2 de abril de 2018 - TIEMPO PASCUAL - Lunes de la
octava de Pascua
¡¡¡Alégrense!!!
Lectura de los Hechos de los
apóstoles 2, 14. 22-33
El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con
los Once, levantó la voz y dijo:
«Hombres de Judea y todos los que habitan en
Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido.
A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó
ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que
todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la
previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio
de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la
muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él.
En efecto, refiriéndose a él, dijo David: “Veía sin
cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no
vacile. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También
mi cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al
Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me has hecho conocer
los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia.”
Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza
que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre
nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había
jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y
anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo
ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos
nosotros somos testigos.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 15, 1-2a y 5. 7-8.
9-10. 11 (R.: 1)
R. Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Protégeme, Dios mío,
porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor:
«Señor, tú eres mi bien.»
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte! R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡Hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas
y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la Muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna a tu derecha. R.
SECUENCIA de PASCUA
Cristianos,
ofrezcamos al Cordero pascual
nuestro sacrificio de alabanza.
El Cordero ha redimido a las ovejas:
Cristo, el inocente,
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto,
y ahora vive.
Dinos, María Magdalena,
¿qué viste en el camino?
He visto el sepulcro del Cristo viviente
y la gloria del Señor resucitado.
He visto a los ángeles,
testigos del milagro,
he visto el sudario y las vestiduras.
Ha resucitado a Cristo, mi esperanza,
y precederá a los discípulos en Galilea.
Sabemos que Cristo resucitó realmente;
tú, Rey victorioso,
ten piedad de nosotros.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 28, 8-15
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría,
se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los
discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó,
diciendo: «Alégrense.» Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron
delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a
Galilea, y allí me verán.»
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron
a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados
una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: “Sus discípulos
vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos.” Si el
asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y
de evitarles a ustedes cualquier contratiempo.»
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la
consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Los discípulos se encontraban reunidos en una casa
por temor a las autoridades judías. El Espíritu de Jesús irrumpe y los obliga a
salir de la casa, a enfrentar la realidad. Pedro, que hacía pocos días había
negado a Jesús, asustado ante los guardias y las criadas del palacio de Pilato,
jurando desconocerlo, ahora comienza, ante el pueblo y ante las autoridades de
Israel a dar un testimonio valiente. Se pone de pie, toma la palabra para
aclarar lo que ha ocurrido. El viento fuerte que sacudió el poblado provocó una
aglomeración.
Este “ponerse de pie” expresa la transformación:
han pasado de un estado de postración y de temor, a un salto decisivo hacia
adelante. Pedro centra con decisión su anuncio en la muerte y resurrección de
Jesús y afirma que ya estaba anunciada proféticamente. Luego acaba diciéndoles
que lo han vuelto a ver más vivo que antes.
La potencia extraordinaria de la primitiva Iglesia,
viene por entero de la convicción que Jesús ha resucitado, está vivo y camina
junto a su pueblo. Sosteniendo el dinamismo de la acción de los apóstoles, hay
un único “actor”, el Señor Jesús viviente, glorificado, resucitado, que actúa
en su Iglesia por la potencia del Espíritu.
***
El evangelio nos coloca frente a un hecho cierto
que nadie se atreve a negar; el sepulcro vacío. Dos grupos de personas han
visto el sepulcro vacío y corren a anunciarlo, aunque de forma muy distinta:
las mujeres y los guardias. Del sepulcro vacío, no se deduce con evidencia la
resurrección de quien había sido puesto en él. El relato de Mateo recoge dos
posibilidades: que Jesús ha resucitado; o que el cadáver de Jesús había sido
robado.
Las mujeres buscan en el sepulcro a Jesús el
crucificado. Pero al verlo vacío, y al oír las palabras del ángel que les
asegura que ha resucitado, vuelven rápidamente, con temor y gran gozo.
El estado de angustia y sufrimiento por la muerte
del Maestro es reemplazado por la decisión y el entusiasmo. Salen dispuestas a
anunciar la “Buena Noticia”. En el camino mismo Jesús les sale al paso. Ellas
venían en busca de un muerto y ahora lo encuentran vivo invitándolas a la
alegría y a la confianza: Alégrense, no tengan miedo.
Luego les confirma la certeza de su misión, las
envía a dar las noticias a toda la comunidad cristiana, y a congregar a los
discípulos en Galilea, en el sitio de partida. La resurrección es el nuevo
comienzo, el primer día de la nueva creación. Las mujeres, las primeras
protagonistas de este acontecimiento.
Por otro lado, después de la noticia que dan los soldados,
está el propósito de los sacerdotes judíos de contrarrestar la noticia de la
resurrección de Jesús. Saben que este hecho les debilitará todo lo que han
querido hacer aparecer contra la vida y la obra del Nazareno. La Buena Noticia
que encierra la resurrección, será su preocupación y para desvirtuarla pondrán
todas sus energías y recursos. Pero sus intentos siempre terminarán en fracaso
ya que la resurrección de Jesús no es un hecho controlable, sino un hecho
sobrenatural admisible únicamente desde la fe.
