27 de abril de 2018


27 de abril de 2018 - Viernes de la semana IV de Pascua

Santo Toribio de Mogrovejo
Patrono del Episcopado Latinoamericano (F)

Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores a la mies

Lectura de la segunda carta del apóstol
San Pablo a Timoteo 1,13-14; 2,1-3

Amado hijo:
Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.
Palabra de Dios. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.  Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.  Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. 
Palabra de Dios

SALMO    Sal 95, 1-3.7-8a.10 
R.    El Señor gobernará al mundo con justicia.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria. R.

Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.
   
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    9,35-38
   
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos:
“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha”.       
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Sabiendo que su muerte era inminente, la primera carta a Timoteo, a quien Pablo llama afectuosamente “hermano nuestro y colaborador de Dios en el anuncio de la Buena Noticia de Cristo”, contiene una serie de recomendaciones prácticas sobre la necesidad de conservar y transmitir con fidelidad la tradición apostólica y sobre sus responsabilidades como evangelizador: avivar el don de Dios que estaba en él, no avergonzarse de dar testimonio del Señor, ni de aquellos que sufren por Él, retener de forma sana palabras que de Él había oído, y guardar el buen depósito en Él.
Pablo recuerda a Timoteo sobre los criterios que deben regir la elección de los ministros de la comunidad, y acerca de las obligaciones que tiene con respecto a las diversas categorías de fieles: ancianos y jóvenes, viudas, presbíteros y esclavos.
Aparece claramente la responsabilidad que tenemos todos los cristianos, hoy, acerca de lo que fue enseñado por los apóstoles de Cristo: igual que Timoteo, todos los cristianos hemos sido los beneficiarios de lo que fue revelado por los apóstoles; junto con las gracias que hemos recibido, también vienen las responsabilidades.
***
El evangelio de hoy, hace un breve resumen de la actividad apostólica de Jesús, y el inicio del “Sermón de la Misión”: “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia”.
Mateo, en pocas palabras, describe los puntos centrales de la actividad misionera de Jesús: no espera a que la gente venga hasta Él, sino que Él mismo va en busca de la gente, recorriendo todas las ciudades y poblados; enseña en las sinagogas, esto es, en las comunidades. Jesús anuncia la Buena Nueva del Reino, allí donde la gente está reunida por su fe en Dios. Jesús no enseña doctrinas, sino que en todo lo que dice y hace, deja transparentar algo de la Buena Nueva que lo anima por dentro. Curar todo tipo de dolencia y enfermedad, que era lo que más marcaba la vida de la gente pobre. Ante esta realidad, vemos que lo que más marca la actividad de Jesús, es dar consuelo a la gente para aliviar su dolor.
Jesús siente compasión ante la situación de la gente, porque “estaban humillados y abatidos como ovejas sin tienen pastor”. Jesús recibe a las personas en la situación en la que se encuentran: dolientes, abatidos, cansados. Es Pastor, identificándose con la imagen del siervo de Isaías que decía: “El Señor Yahvé me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para aconsejar al que está desanimado”. (Is 50,4a). Como el Siervo, Jesús, se hace discípulo del Padre y del pueblo y dice: “Cada mañana, él me despierta y lo escucho como lo hacen los discípulos”. (Is 49,4b). Del contacto con el Padre saca las palabras de consuelo que hay que comunicar a los pobres.
Su compasión, va más allá de un sentimiento de piedad o un momento de emoción. La compasión de la Biblia está expresada en la acción. La compasión sin acción no vale nada. La compasión de Jesús era mucho más profunda que un sentimiento momentáneo. Su compasión lo llevó a que entregara su vida.
Cuando la compasión de Dios nos confronta requiere una respuesta. Requiere que asumamos una escucha activa. Hoy, nos encontramos ante el mismo problema de aquel entonces, la cosecha es abundante, pero pocos son los obreros. Hay muy pocos que están dispuestos a responder, sacrificando su vida en servicio a los hermanos, respondiendo a la llamada Señor.
La tarea misionera es mucha y no la podemos abarcar totalmente, por eso la primera cosa que Jesús pide a los discípulos es rezar: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rueguen, al Dueño de la cosecha que envíe obreros”. El primer paso es la apertura del corazón a Dios, y el encuentro vivo con los sentimientos de Jesús. La oración es la primera forma de compromiso de los discípulos con la misión. El Señor no nos envió a realizar muchas actividades, sino a vivirlas desde su compasión y su amor, que necesitan de nuestras rodillas delante del Dios de la vida. Es la obra del reino, no simple asistencialismo. Si creemos en la importancia de la misión que tenemos, entonces haremos todo lo posible para que no muera con nosotros, sino que continúe en los demás durante su vida y después.
Desde el encuentro con Jesús, y la llamada de los hombres que andan como ovejas sin Pastor, la pasión de mi vida es ver que se levanten obreros. El clamor de mi vida, es que el Señor me levante y me junto con otras mujeres y hombres, para que desde una vida esforzada, valiente y llena de su Espíritu vayamos a cosecha.

Para discernir

¿Experimento los mismos sentimientos de Jesús ante una sociedad humillada y abatida?
¿Mi compasión se traduce en obras o queda en un mero sentimentalismo?
¿Reconozco en los dones recibidos una responsabilidad a realizar?

Repitamos a lo largo de este día

…Aquí estoy Señor, envíame…

Para la lectura espiritual

…”Debemos dar un tono de valentía a nuestra vida cristiana, tanto a la privada como a la pública, para no convertirnos en seres insignificantes en el plano espiritual e incluso en cómplices del hundimiento general. ¿Acaso no buscamos, de manera ilegítima, en nuestra libertad un pretexto para dejarnos imponer por los otros el yugo de opiniones inaceptables?
Sólo son libres los seres que se mueven por sí mismos, nos dice santo Tomás. Lo único que nos ata interiormente, de manera legítima, es la verdad. Esta hará de nosotros hombres libres (cf. Jn 8,32). La actual tendencia a suprimir todo esfuerzo moral y personal no presagia, por consiguiente, un auténtico progreso verdaderamente humano. La cruz se yergue siempre ante nosotros. Y nos llama al vigor moral, a la fuerza del espíritu, al sacrificio (cf. Jn 12,25) que nos hace semejantes a Cristo y puede salvarnos tanto a nosotros como al mundo”…

Beato Pablo VI, Audiencia general del 21 de marzo de 1975.

Para rezar

Oración del enviado

“Vayan por todo el mundo…”
Estas palabras están dichas para mí.
Soy continuador de tu obra.
Soy tu compañero en la misión.

La mies es mucha y los operarios pocos.
Quiero ser uno de ellos.
Muchas personas están caídas y pasamos de largo.
Quiero ser buen samaritano.

Conviérteme primero a mí,
para que yo pueda anunciar a otros
la Buena Noticia.

Dame audacia.
En este mundo escéptico y autosuficiente,
tengo miedo.

Dame esperanza.
En esta sociedad recelosa y cerrada,
yo también tengo poca confianza en las personas.

Dame amor.
En esta tierra no solidaria y fría
yo también siento poco amor.

Dame constancia.
En este ambiente cómodo y superficial,
yo también me canso fácilmente.

Conviérteme primero a mí,
para que yo pueda anunciar a otros
la Buena Noticia.

Oremos

Dios nuestro, que has hecho crecer a tu Iglesia en América, con la dedicación pastoral y el celo por la verdad del obispo santo Toribio, concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en la fe y en la santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


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