1
de agosto de 2019 – TO – JUEVES DE LA XVII
SEMANA
Recojan lo
bueno en canastas y tiren lo que no sirva
Lectura
del libro del Éxodo 25,8-9; 40, 16-21. 34-38
Moisés
realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado. En el segundo año,
el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada. Para
ello, Moisés asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y
levantó sus columnas. Después extendió la carpa por encima de la Morada, y
sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado.
En seguida tomó las tablas del Testimonio y las puso en el arca; sujetó las
andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa. Entonces condujo el arca hasta
el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca
del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había dado.
Entonces
la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada.
Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había
instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.
En
todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada,
los israelitas levantaban el campamento. Pero si la nube no se alzaba, ellos no
se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo. Porque durante el día, la nube
del Señor estaba sobre la Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en
ella, a la vista de todo el pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas
del camino.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
83, 3-6ª. 8a. 11
R. ¡Qué
amable es tu morada, Señor del universo!
Mi
alma se consume de deseos
por
los atrios del Señor;
mi
corazón y mi carne claman ansiosos
por
el Dios viviente. R.
Hasta
el gorrión encontró una casa,
y
la golondrina tiene un nido
donde
poner sus pichones,
junto
a tus altares, Señor del universo,
mi
Rey es mi Dios. R.
¡Felices
los que habitan en tu Casa
y
te alaban sin cesar!
¡Felices
los que encuentran su fuerza en ti!
Ellos
avanzan con vigor siempre creciente. R.
Vale
más un día en tus atrios
que
mil en otra parte;
yo
prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes
que vivir entre malvados. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 13, 47-53
Jesús
dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece también a una red que se
echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la
sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no
sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los
malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá
llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron
todo esto?»
«Sí»,
le respondieron.
Entonces
agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece
a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo.»
Cuando
Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
Hoy
terminamos la lectura del Libro del Éxodo. Lo iniciamos con la imagen de la
opresión del pueblo de Israel a manos del faraón, y ahora lo concluimos con una
perspectiva esperanzadora.
El
pueblo de Dios alcanzó la libertad y marcha, protegido y guiado por Yahvé hacia
la tierra prometida. Esta transformación es obra exclusiva de Yahvé. El ha llamado
a este pueblo de la nada, lo ha sacado de la opresión, lo ha puesto en el
camino de la libertad y le ha dado sentido a su marcha, para que sea signo de
su presencia salvadora. Dios se revela en los acontecimientos de la historia.
El
Dios de Israel es un Dios que «hace camino» con su pueblo a través del
desierto.
Moisés
manda construir «el santuario», que no es todavía el Templo. Esta tienda, que
contiene el arca de la alianza con el documento en que constan las cláusulas de
la Alianza, será el punto de referencia de la presencia de Dios en medio de su
pueblo.
Pero
es una tienda desmontable, de modo que cuando el pueblo levantaba el campamento
para continuar su marcha por el desierto hacia la tierra prometida, Dios
también caminaba con ellos. Su presencia se manifestaba por medio de una nube,
de día, y una columna de fuego, de noche.
Se
ha hecho realidad la promesa de Dios de habitar en medio de los hijos de Israel
y ser su Dios.
***
En
la orilla del mar, en la barca, con las redes encuentra Jesús el paisaje para
su enseñanza; que en el final de esta sección de parábolas, pone su insistencia
en el juicio definitivo de Dios.
Jesús
ha proclamado el reino y cada hombre ahora es llamado a situarse en una opción
con respecto a Él; es invitado no sólo a prestar atención a sus palabras, sino
a comprometerse en una actitud de confianza obediencial a la buena Noticia
Revelada.
Los
peces son separados por sus cualidades, por lo que son. Mateo invita a
reflexionar con esta serie de comparaciones en la radicalidad del juicio de
Dios.
No
podemos quedarnos dormidos. La presencia de Jesús marca el tiempo de la opción,
el tiempo de buscar a Dios y el bien, con todas nuestras fuerzas, sin consentir
ni dar lugar al mal y a la injusticia. O estamos con Cristo o estamos contra Él.
Convertirse
significa, en este caso, optar totalmente por pertenecer al reino y llevar una
vida digna de hijos. Sin embargo, muchas veces tenemos en nuestro interior la
experiencia del pecado: vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos
el mal.
Si
queremos dar una verdadera unidad a nuestras vidas, debemos reconocer que
solos, no podemos hacer mucho. Necesitamos ponernos en manos de Dios, para
lograr una vida que ame, busque el bien y camine en justicia y santidad.
