3 de octubre de 2019


3 de octubre de 2019 – TO – JUEVES DE LA XXVI SEMANA

¡Vayan! Yo los envío

Lectura del libro de Nehemías    8, 1-4a. 5-6. 7b-12

Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está ante la puerta del Agua. Entonces dijeron a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que el Señor había dado a Israel. El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes. Luego, desde el alba hasta promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -porque estaba más alto que todos- y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!» Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra.
Los levitas exponían la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Ellos leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura.
Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al pueblo, dijeron a todo el pueblo: «Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren.» Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Después añadió: «Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque este es un día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes.»
Y los levitas serenaban al pueblo, diciendo: «¡Tranquilícense! Este día es santo: no estén tristes.»
Todo el pueblo se fue a comer y a beber, a repartir porciones y a hacer grandes festejos, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado. 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: 9a) 
R.    Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R.

Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas    10, 1-12

El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario.
No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes.” Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca.”
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Con la tenaz colaboración de Nehemías, de Esdras y de los levitas, se llegó a una reconstrucción humana y religiosa de aquella generación que había vuelto del destierro herida en su identidad social y religiosa.
El Israel que ha vuelto del exilio, tiene conciencia de que están ante un nuevo principio dentro de la historia de salvación. Después de la gran prueba el pueblo ha vuelto a nacer.
El recuerdo de la liberación de Egipto y la alianza del Sinaí permanece vivo entre los restauradores. La liberación de Egipto se compara con la de la cautividad de Babilonia, pero se hace necesario renovar la alianza. Esto lleva consigo, como en la alianza del Sinaí, la proclamación de la ley y un sacrificio de comunión, una comida sagrada. Palabra y sacrificio de comunión, dos realidades litúrgicas íntimamente unidas.
Esdras se dispone a hacerlo con toda solemnidad y convoca, en honor de Dios, una reunión festiva de todo el pueblo. Israel, como asamblea del pueblo congregada para el culto, actualiza la antigua alianza.
Esdras, vuelto hacia la plaza, proclama solemnemente las palabras que contienen la Ley de Dios, y ante la explicación que hacen los levitas, el Pueblo reconoce que ha sido infiel al Señor, se entristece y llora. La Palabra de Dios interpela, revela los pecados. Escuchar a Dios es oír unas exigencias infinitas que hacen sentir tanto más nuestras pobrezas.
Pero el Señor ha sido misericordioso con su Pueblo; lo ha reinstalado en la tierra prometida y hay que celebrar. Cuando Dios habla, hay que responder. Todo el pueblo, alzando las manos, respondió: “¡Amén! ¡Amén!” Luego se inclinaron y se postraron ante el Señor, rostro en tierra. No basta con alegrarse con el Señor, es necesario volver la mirada hacia los que nada tienen y compartir con ellos lo que se tiene.
***
Jesús envía un grupo de 72 discípulos a anunciar el evangelio en tierra samaritana. No teniendo en cuenta las divisiones étnicas y los conflictos entre el pueblo samaritano y el pueblo judío, decide comunicar la Buena Nueva a todos los hombres. Para lograrlo se apoya en esta comunidad de discípulos que sale con su mandato, del mismo modo que antes habían salido el grupo de los doce.
Junto al envío Jesús da claras indicaciones: pide a sus enviados renuncia a toda seguridad humana y abandono. Que la experiencia de inseguridad los lleve a poner la confianza sólo en Dios para que todo lo que hagan, lo hagan en nombre de ese Padre misericordioso y providente, “que quiere que todos los hombres y mujeres se salven y hace salir el sol sobre justos e injustos”.
La buena noticia será el anuncio de que «Ya ha llegado el reino de Dios». Empieza un orden nuevo, que se ha de notar por los frutos abundantes que produce. Jesús los envía de dos en dos, formando una pequeña comunidad, para que muestren con hechos lo que anuncian de palabra. Han de compartir techo y mesa con aquellos que los reciben, curando a los enfermos que haya, liberando a la gente de todo aquello que los atormente.
El mensaje del Reino es llamada a la realización gozosa de la comunión entre los hombres. Anuncio que exige signos visibles. Partir y compartir el alimento y la vida de los hombres. Compasión y solidaridad como expresión del triunfo sobre el dolor producido por el egoísmo e indiferencia de los hombres.
Junto al gozo del anuncio que se brinda, se debe estar dispuesto a aceptar la incomprensión y el rechazo que llega por parte de aquellos que viven y construyen un mundo al margen y en oposición a los valores del Reino de Dios. Por eso la Palabra de anuncio, será también palabra de denuncia dolorida ante los obstáculos a la realización de una convivencia más humana de acuerdo al querer de Dios.
El Reino apremia y necesita ser proclamado por todas partes y a toda persona, y de forma urgente por eso no hay tiempo que perder. Este Reino iniciado con la llegada de Jesús, debe extenderse para que la Creación llegue a su plenitud.
Nosotros hoy, como Iglesia, debemos ser plenamente conscientes de nuestra misión. La evangelización no es obra exclusiva de algunos. La misión es la vocación y tarea de toda la comunidad cristiana. Nosotros también tenemos el compromiso de que el Reino acontezca aquí y ahora en palabras y gestos.

