13
de agosto de 2019 – TO - MARTES DE LA XIX SEMANA
Cuídense de
despreciar a estos pequeños
Lectura
del libro del Deuteronomio 31, 1-8
Moisés
fue a decir estas palabras a todo Israel: «Ya tengo ciento veinte años. En
adelante no podré ejercer ninguna actividad; además, el Señor me dijo: “Tú no
pasarás el Jordán.” El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él
eliminará de tu presencia a todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus
dominios. Será Josué el que cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha
ordenado. El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og -los reyes
amorreos- y a sus países, cuando los destruyó por completo. El las pondrá en
tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas conforme a la orden
que les di.
¡Sean
fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor,
tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado.»
Después
Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: «Sé fuerte y
valiente. Tú irás con este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará, porque
así lo juró a sus padres, y tú los pondrás en posesión de ella. El Señor irá
delante de ti; él estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado.
No temas ni te acobardes.»
Palabra
de Dios.
SALMO Deut
32, 3-4a. 7. 8. 9 y 12 (R.: 9a)
R. La
parte del Señor es su pueblo.
Yo
voy a proclamar el nombre del Señor:
¡Den
gloria a nuestro Dios!
El
es la Roca: su obra es perfecta. R.
Acuérdate
de los días lejanos,
considera
las épocas pasadas;
pregúntale
a tu padre, y él te informará,
a
los ancianos, y ellos te lo dirán. R.
Cuando
el Altísimo dio una herencia a cada nación,
cuando
distribuyó a los hombres,
él
fijó las fronteras de los pueblos
según
el número de los hijos de Dios. R.
Pero
la parte del Señor es su pueblo,
la
porción de su herencia es Jacob.
El
Señor solo lo condujo,
no
había a su lado ningún dios extranjero. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
En
aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: « ¿Quién es
el más grande en el Reino de los Cielos?»
Jesús
llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si ustedes
no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por
lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino
de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a
mí mismo.
Cuídense
de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus
ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué
les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja
las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se
extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella
que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre
que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
La
entrada a la Tierra prometida no fue un juego para niños. Israel tuvo que
conquistarla a la fuerza y se le pide que sea fuerte y valeroso.
Moisés
se siente viejo y confiesa que no puede ya desplazarse; como muchos ancianos es
un inválido. La Biblia nos habla de que tenía «ciento veinte años» que es una
cifra simbólica que indica «la perfección».
Moisés
no va a poder entrar en la tierra prometida, por más que se lo haya pedido a
Dios. A pesar de esto, no va a producirse un «vacío de poder» en un momento tan
delicado como éste, en que están ya a las puertas de Canaán y se disponen a
iniciar su ocupación. Dios convence a Moisés de que ha llegado el momento de
transmitir sus poderes a Josué.
Llamó
Moisés a Josué y le ordenó entrar con el pueblo en la tierra que el Señor juró
dar a sus padres. El carisma de guiar al pueblo pasa ahora de Moisés a Josué;
pero en realidad el guía seguirá siendo el mismo, Yahvé. En esta transmisión de
poderes, Dios está siempre presente.
Dios
repetirá las proezas del pasado para continuar su obra liberadora. Esta
presencia activa de Yahvé es la que ha de animar y convencer íntimamente a
Josué que la conquista tendrá éxito.
***
Los
discípulos, todavía inmaduros y sin penetrar a fondo en el sentir de Jesús,
aspiraban a ser hombres de prestigio a la sombra del Maestro. Tienen la humana
preocupación del lugar que ocupan en la comunidad y se lo preguntan a Jesús.
La
respuesta de Jesús es realmente desconcertante. Llama a un niño y lo pone como
medida y modelo a seguir. Igual que los extranjeros, los enfermos y las
mujeres, los niños carecían también de valor en el mundo antiguo. Su simplicidad
e impotencia ante la vida, eran despreciadas en la mentalidad de la cultura
antigua. Solo los varones adultos tenían algún valor.
Jesús,
sin embargo, aprovecha ese significado de la niñez en aquella cultura, para
enseñar la condición fundamental del discípulo. El niño que pone en medio es un
joven sirviente de los que habitualmente había en las casas. Al colocarlo en
medio, lo hace Jesús centro de atención y modelo para los discípulos, echando
por tierra que El más importante, va a ser el que más sabe o, el más dotado de
cualidades humanas. El más importante es aquel que se hace niño.
Lo
que Jesús alaba de un niño es su pequeñez, su indefensión, su actitud de
apertura, su necesidad de los demás. Y, en los tiempos de Cristo, también su
condición de marginado en la sociedad. Por lo tanto, hacerse como niños es
cambiar de actitud, convertirse, ser sencillos de corazón, abiertos, sin
vueltas ni cálculos fríos, convencidos de que no podemos nada por nuestras
solas fuerzas y necesitamos de Dios y de los demás.
En
la comunidad de discípulos, la grandeza se juzga por criterios opuestos a los
de la sociedad. El que sirve, no el que manda, es el más grande. Toda ambición
de preeminencia o de dominio queda excluida.
El pequeño servidor pasa a ser modelo de discípulo. La disposición al servicio debe acompañar al discípulo en la misión; llevando de este modo con él, la presencia de Jesús.
El pequeño servidor pasa a ser modelo de discípulo. La disposición al servicio debe acompañar al discípulo en la misión; llevando de este modo con él, la presencia de Jesús.
