17 de abril de 2018 - Martes de la semana III de Pascua
El que viene a mí jamás tendrá hambre
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles 7, 51-8, 1a
Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los
escribas:
« ¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados
a la verdad! Ustedes siempre resisten al Espíritu Santo y son iguales a sus
padres. ¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que
anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y
asesinado por ustedes, los que recibieron la Ley por intermedio de los ángeles
y no la cumplieron.»
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los
dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el
cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de
Dios. Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la
derecha de Dios.»
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los
oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de
la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a
un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta
voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y al decir esto, expiró. Saulo aprobó la muerte de
Esteban.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 30, 3cd-4. 6ab y
7b y 8a. 17 y 21ab (R.: 6a)
R. Señor, yo pongo mi vida
en tus manos.
Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme. R.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Confío en el Señor.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría! R.
Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia;
Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 6, 30-35
La gente dijo a Jesús:
« ¿Qué signos haces para que veamos y creamos en
ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como
dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo.»
Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el
que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo.»
Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese
pan.»
Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que
viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.»
Palabra de Dios.
Para
reflexionar
Lucas hace un cierto paralelismo entre la muerte
del diácono Esteban, que sigue siendo el protagonista de la lectura de hoy, y
la de Jesús: los dos son acusados de blasfemos ante el Sanedrín por unos
testigos falsos, los dos son ajusticiados fuera de la ciudad, los dos mueren
entregando su espíritu en manos de Dios y perdonando a sus enemigos.
Escuchamos el testimonio final de Esteban antes del
martirio. Delante del Sanedrín en pleno, pronuncia un largo discurso, del que
sólo escuchamos aquí el final. Es una catequesis muy clara de la Historia de la
Salvación, a partir de los grandes personajes del Antiguo Testamento para
llegar al Mesías esperado en la plenitud de los tiempos.
Esteban, les echa en cara a los judíos que se han
resistido una vez más al Espíritu, no han sabido reconocer al Mesías y lo han
traicionado y asesinado. Sus oyentes reaccionan furiosamente cuando oyen lo que
ellos consideran una blasfemia. Esteban afirma que ve a Jesús, el Hijo del
Hombre, en la gloria, de pie a la derecha de Dios. Entonces, lo sacan de la
ciudad y se abalanzan sobre él para matarlo, con la colaboración de un joven
llamado Saulo.
***
En el Evangelio, Juan nos presenta la respuesta de
la multitud a las exigencias de Jesús. Por el signo de los panes y los peces,
la gente estaba dispuesta a aceptarlo como líder político. Pero, ante la
exigencia de aceptarlo como término de la fe, piden signos que lo acrediten
como el enviado de Dios.
Jesús, como enviado de Dios, les parecía poco
comparado con Moisés y le echan en cara que Moisés, en el desierto, los
alimentó con el maná y junto al pan para el sustento del cuerpo, también les
dio el pan de la ley para el sostenimiento de la comunidad.
Esto da lugar Jesús para que realice el discurso
sobre el Pan de Vida. Todo el discurso, es como una gran predicación en torno
al tema del pan: el pan que multiplicó Jesús el día anterior, el maná que Dios
dio al pueblo en el desierto, y el Pan que Jesús quiere anunciar.
Se presenta un paralelismo entre Moisés y Jesús,
entre el pan que no perece y no sacia, y el pan que da vida eterna. A partir de
la experiencia de haber sido saciados el día anterior y del recuerdo histórico
del maná de Moisés.
Jesús va llevando a los oyentes de este pueblo, a
una comprensión más profunda del Pan con el que Dios los quiere alimentar. Las
palabras del Señor son tajantes: el maná no era pan del cielo ni dio vida
definitiva; ésta la da otro pan, que tiene su origen en el Padre y que no cesa
de llover sobre la humanidad.
Si en el desierto, el maná fue la prueba de la
fidelidad de Dios, a la promesa que había hecho a su pueblo, ahora el mismo
Dios quiere dar a la humanidad el Pan verdadero, el pan que da la vida. Ese Pan
es Jesús mismo, en el que hay que creer.
