9 de septiembre de 2019



Hacer bien y salvar

Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Colosas    1, 24-2, 3

Hermanos:
Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo. Por esta razón, me fatigo y lucho con la fuerza de Cristo que obra en mí poderosamente.
Sí, quiero que sepan qué dura es la lucha que sostengo por ustedes, por los de Laodicea y por tantos otros que no me conocen personalmente.
Mi deseo es que se sientan animados y que, unidos estrechamente en el amor, adquieran la plenitud de la inteligencia en toda su riqueza. Así conocerán el misterio de Dios, que es Cristo, en quien están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 61, 6-7. 9 (R.: 8a) 
R.    Mi salvación y mi gloria están en Dios.

Sólo en Dios descansa mi alma,
de El me viene la esperanza.
Solo El es mi Roca salvadora,
El es mi baluarte: nunca vacilaré. R.

Confíen en Dios constantemente,
ustedes, que son su pueblo,
desahoguen en El su corazón,
porque Dios es nuestro refugio. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas    6, 6-11

Un sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y quédate de pie delante de todos.» El se levantó y permaneció de pie.
Luego les dijo: «Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?» Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: «Extiende tu mano.» El la extendió y su mano quedó curada.
Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús. 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Pablo contempla a Jesús crucificado y se ve continuando la gran obra de Jesús, la redención.
Dios ha nombrado a Pablo ministro y anunciador del “misterio que ha tenido escondido desde siglos y que ahora ha revelado a su pueblo”. El “misterio”, en el lenguaje de san Pablo es el «proyecto de Dios», del cual dice Pablo que estaba escondido hasta ahora y ya no lo está.
Este misterio es la salvación en Cristo. La Alianza reservada hasta entonces a los hijos de Israel se extiende a los paganos. Y esta nueva alianza se resume en una palabra: «Cristo en medio de ustedes».
Pablo quiere “que Cristo sea la esperanza de la gloria” para todos los hombres. Para cumplir este ministerio, Pablo está dispuesto a soportarlo todo, sus propios sufrimientos, lejos de desalentarlo, lo hacen encontrar de nuevo a Cristo y estar en comunión con su misterio. Habla del “duro combate” que libra en las varias comunidades amonestando a todos, enseñando a todos, para que todos lleguen a la madurez en su vida cristiana.
Acepta este sufrimiento evangelizador, para completar en su carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia.
***
La observancia del sábado estaba ordenada por la ley de Dios, y constituía una característica por la que el judío se distinguía del mundo pagano. Jesús tiene el atrevimiento y la libertad de poner en tela de juicio, no la ley, sino la manera de obedecerla.
Había en la sinagoga un hombre postrado por la enfermedad, marginado socialmente porque su mano derecha paralizada le impedía desempeñarse laboralmente, y era un defecto que lo convertía en un ser impuro. La mano paralizada simboliza al hombre que se encuentra imposibilitado de dar y recibir. La curación del hombre que recobra el uso de su mano derecha, transforma para este hombre el sábado, en un día de gracia.
Jesús sanando, salva lo que de muerto había en ese hombre enfermo, y le restablece su dignidad. Esto es un claro signo del amor de Dios Padre para con sus hijos. Para Jesús, la enfermedad, el pecado y las carencias humanas no le restan dignidad al ser humano; por eso primero, le pide que se levante, que se ponga en pie, que recupere su valor.
El sábado es día en que se goza de la obra de la creación, día de glorificación de Dios. La idea que Jesús tiene de Dios, es muy distinta a la que tienen los fariseos. El Dios de Jesús es el Dios de la misericordia, el Dios que se acerca a los hombres; el Dios de los escribas y fariseos es el inaccesible, que está sencillamente por encima de los hombres.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado y encontrar de qué acusarlo. Jesús conocía sus pensamientos y muestra el sentido liberador de la ley, en contraposición al modo hipócrita y opresor desde el que ellos la vivían y la enseñaban a vivir.
Toda ley debe presentarse ante nosotros como luz, como educadora para el ejercicio de la libertad, con mayor razón la ley evangélica nos debe llevar a reconocer el primado de Dios, en todas nuestras decisiones.
La nueva ley, tal como Cristo nos la presentó, es la del amor que se pone por obra, y no la de un descanso que “inactiva”, incluso, para hacer el bien al hermano necesitado.
Como Iglesia tenemos la vocación de abrir a la esperanza, dar cumplimiento a la palabra, anunciarla y, anunciándola, hacerla eficaz.
Esta misión, tal como la realiza Dios desde el origen por su Palabra creadora, tal como fue vivida por Jesús no consiste en encontrar la salvación por el cumplimiento de unos ritos, y la adhesión a un sistema de pensamiento; sino situarnos en el corazón de toda realidad, para recrear toda palabra, todo pensamiento, acción, amor y cultura desde las raíces, con la fuerza de la Buena Noticia, para que sean salvadas y salvadoras según el proyecto de Dios.

Para discernir

¿Qué es lo que prima en mi obrar en la fe?
¿Qué signos manifiestan la novedad del Evangelio?
¿En qué condiciona mi conducta la presencia de la ley?

Repitamos a lo largo de este día

…Quiero escuchar tu voz Señor e imitarte…

Para la lectura espiritual

«Los escribas y fariseos le espiaban…con el fin de encontrar un motivo para acusarlo»

…El Señor dirá a los que han menospreciado su misericordia: «Hombre, soy yo quien con mis manos te he formado del barro, soy yo quien con mi aliento he puesto el espíritu en tu cuerpo de tierra, soy yo quien se ha dignado darte nuestra imagen y semejanza, soy yo quien te ha puesto en el centro de las delicias del Paraíso. Pero tú, menospreciando los mandamientos de vida, has preferido seguir al seductor antes que al Señor…
«Luego, cuando has sido expulsado del Paraíso y, por el pecado, retenido por las ataduras de la muerte, conmovido por la misericordia, para venir al mundo he entrado en un seno virginal, sin perjuicio de su virginidad. He sido recostado en un pesebre, envuelto en pañales; he soportado las dificultades de la infancia y los sufrimientos humanos, a través de los cuales me he hecho semejante a ti con la única finalidad de hacerte semejante a mí. He soportado las bofetadas y salivazos de los que se burlaban de mí, he bebido vinagre mezclado con hiel. Azotado con varas, coronado de espinas, clavado en la cruz, traspasado por la lanza, en medio de los tormentos he entregado mi alma para arrancarte a ti de la muerte. Puedes ver las señales de los clavos de los que he sido suspendido; puedes ver mi costado traspasado lleno de heridas. He soportado los sufrimientos que eran para tí a fin de poder darte mi gloria; he sufrido tu muerte para que tú vivas por toda la eternidad. He descansado, encerrado en el sepulcro, para que tú puedas reinar en el cielo.
 «¿Por qué has perdido lo que he sufrido por ti? ¿Por qué has renunciado a las gracias de tu redención ? Devuélveme tu vida, por la que he dado la mía; devuélveme tu vida que, sin cesar, has destruido por las heridas de tus pecados.» 
San Cesareo de Arles – Sermones al pueblo, Nº 57,4

Para rezar

Entre los más pobres

Este es tu escabel, y tus pies se posan aquí,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
Cuando trato de inclinarme ante ti, mi gesto no alcanza
la profundidad en la que se posan tus pies
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
La soberbia no puede acercarse adónde tú caminas,
vestido como los humildes,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
Mi corazón nunca podrá hallar el camino
hasta donde tú estás acompañando
a los que no tienen compañía,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.

R. Tagore


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.