23 de septiembre de 2019


23 de septiembre de 2019 – TO – LUNES DE LA XXV SEMANA
    
Sean luz

Principio del libro de Esdras    1, 1-6

En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, y este mandó proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino:
«Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese pueblo, que su Dios lo acompañe y suba a Jerusalén, de Judá, para reconstruir la Casa del Señor, el Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén. Que la población de cada lugar ayude a todos los que queden de ese pueblo, en cualquier parte donde residan, proporcionándoles plata, oro, bienes y ganado, como así también otras ofrendas voluntarias para la Casa del Dios que está en Jerusalén.»
Entonces los jefes de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos los que se sintieron movidos por Dios, se pusieron en camino para ir a reconstruir la Casa del Señor que está en Jerusalén. Sus vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, bienes, ganado y gran cantidad de objetos preciosos, además de toda clase de ofrendas voluntarias. 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 125, 1-2b. 2c-3. 4-5. 6 (R.: 3a) 
R.    ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones. R.

Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría! R.

¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones. R.

El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas    8, 16-18

Jesús dijo a la gente:
«No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Dios se sirve de Ciro rey de Persia, para liberar Israel de la cautividad de Babilonia. Un pagano, un extranjero, agente de la salvación del Dios de Israel. Él mismo se reconoce siervo del Dios de Israel escuchando sus mandatos y poniéndolos en práctica. El Rey es comparado con David y Salomón, que construyeron el Templo al Señor.
Es una novedad escandalosa para la mentalidad israelita y, sin embargo, provocada por Dios en orden a continuar la historia de salvación. El Templo reconstruidos será el lugar encuentro del pueblo con su fe. Los que han regresado de Babilonia se enfrentan con la cruda realidad: la tierra empobrecida, la cosecha menguada, la lluvia escaseada.
El país recuperado no es el paraíso soñado. A estas dificultades naturales se agregan se añaden las que aparecen, en cuanto a la reconstrucción del templo. A persas y a babilonios se les pide que ayuden a los judíos a reconstruir su Templo. Ese edicto provoca la yuxtaposición de culturas y de religiones que se soportan ignorándose mutuamente.
Los descendientes de aquellos inmigrantes que los asirios habían fusionado con la población autóctona, practican un sincretismo religioso en el que también había un lugar para Yahvé, el Dios de Israel. Son los conocidos con el nombre de samaritanos.
Las obras del templo se paralizan y sobre la comunidad restaurada se cierne la sombra del desencanto y del desaliento. Es entonces, cuando el ánima está más bajo, el soplo vital del Dios viviente resucita, una vez más, el cuerpo aparentemente muerto de Israel.
Los profetas Ageo y Zacarías lo transmiten al pueblo que recobra la confianza y entusiasmado y reanuda la reconstrucción del templo. El plan de Dios no se detiene. La historia de salvación no se interrumpe. Siempre joven, la presencia salvadora de Dios. Dios no se repite. Siempre adelante.
No se puede vivir en el recuerdo y en la nostalgia sino que se ha de vivir el hoy de Dios, el Dios que suscita a los profetas, y que en las horas oscuras derrama una corriente de gracia y proyecta sobre el camino un haz de luz.
***
Jesús aprovechaba el enorme y rico caudal de la sabiduría popular de su pueblo para convertirlo en parte fundamental de su enseñanza. Esta lámpara que aparece en esta parábola ilumina toda la habitación, lo mismo que la palabra de Dios que nos es dada como semilla en la tierra de nuestra vida tiene iluminar hasta los últimos rincones del corazón.
La luz simboliza en general todo lo referido al bien en contraste con las tinieblas que representan al ámbito del mal. El templo, Jerusalén y el ser humano mismo pueden ser luz, pero la luz por antonomasia es Dios y aquel a quien ha constituido “luz de las naciones y gloria de su pueblo”… a quien seguimos para “alcanzar la luz de la vida”.
Lucas subraya que la comunidad debe ser luz. Dios en Jesús ilumina a todo hombre que viene a este mundo, pero no sólo a los individuos sino también a la comunidad. Las comunidades cristianas necesitan dejarse iluminar para hacer brillar el proyecto de Dios
La comunidad cristiana se forma no para ocultarse sino para que todos la vean pueda dar testimonio del proyecto de Dios en medio de los hermanos.
Una comunidad cristiana tampoco se constituye para ser un círculo cerrado impenetrable, un gheto de elegidos y salvados. La buena noticia no puede estar cautiva en las limitaciones de nuestras instituciones sino que debe hacer parte de la vida diaria del creyente. La vida de la fe es un don para dar, para entregar gratuita y generosamente. No hay comunidad cristiana sino es misionera.
La comunidad no se constituye sólo para mirarse a si misma sino sobre todo para crecer internamente pensando en los demás. La responsabilidad de la comunidad es permitir que con sus buenas obras el mundo conozca el Dios de Jesús, un Dios amor, vida, justicia, libertad… Dios no depende de nosotros para ser Dios pero si para ser conocido y acogido. Pero esto no se hace con imposiciones o agresividad, sino con la sencillez de una vela puesta en el candelero, que sin mucho alboroto, pero con seguridad, alumbra a todos los que estén en la casa.
El discípulo de Jesús de Jesús es invitado a ser luz en nuestro mundo y nuestro tiempo, oscurecido por el odio y la violencia sin sentido, por la falta de armonía y paz, por la injusticia y la insensibilidad de muchos hombres cegados por la ambición y la sed de poder.
Ser luz es una invitación a vivir con la impronta de la vida de Jesús en nuestro corazón, en nuestro ojos, en nuestras palabras en nuestro propio sentir, allí donde cada día debemos vivir, trabajar, crear, cantar, reír y llorar, soñar…