Jesús se proclamará como el pan de vida. Este pan,
que es Jesús mismo, es un don continuo del amor del Padre; la adhesión a Él
satisface toda necesidad del hombre. Nosotros por la fe reconocemos a Jesús
como el Pan de la vida, el que nos da fuerza para vivir. En cada Eucaristía, el
Señor, ahora Glorioso y Resucitado, se nos da Él mismo como alimento de vida.
Sólo la vida en el amor de Dios, puede dar sentido
a la vida. Jesús es el pan que da la vida por eso solo Él nos sacia, solo su
amor llena nuestros vacíos y nuestras soledades. La vida en Cristo se
transforma en plenitud. Alimentados por Jesús nuestra hambre ha sido saciada y
simplemente, vivimos en la Presencia del Dios de la vida; vivimos dejándonos
guiar por Él, sin temor y sin buscar ninguna señal.
Para
discernir
¿Cuáles son los panes que alimentan mi vida?
¿Qué lugar tiene el pan vivo de Jesús en mis
opciones cotidianas?
¿Me dejo transformar por la Eucaristía o quiero que
la eucaristía transforme mágicamente mi vida?
Repitamos a
lo largo de este día
…El que cree en Jesús jamás tendrá hambre y jamás
tendrá sed…
Para la
lectura espiritual
…Edith Stein, enviada al campo de concentración,
escribía en agosto de 1942:
«Soy feliz por todo. Sólo podemos dar nuestra
aquiescencia a la ciencia de la cruz experimentándola hasta el final. Repito en
mi corazón: «Ave crux, spes unica, “Salve, oh cruz, única esperanza”».
Y leemos en su testamento: «Desde ahora acepto la
muerte que Dios ha predispuesto para mí, en aceptación perfecta de su santísima
voluntad, con alegría. Pido al Señor que acepte mi vida y mi muerte para su
gloria y alabanza, por todas las necesidades de la Iglesia, para que el Señor
sea aceptado por los suyos y para que venga su Reino con gloria, para la
salvación de Alemania y por la paz del mundo. Y, por último, también por mis
parientes, vivos y difuntos, y por todos aquellos que Dios me ha dado: que ninguno
se pierda».
Edith estaba preparada: «Dios hacía pesar de nuevo
su mano sobre su pueblo: el destino de mi pueblo era el mío»….
Para rezar
Cerca de Ti
Qué bien se está cerca de ti, Jesús Eucaristía!
pareciera como si todas las tormentas del espíritu
se disiparan y las inquietudes se volvieran humo
que se lleva el viento.
Cerca de ti, es comenzar a vivir el gozo del cielo
abrir desmedidamente los ojos luminosos del corazón
y dejar que nos invada el misterio santo,
el gozo inefable de la bendita iluminación.
Cerca de ti, el alma encuentra paz, y el corazón
descanso y los anhelos pronta satisfacción.
Cerca de ti, ¡Jesús Eucaristía!, como cambian
las cosas de qué manera tan diferente
contemplamos las creaturas y sus enigmáticos
procederes. Cerca de ti, adquieren su verdadera
dimensión, su valor e importancia todas las cosas.
Así quiero vivir mi existencia, cerca de ti, Jesús
Eucaristía… Adorándote, amándote…
en una contemplación sin mediodía, ni ocaso,
como será allá en el reino de los cielos.
pareciera como si todas las tormentas del espíritu
se disiparan y las inquietudes se volvieran humo
que se lleva el viento.
Cerca de ti, es comenzar a vivir el gozo del cielo
abrir desmedidamente los ojos luminosos del corazón
y dejar que nos invada el misterio santo,
el gozo inefable de la bendita iluminación.
Cerca de ti, el alma encuentra paz, y el corazón
descanso y los anhelos pronta satisfacción.
Cerca de ti, ¡Jesús Eucaristía!, como cambian
las cosas de qué manera tan diferente
contemplamos las creaturas y sus enigmáticos
procederes. Cerca de ti, adquieren su verdadera
dimensión, su valor e importancia todas las cosas.
Así quiero vivir mi existencia, cerca de ti, Jesús
Eucaristía… Adorándote, amándote…
en una contemplación sin mediodía, ni ocaso,
como será allá en el reino de los cielos.
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