3
de agosto de 2019 -TO – SÁBADO DE LA XVII SEMANA
El Señor me ha
enviado a decir estas palabras
Lectura
del libro del Levítico 25, 1. 8-17
El
Señor dijo a Moisés sobre la montaña del Sinaí:
«Deberás
contar siete semanas de años -siete veces siete años- de manera que el período
de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y nueve años. Entonces
harás resonar un fuerte toque de trompeta: el día diez del séptimo mes -el día
de la Expiación- ustedes harán sonar la trompeta en todo el país. Así
santificarán el quincuagésimo año, y proclamarán una liberación para todos los
habitantes del país. Este será para ustedes un jubileo: cada uno recobrará su
propiedad y regresará a su familia. Este quincuagésimo año será para ustedes un
júbilo: no sembrarán ni segarán lo que vuelva a brotar de la última cosecha, ni
vendimiarán la viña que haya quedado sin podar; porque es un jubileo, será
sagrado para ustedes. Sólo podrán comer lo que el campo produzca por sí mismo.
En
este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad.
Cuando
vendas o compres algo a tu compatriota, no se defrauden unos a otros. Al
comprar, tendrás en cuenta el número de años transcurridos desde el jubileo; y
al vender, tu compatriota tendrá en cuenta el número de los años productivos:
cuanto mayor sea el número de años, mayor será el precio que pagarás; y cuanto
menor sea el número de años, menor será ese precio, porque lo que él te vende
es un determinado número de cosechas. No se defrauden unos a otros, y teman a
su Dios, porque yo soy el Señor, su Dios.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 66, 2-3. 5-7.8
R. ¡Que
los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
El
Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga
brillar su rostro sobre nosotros,
para
que en la tierra se reconozca su dominio,
y
su victoria entre las naciones. R.
Que
canten de alegría las naciones,
porque
gobiernas a los pueblos con justicia
y
guías a las naciones de la tierra. R.
La
tierra ha dado su fruto:
el
Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que
Dios nos bendiga,
y
lo teman todos los confines de la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
La
fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados:
«Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se
manifiestan en él poderes milagrosos.»
Herodes,
en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de
Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito
tenerla.» Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba
a Juan un profeta.
El
día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en
público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que
pidiera.
Instigada
por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista.»
El
rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó
que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada
sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. Los
discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a
informar a Jesús.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
En
sus orígenes paganos, el “descanso sabático” expresaba ya la preocupación del
hombre por hacer suyo el tiempo de los dioses y compartir sus valores. Era para
él una manera de ponerse al abrigo de la intervención de las divinidades en la
naturaleza, y de evitar cualquier sorpresa desagradable, adaptándose lo mejor
posible al ritmo de vida de los dioses. El día de comunión con los dioses está
marcado por prohibiciones de trabajo para unirse mejor al tiempo de los dioses
y sus leyes.
A
la lista de fiestas de ayer, hay que añadir la de hoy: el Jubileo, cada
cincuenta años. Después de cuarenta y nueve años, es decir, después de una
semana de semanas de años, estaba prescrito celebrar el año siguiente como año
jubilar, como año fuera de las semanas de años, fuera del ritmo, según el cual
se suceden los años sabáticos.
Este
«año sabático», era una especie de año de gran descanso, un «año jubilar», un
año de alegría y de libertad que comportaba la liberación de todos los
esclavos, la anulación de las deudas, la devolución del patrimonio a su propietario.
El
Jubileo tenía, pues, para los judíos un sentido religioso, de culto a Dios;
pero también un carácter social, de una justicia igualitaria, que contribuye a
que las propiedades no se vayan acumulando en unas pocas manos y todos tengan
con qué vivir.
***
Contemplamos
hoy la injusticia de la muerte de Juan Bautista; y a la vez descubrimos la
necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de
esperanza el mundo.
Los
tres sucesores del sanguinario Herodes, el grande, se disputaban a mordiscos el
control del reino de Judea. Juan denunciaba las ambiciones de poder entre la
familia herodiana. Herodes Antipas estaba en adulterio con Herodías, esposa
legítima de su hermano Filipo, con el fin de apoderarse de todo el territorio,
a la muerte de su hermano.
Antipas,
es un contra testigo. Se entera de la fama de Jesús y lo confunde con Juan el
Bautista resucitado; esta afirmación no pasa de ser un vago comentario, que no
le cambia la vida. Tampoco había sido capaz de ser coherente con la admiración
que sentía por Juan el Bautista, arrestándolo ilegalmente, metiéndolo en un
calabozo y luego haciéndolo decapitar, porque Juan puso al descubierto su
adulterio.
