vida cristiana: escuchar la Palabra, meditarla en el corazón y
llevarla a la práctica aunque sea por caminos insospechados.
PARA DISCERNIR
¿Sobre
qué se funda mi pertenencia a la Iglesia?
¿Busco
la experiencia de fraternidad universal?
¿Me
siento unido a los que hacen opciones válidas por el bien de los hombres?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
Ayúdame
Señor a hacer la voluntad del Padre
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Estos
son mi madre y mis hermanos»
…”El
Evangelio nos enseña el rostro más bello de Cristo: su vida y la enseñanza que
nos ha dado a través de su palabra y de su propio ejemplo. Conocer a Cristo
bajo esta forma es lo que constituye, en la vida presente, la piedad de los
cristianos… Por eso Pablo, sabiendo que «la carne no sirve para nada sin el
Espíritu que la vivifica» (Jn 6,63), no quiere ya conocer a Cristo según la
carne (2C 5,16) sino sólo vivir para aquel que es Espíritu vivificante (1C
15,45).
Ahora
bien, parece que María comparte este mismo sentimiento cuando, deseando hacer
penetrar en los corazones de todos al Amado nacido de su seno,
al Amado de sus deseos, le describe no según la carne sino según el Espíritu. Parece que, con Pablo, quiere decir: «Si alguna vez juzgamos a Cristo según tales criterios, ahora ya no» (2C 5,16). Efectivamente, desea ella también formar a su Hijo único en todos sus hijos de adopción. Por eso, aunque hayan ya sido engendrados a través de la palabra de la verdad (St. 1,18), María sigue igualmente engendrándolos cada día a través de los deseos y la solicitud de su ternura maternal, hasta que alcancen «el estado del Hombre perfecto, a la medida de la plenitud» de su Hijo (Ef 4,13), ella que una vez por todas lo engendró y dio a luz…
al Amado de sus deseos, le describe no según la carne sino según el Espíritu. Parece que, con Pablo, quiere decir: «Si alguna vez juzgamos a Cristo según tales criterios, ahora ya no» (2C 5,16). Efectivamente, desea ella también formar a su Hijo único en todos sus hijos de adopción. Por eso, aunque hayan ya sido engendrados a través de la palabra de la verdad (St. 1,18), María sigue igualmente engendrándolos cada día a través de los deseos y la solicitud de su ternura maternal, hasta que alcancen «el estado del Hombre perfecto, a la medida de la plenitud» de su Hijo (Ef 4,13), ella que una vez por todas lo engendró y dio a luz…
De
esta manera nos hace el elogio del fruto de su seno: «Yo soy la madre del bello
amor, del temor y del conocimiento, la madre de la santa esperanza» (Sir 24,24
Vulg). -¿Es pues éste tu Hijo, Virgen de las vírgenes? ¿Es éste tu Amado, oh
tú, la más bella de las mujeres? (Ct 5,9). – Sí, ciertamente, así es mi Amado,
es mi hijo, oh hijas de Jerusalén (v 16). Mi Amado es él mismo el bello amor, y
en el que nace de él mi Amado es el bello amor, el temor, la esperanza y el
conocimiento”…
Beato Guerrico
de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense
2º Sermón para
la Natividad de María, § 3-4
PARA REZAR
AYÚDAME
A DECIR SÍ
Ayúdame
a decir sí,
para
responder a tu llamado,
que
siempre me regala
un
desafío nuevo,
un
crecimiento posible,
una
huella que se abre…
Ayúdame
a decir sí,
que
es decir no a muchas cosas
para
responder con la vida
a
Alguien que me llama,
porque
me ama
y
quiere lo mejor para mi vida.
Ayúdame,
Señor,
a
decirte que Sí.
Que
así sea.
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