Para discernir

¿Me dejo iluminar e iluminar mis distintas realidades por la palabra de Jesús?
¿Soy consciente de la responsabilidad que se me ha confiado de ser luz?
¿Qué zonas de mi vida me cuesta más iluminar?

Repitamos a lo largo de este día

Grandes cosas hizo el Señor por nosotros

Para la lectura espiritual

“Se pone sobre el candelabro” (Mt 5,15)

No hay nada más frío que un cristiano despreocupado por salvar a los hermanos. No puedes, en este asunto, poner por pretexto tu pobreza: aquella que dio las dos monedas ínfimas se levantaría para acusarte (Lc 21,2) También Pedro, que decía: “No tengo ni oro ni plata.” (Hch 3,6) Y Pablo que era tan pobre que a menudo pasaba hambre y le faltaba lo necesario para vivir (1 Cor 4,11) Tampoco puedes excusarte con tu procedencia humilde: ellos también eran de condición modesta. Ni la ignorancia sería una disculpa válida: ellos tampoco eran gente de letras…Ni pienses alegar la enfermedad: Timoteo tenía frecuentes molestias de estómago (1Tim 5,23)…Cualquiera puede ser útil a su prójimo si lo quiere de verdad…
No digas que te es imposible restablecer en el buen camino a los demás, porque si tú eres cristiano es imposible que esto no suceda. Cada árbol lleva su fruto (Mt 17,17) y como no hay contradicción en la naturaleza, tampoco lo hay entre lo que nosotros decimos y la verdad, porque es inherente a la naturaleza del cristiano…Es más fácil que la luz se vuelva tinieblas que el cristiano deje de iluminar a los demás.

San Juan Crisóstomo (c.345- 407), presbítero en Antioquia,
obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia, Padre de la Iglesia Oriental – Homilía sobre los Actos de los Apóstoles, nº 20, 3-4; PG 60, 162

Para rezar

Luz nacida de la Luz,
Jesús, Verbo desde toda la eternidad,
ilumina nuestra historia,
sé la palabra que nos inicia en los secretos del Reino.
Bendito seas, Padre de bondad:
hemos acogido la palabra de tu Hijo
y comulgado su cuerpo.
Danos el deseo de caminar tras El
y de hacer nuestra la palabra que El le dio vida:
que ella sea nuestra herencia y gozo,
y así conoceremos el gozo de vivir como hijos.


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