Para discernir

¿Siento apremio por anunciar el reino?
¿Estoy dispuesto a soportar el rechazo?
¿Acepto que el anuncio es mi vocación más profunda como cristiano?

Repitamos a lo largo de este día

El Reino de Dios está cerca

Para la lectura espiritual

“Rogad al dueño de la mies”

Recordando la recomendación de Jesús: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 37-38), percibimos claramente la necesidad de orar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. No ha de sorprender que donde se reza con fervor florezcan las vocaciones. La santidad de la Iglesia depende esencialmente de la unión con Cristo y de la apertura al misterio de la gracia que actúa en el corazón de los creyentes. Por ello quisiera invitar a todos los fieles a cultivar una relación íntima con Cristo, Maestro y Pastor de su pueblo, imitando a María, que guardaba en su corazón los divinos misterios y los meditaba asiduamente (cf. Lc 2, 19). Unidos a Ella, que ocupa un lugar central en el misterio de la Iglesia, podemos rezar:

Padre,
haz que surjan entre los cristianos
numerosas y santas vocaciones al sacerdocio,
que mantengan viva la fe
y conserven la grata memoria de tu Hijo Jesús
mediante la predicación de su palabra
y la administración de los Sacramentos
con los que renuevas continuamente a tus fieles.

Danos santos ministros del altar,
que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía,
sacramento del don supremo de Cristo
para la redención del mundo.

Llama a ministros de tu misericordia
que, mediante el sacramento de la Reconciliación,
derramen el gozo de tu perdón.

Padre,
haz que la Iglesia acoja con alegría
las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo
y, dócil a sus enseñanzas,
fomente vocaciones al ministerio sacerdotal
y a la vida consagrada.

Fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos,
a los consagrados y a todos los bautizados en Cristo
para que cumplan fielmente su misión
al servicio del Evangelio.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.

Benedicto XVI
Mensaje para la Jornada Mundial de oración por las vocaciones, 07/05/2006
(trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)

Para rezar

Te comparto mi esperanza

Te comparto mi esperanza de esperar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.

Ofrecer siempre las manos abiertas y no cerradas,
saber entregar amor a través de la mirada.

Aprender a dar la vida, compartir la espera larga,
al lado de los que sufren, hacer la fe solidaria.

Soñar con las utopías, vivir para realizarlas,
luchando por los ideales, y la justicia sumarla.

Saber caminar con otros en lucha comunitaria, para que
todos los hombres vivan una vida más humana.

Vivir para los demás, como nos mostró Jesús,
hasta entregarnos su vida en lo alto de una cruz.

Vivir mirando las cosas con la mirada de Dios,
para hacer un mundo nuevo de Justicia, Paz y Amor.

No creas que será fácil caminar este camino pero
las crisis ayudan a ir descubriendo el sentido.

La verdad que hay en las cosas es un tesoro escondido,
quien equivoca la senda, tal vez su vida ha perdido.

El Evangelio te muestra como no errar el camino,
de veras, vale la pena a Jesucristo seguirlo.

Te comparto mi esperanza de empezar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.

Marcelo A. Murúa

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.