Teniendo
claro quién es el mayor, Mateo, presenta la actitud que debe tener la comunidad
con los “pequeños”, mediante la imagen de los pastores que abandonan el cuidado
del rebaño para ir a buscar la oveja que se extravió. Con este relato sacado de
la vida diaria de sus oyentes, muestra hasta dónde llega la misericordia de
Dios y hasta dónde debe llegar la preocupación de la comunidad por cada uno de
sus miembros, especialmente por los más pequeños o débiles
A
la actitud de los fariseos, excesivamente intransigente en su justicia, que
veían en el pecador a un enemigo de Dios, Jesús opone la alegría de Dios, que
prefiere la conversión del pecador, a la satisfacción de los justos estancados
en sus hábitos adquiridos. Dios no espera el arrepentimiento para amar al
pecador, sino que lo deja todo para ir en su búsqueda.
Cristo
presenta la misericordia de Dios, como el esfuerzo incesante de Dios para
salvar a los pecadores. Jesús mismo es, fiel al deseo del Padre y, lleva hasta
las últimas consecuencias la búsqueda del pecador.
Los
discípulos somos invitados a hacer la experiencia espiritual de la misericordia
de Dios, que nos acepta tal como somos. Dios está siempre, anda siempre, en
nuestra búsqueda. Aquel que no se avergüenza frente a Dios de sus límites y
pide ayuda como un niño, puede gozar de la gracia que el Señor quiere derramar.
La misericordia es la que llama al pecador a la conversión y la que lo restaura
para que pueda vivir en la libertad de los hijos de Dios.
El
testimonio del discípulo pasa por su vida reconciliada. El signo evangelizador
en una sociedad que margina, clasifica y excluye, es el ejercicio de la
misericordia para con los demás, para con toda miseria humana.
La
Iglesia, como comunidad de discípulos, tiene que mostrar en su actitud concreta
de plena acogida y de búsqueda a aquellos que se sienten en inferioridad de
condiciones, o cualquier tipo de marginación; la valoración que Dios tiene de
cada uno y la dignidad que nos regala por pura misericordia. Todo lo que se
hace por el menor, por el más pequeño, es a Cristo a quien se hace.
Para discernir
¿Qué
imagen tengo del discípulo?
¿Quiénes
son los más importantes para mí?
¿Qué
actitud tengo con los errados?
Repitamos a lo largo de este día
Hazme
pequeño como un niño, Señor
Para la lectura espiritual
«Vuestro
Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños»
…”Ven,
Señor Jesús, busca a tu siervo; busca a tu oveja fatigada; ven, pastor…
Mientras tú te retrasas por los montes, tu oveja va errante: deja, pues, a las
noventa y nueve restantes, que son tuyas y ven a buscar a la única que se ha
perdido. Ven sin hacerte ayudar, sin hacerte anunciar; ahora es a ti a quien
espero. No cojas tu látigo, coge tu amor; ven con la suavidad de tu Espíritu.
No dudes en dejar en los montes a estas noventa y nueve ovejas que ya son
tuyas; sobre las cumbres en que las has puesto, los lobos no tienen acceso a
ellas… Ven a mí, que me extraviado quedando lejos de los rebaños de allá
arriba, porque también a mi me habías colocado con ellas, pero los lobos de la
noche me han hecho abandonar tus apriscos.
¡Búscame,
Señor, puesto que mi oración te busca! ¡Búscame, encuéntrame, levántame,
llévame! Al que tú buscas, puedes encontrarlo, al que encuentras, dígnate
levantarlo, al que levantas, póntelo sobre tus hombros. Esta carga de tu amor,
jamás te es cargosa, y sin cansarte te haces el pagador de la justicia. Ven,
pues, Señor, porque es verdad que me extravío, «no he olvidado tu palabra» (Sl
118,16), y sé que seré curado. Ven, Señor, tú eres todavía el único capaz de
llamar a tu oveja perdida, y a las otras que vas a dejar, no les causarás
ningún
dolor; también ellas estarán contentas de ver como regresa el pecador. Ven, y habrá salvación en la tierra y gozo en el cielo (Lc 15,7).
dolor; también ellas estarán contentas de ver como regresa el pecador. Ven, y habrá salvación en la tierra y gozo en el cielo (Lc 15,7).
No
mandes a tus pequeños servidores, no mandes mercenarios, ven tú mismo a buscar
a tu oveja. Levántame en esta misma carne en que cayó Adán. Por tu gesto
reconoce en mí, no al hijo de Eva sino al hijo de María, virgen pura, virgen
por gracia, sin ninguna sospecha de pecado; después, llévame hasta tu cruz,
ella es la salvación de los extraviados, el solo descanso de los cansados, la única
vida de los que mueren”…
San Ambrosio
(hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al
salmo 118, 22, 27-30; CSEL 62, 502-504
Para rezar
Señor
Luz
para mis pobres ojos,
luz que ilumina por dentro,
luz que señala el sendero,
luz que da color a las cosas,
luz que despeja horizontes,
luz que rodea los montes,
luz que clarifica mi mente,
luz que desvanece las tinieblas,
luz que eres Dios, horno ardiente,
luz, siempre luz, plena luz.
Luz total, luz incandescente,
Luz de Luz, toda la luz.
Toda está en Ti,
envuelve en Ti, penetra en Ti,
y nos la das para que vivamos en Ella.
Carmen Cerezo
luz que ilumina por dentro,
luz que señala el sendero,
luz que da color a las cosas,
luz que despeja horizontes,
luz que rodea los montes,
luz que clarifica mi mente,
luz que desvanece las tinieblas,
luz que eres Dios, horno ardiente,
luz, siempre luz, plena luz.
Luz total, luz incandescente,
Luz de Luz, toda la luz.
Toda está en Ti,
envuelve en Ti, penetra en Ti,
y nos la das para que vivamos en Ella.
Carmen Cerezo
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