Juan
será testigo de la verdad. Igual que la mayoría de los profetas que lo
precedieron, Juan era la conciencia crítica ante corrupción de los jefes de
pueblo de Israel. El Bautista era la voz de los que no tenían voz y el
mensajero que preparaba el camino el salvador. Ni el poder del rey, ni el miedo
por su vida, hicieron que su voz callara las injusticias que veía.
Juan,
siguiendo la tradición en el pueblo de Israel, como todo profeta, pagó con su
vida ser mensajero de la verdad. La habilidad de Herodías y el poder de
seducción de su hija, condujeron al embriagado rey a condenar a muerte al
Bautista.
Es
una constante de la historia, las persecuciones allí donde hay alguien que
denuncia de modo claro y comprensible, con su vida y con sus palabras, la
verdad de Dios. La verdad molesta, del mismo modo que molesta el amor, porque
significa renunciar a nuestros propios intereses egoístas y pide la apertura y
disponibilidad al otro.
…”Es
preciso, por consiguiente, que aquel que vive con celo la vida profética y ha
sido capaz de acoger al Espíritu, que había en los profetas, reciba desprecio
en el mundo y entre los pecadores, a quienes resulta embarazosa la vida del
justo”… Orígenes, Comentario del evangelio de Mateo, Roma 1998, I, pp. 14 1ss.
Para discernir
¿Qué
me condiciona para vivir la verdad?
¿Qué
silencio por miedo?
¿Qué
cosas no soy capaz de denunciar?
Repitamos a lo largo de este día
Ayúdame
a ser testigo de la Verdad
Para la lectura espiritual
La
grandeza de Juan el Bautista
…”Lo
que ha hecho grande a Juan, lo que le ha hecho el más grande entre los grandes,
es que ha vivido sus virtudes al máximo… uniendo a estas la más grande de
todas, la humildad. Siendo considerado como el más elevado de todos,
espontáneamente y con la presura del amor, ha puesto por encima de él a Aquel
que es el más humilde de todos, y hasta tal punto lo ha puesto por encima de él
que se declaró indigno de desatarle las sandalias (Mt 3, 11).
Que
otros queden maravillados de que Juan haya sido anunciado por los profetas,
anunciado por un ángel…, nacido de padres tan santos y tan nobles, aunque de
edad avanzada y estériles…, que en el desierto haya preparado el camino del
Redentor, que haya convertido los corazones de los padres hacia los hijos y los
de los hijos hacia los padres (Lc 1,17), que haya sido digno de bautizar al
Hijo, escuchar al Padre, ver al Espíritu (Lc 3, 22), en fin, que haya combatido
por la verdad hasta dar la vida y que, para ser precursor de Cristo incluso en
el país de los muertos, haya sido mártir de Cristo ya antes de su Pasión. Que
otros se queden maravillados de todo esto…
A
nosotros, hermanos míos, se nos propone su humildad no tan sólo como objeto de
admiración, sino también de imitación. Es ella que le ha incitado a no querer
pasar por grande, siendo así que podía hacerlo… En efecto, este fiel «amigo del
Esposo» (Jn 3,29) que amaba a su Señor más que a sí mismo, deseaba «disminuir»
para que él creciera (v 30). Se esforzaba para aumentar la gloria de Cristo
haciéndose él mismo más pequeño, manifestando a través de toda su conducta lo
que diría el apóstol Pablo: «No nos predicamos a nosotros mismos sino al Señor
Jesucristo» (2C 4,5).
Beato Guerrico
de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense
3er sermón sobre
san Juan Bautista
Para rezar
Oración
de la dificultad
Sé luz en mi mente, paz en mi corazón,
sabiduría
en mis decisiones, amor en mis relaciones.
Te
necesito, Señor. Tú calmas mi desasosiego y alejas el mal;
contigo
es fácil aceptar las asperezas
y
soportar el dolor.
Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden,
fuerte
ante el dolor y amoroso con todos.
Dame
paciencia conmigo mismo y con los demás,
Una
paciencia que me aleje de la ira y el desaliento.
Eres
mi esperanza y mi fortaleza, mi baluarte y mi descanso.
En
ti todo lo puedo, y con tu amor
los fardos son llevaderos.
Tú
me libras de las aguas turbulentas,
apaciguas
mis males y conjuras mis temores.
Te
amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy gracias.
Padre
Gonzalo Gallo
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