Corren así desde el mismo día dos versiones, una
cierta y otra engañosa, una verdadera y otra mentirosa, que quieren ser dueñas
del corazón de los hombres. La versión de los apóstoles se alimenta del
testimonio inmediato de aquellos que vieron la tumba vacía y se encontraron con
el Resucitado; la versión de los sumos sacerdotes se alimenta del engaño armado
por el temor y el odio. La versión genuina cuenta con el poder del Espíritu
Santo; la falsa, con el poder del dinero y las trampas humanas. La primera trae
la noticia novedosa del perdón; la segunda, la noticia vieja del poder malsano
y la envidia.
El mundo de muchas maneras ha tratado y seguirá
tratando de detener el anuncio del Reino, de negar de una o de otra forma, que
Jesús ha resucitado y que la Vida en Abundancia es posible; que hemos sido
perdonados de nuestros pecados, que el Espíritu vive en nosotros y somos una
nueva criatura en Cristo. Sin embargo Jesús continua saliéndonos al camino,
para decirnos: “No tengan miedo y alégrense”.
La Resurrección de Jesús no es sólo una noticia,
una verdad a creer o un acontecimiento a recordar: es una fuerza de vida que el
“que Vive” nos quiere comunicar a cada uno.
El encuentro con el Resucitado es una llamada;
volver a la vida cotidiana con el deseo renovado de querer continuar realizando
el proyecto que el Reino que Jesús inició, precisamente en Galilea. El
Resucitado nos invita a salir, a convocar a otros, a vivir siendo Buena Noticia
para los demás, a compartir con otros lo que para nosotros es la Vida. Vivir la
alegría de sentirnos discípulos enviados a la Misión, es el criterio para saber
si de verdad nos hemos encontrado con el Resucitado.
Para
discernir
¿Abro mi corazón a la experiencia de un Dios que me
salva?
¿Trato de encuadrar a Dios en mis esquemas y
límites?
¿La experiencia de la Pascua me renueva en la
esperanza?
¿Creo que Dios tiene la última palabra y me
abandono a ella?
Repitamos a
lo largo de este día
…Toda mi vida descansa segura…
Para la
lectura espiritual
«Ve a mis hermanos y diles: ‘Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios
mío y Dios vuestro’» (Jn 20,17)
…”En la atmósfera del gozo pascual la liturgia nos
conduce de nuevo al sepulcro dónde, según el relato de san Mateo, María de
Magdala y la otra María, guiadas por su amor a Jesús, fueron a visitar el
sepulcro. El evangelista narra que él les salió al encuentro y les dijo: «no
tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me
verán». Realmente fue un gozo indecible el que ellas experimentaron al ver de
nuevo al Señor y, llenas de entusiasmo, corrieron a comunicar la nueva a los
discípulos.
El Resucitado es el que nos repite también a
nosotros, al igual que lo hizo con estas mujeres que permanecieron al lado de
Jesús durante la Pasión, que no tengamos miedo al recibir el mensaje del
anuncio de su resurrección. El que se encuentra con Jesús resucitado y
dócilmente se pone a seguirle, no tiene nada que temer. Este es el mensaje que
los cristianos son llamados a difundir hasta los extremos de la tierra. La fe
cristiana, como sabemos, no nace por acoger una doctrina sino del encuentro con
una persona: Cristo muerto y resucitado. En nuestra existencia cotidiana hay
numerosas ocasiones para comunicar a los otros nuestra fe de una manera simple
y convencida, de tal manera que es posible que su fe nazca del encuentro con
nosotros”…
Papa Benedicto XVI -Homilía
Para rezar
PASCUA
Creemos y esperamos en Jesús de Nazaret.
Sólo en él están la fuerza y la victoria.
Dios los resucitó d entre los muertos
llevándonos a todos del cuarto oscuro de todas la tinieblas
al patio luminoso y alegre del amor.
El nos muestra al Dios a quien no vemos.
Pensando en él, por él y para él
imaginó Dios e hizo todas las cosas
El es también el líder, la cabeza,
lazo de unión, noticia alegre,
la fiesta, bandera y esperanza
de todo nuestro pueblo.
El primero de todos, el más audaz,
el más comprometido,
el amigo mejor, el que no falla,
el hermano más fiel y generoso,
el hijo más cercano del Padre.
Creemos en Tí Jesús.
Nos dijiste las más lucidas y verdaderas palabras
de vida y esperanza,
palabras que dan sentido a la vida.
Nos dejaste tu propia muerte
como un
chorro de vida,
tu vida como un grito de gozo
y de combate. Amén
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