3 de septiembre de 2019


3 de septiembre de 2019 – TO – MARTES DE LA XXII SEMANA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica      5, 1-6. 9-11

Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a él. Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.
Palabra de Dios.

SALMO         Sal 26, 1. 4. 13-14 (R.: 13)
R.      Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?  R.

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.  R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.  R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37

Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios.»
Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre.» El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!»
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Palabra del Señor.

Para reflexionar

La lectura de la Carta de Pablo a los de Tesalónica termina con un tema que preocupaba a aquella comunidad y en general a todas las de Grecia: la venida última de Cristo y la resurrección de los muertos.
Acerca de cuándo será el día del Señor, nadie puede decirnos que será en determinado momento. “El día del Señor llegará como un ladrón en la noche”, o “como los dolores de parto a la que está encinta”, y por eso no podemos vivir distraídos y en la oscuridad: “no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente”.
Muchos viven espantados, y espantando a los demás con falsas revelaciones, o con falsas interpretaciones de la Escritura acerca de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Pablo exhorta a creer más al Señor y a lo que dejó revelado por Él mismo que a los falsos profetas. Efectivamente el Señor manifiesta que si alguno dice: Miren, el Mesías está aquí o allá, no lo crean.
Porque surgirán falsos Mesías y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios con el propósito de engañar a los mismos elegidos. No vivamos en el temor, sino en el amor fiel, que nos hace caminar en la luz, y obrar siempre el bien; así, cuando llegue el momento, viviremos unidos eternamente al Señor, pues ya desde ahora lo hemos estado en la participación de su Espíritu y por nuestra colaboración en construir la Iglesia como el Templo en el que el Señor habita.
Dios nos tiene destinados, no al castigo, “sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”, por eso Pablo nos invita a vivir en vigilancia, con una cierta tensión, aprovechando el tiempo, como “hijos de la luz”, sin dejarnos adormecer por las cosas del camino.
Desde esta perspectiva, la comunidad cristiana para encarar con esperanza su marcha hacia delante, debe animarse mutuamente y ayudarse a crecer unos a otros.
Pablo seguirá infundiendo respeto a la muerte, pero dentro del miedo, sentiremos también confianza de saber que “Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de Jesús”, para que “despiertos o dormidos, vivamos con él”.
***
La visita a Nazaret le descubre a Jesús la necesidad de abrirse a horizontes más amplios que los de su pequeño poblado. El episodio de los milagros que en Nazaret no quisieron aceptar continúa en tierras de Cafarnaún.  La misión de Jesús va creciendo y fortaleciéndose en medio de la adversidad. La acción liberadora que Jesús ha inaugurado en su tierra natal trae como consecuencia la lucha contra los demonios.
La novedad del Reino que Jesús viene a introducir en la historia es un cambio profundo y permanente en la vida de los hombres, y por lo tanto en la comunidad que lo sigue y acompaña. Jesús no es un exorcista que se contente con expulsar las manifestaciones del mal. Jesús libera venciendo el demonio y la enfermedad.
La expulsión de este demonio será un signo de la nueva vida del reino que irrumpe en medio de la comunidad. El hombre no está hecho para ser poseído por otro, para estar desposeído de sí mismo, envilecido, encadenado por unas fuerzas que es incapaz de dominar. El hombre, creado en el amor de Dios creador, está hecho para vivir puesto en pie, libre, con los ojos levantados al cielo. Este un signo de que el cambio del hombre se produce cuando Dios toca lo más profundo que hay en él.
Hoy podemos hacer realidad la misión de Cristo, ampliar los horizontes y hacer sentir la experiencia del reino, si bajo la dirección del Espíritu, edificamos en unidad y caridad creativa la Iglesia de Jesucristo. Cuando, por la fe y apoyados en la palabra del Salvador, nos esforzamos en liberarnos de las fuerzas que hoy nos esclavizan, para hacernos discípulos en la libertad del Evangelio, somos signos del Reino.
Desatamos cadenas y liberamos cuando intentamos ser artesanos de la paz; cuando sin desesperar y sin caer en la ingenuidad, damos testimonio de la esperanza que es posible soñar el mañana nuevo del Reino; cuando, a pesar de nuestras diferencias, somos capaces de reunimos en torno a una misma Palabra y a un mismo Pan. 

Para discernir

¿Cuáles son las cosas que hoy nos poseen y esclavizan?
¿Qué necesitamos para poder liberarnos auténticamente?
¿En qué situaciones experimento la presencia dominadora del mal?

Repitamos a lo largo de este día

Danos Señor tu Espíritu Santo

Para la lectura espiritual

…”Esta sencilla experiencia me proporcionó una alegría muy profunda, puesto que supe que Jesús me mostraba que aquel a quien amamos y adoramos en el Santísimo Sacramento es aquel a quien amamos y servimos en los más pobres entre los pobres. Nuestra adoración al Santísimo Sacramento no tiene valor si descuidamos a Jesús, presente también en el último de nuestros hermanos, en el más pobre entre los pobres, en el más pecador entre los pecadores, en el más débil entre los débiles. A la mañana siguiente le conté todo a nuestra madre Teresa, la cual me confirmó que ésa era en verdad la experiencia de nuestro carisma. Cualquier cosa que hagamos al último de estos hermanos suyos es como si se la hiciéramos a él, y nos recompensa por ello dos veces, aquí en la tierra y con la vida eterna en los cielos.
Nuestra madre Teresa nos decía siempre: «Las nuestras son humildes palabras de amor dirigidas a los más pobres entre los pobres en la obra de Dios. No somos trabajadoras sociales, sino contemplativas que viven en el corazón del mundo“…

Hermana Mary Nirmala Joshi,
sucesora de la madre Teresa de Calcuta.

Para rezar

Dios creador,
tú dices lo que haces
y haces lo que dices.
Renueva hoy la faz de la tierra
y seremos salvados.

Nos sentimos poseídos por muchos males
que nos desbordan y esclavizan.
Que tu palabra nos libere;
Señor, ten piedad de nosotros.

Hay muchos sufrimientos que nos desesperan.
Que tu palabra sea nuestro porvenir;
Cristo, ten piedad de nosotros.

El pecado nos tiene todavía sumergidos.
Que tu palabra sea nuestro perdón;
Santo de Dios, ten piedad de nosotros.


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