Jesús
termina invitándonos a ser como los escribas del Reino y que nos sirvamos de lo
antiguo y de lo nuevo, poniendo todo al servicio de la vida. No debemos
apegarnos a las grandes verdades del pasado, ni a snobismos del presente. No
debemos atarnos a lo que siempre hemos sido, ni fantasear lo que nunca podremos
ser. Vivir con sencillez y humildad la realidad, pasando todo por el fuego
purificador del evangelio, para descubrir lo verdadero y bueno que hay en cada
cosa.
«Por
el hecho de no estar seguros del tiempo en que vendrá nuestro Juez, debemos
vivir cada jornada como si nos tuviera que juzgar al día siguiente». San
Jerónimo.
Para discernir
¿Tengo
juicio claro acerca de lo bueno y lo malo?
¿La
bondad o maldad de algo radica en el beneficio que me brinda?
¿Valoro
la experiencia y la confronto con las cosas nuevas que se presentan?
Repitamos a lo largo de este día
Estoy
en tus manos Señor, como arcilla en manos del alfarero
Para la lectura espiritual
«El
que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea en el Hijo, no verá la
vida»
[Santa
Catalina oyó que Dios decía:]
…“En
el último día del juicio, cuando el Verbo, mi Hijo, revestido de mi majestad,
vendrá a juzgar al mundo con su poder divino, no vendrá como pobre y miserable
tal como se presentó cuando nació del seno de la Virgen, en un establo y en
medio de animales, o tal como murió, entre dos ladrones. Entonces, en él mi
poder estaba escondido; como hombre le dejé sufrir dolores y tormentos. No fue,
en absoluto, que mi naturaleza divina se separara de la naturaleza humana, sino
que le dejé sufrir como a hombre para expiar vuestras faltas. No, no es así que
vendrá en el momento supremo: vendrá con todo su poder y con todo el esplendor
de su propia persona…
A
los justos les inspirará, al mismo tiempo que un temor respetuoso, un gran
júbilo. No es que su rostro cambie: su rostro, en virtud de su naturaleza
divina, es inmutable porque no es sino uno conmigo, y en virtud de la
naturaleza humana su rostro es igualmente inmutable porque tiene asumida la gloria
de la
resurrección. A los ojos de los réprobos, aparecerá terrible, porque le verán con ese ojo de espanto y turbación que los pecadores llevan dentro de sí mismos.
resurrección. A los ojos de los réprobos, aparecerá terrible, porque le verán con ese ojo de espanto y turbación que los pecadores llevan dentro de sí mismos.
¿No
es lo mismo que ocurre con un ojo enfermo? Cuando brilla el sol no ve más que
tinieblas, mientras que el ojo sano ve la luz. No es que la luz tenga algún
defecto; no es que el sol cambie. El defecto está en el ojo ciego. Es así como
los réprobos verán a mi Hijo: en la tiniebla, el odio y la confusión. Será por
culpa de su propia enfermedad y no a causa de la majestad divina con la que mi
Hijo aparecerá para juzgar al mundo”…
Santa Catalina
de Siena (1347-1380), terciaria dominica,
doctora de la
Iglesia, Copatrona de Europa – El Diálogo, Cap. 39
Para rezar
Guárdame
Señor, de la insignificancia,
que seamos amplios en el pensamiento,
la palabra y el acto.
Que eliminemos la crítica,
que seamos amplios en el pensamiento,
la palabra y el acto.
Que eliminemos la crítica,
y
nos apartemos del egoísmo.
Permítenos alejar toda ostentación
y
encontrarnos con el otro cara a cara sin lástima ni prejuicios.
Que no juzguemos apresuradamente,
y seamos siempre generosos.
Que nos tomemos tiempo para todas las cosas.
Permítenos crecer calmos, serenos, mansos.
Que no juzguemos apresuradamente,
y seamos siempre generosos.
Que nos tomemos tiempo para todas las cosas.
Permítenos crecer calmos, serenos, mansos.
Enséñanos a poner en acción nuestros mejores impulsos
y haznos honrados y no temerosos.
Concédenos comprender que,
son
las pequeñas cosas en la vida, las que crean diferencias,
porque en las grandes todos somos uno.
Y, oh Señor Dios, que no olvidemos ser amables.
porque en las grandes todos somos uno.
Y, oh Señor Dios, que no olvidemos ser amables.
Amén.
María
Estuardo, Reina de Escocia
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